Seguidores

lunes, 27 de julio de 2020

Hitler visita París tras la derrota francesa en la Segunda Guerra Mundial

efeméride


El líder de la Alemania nazi celebró su victoria sobre Francia paseando por París, ciudad que siempre había admirado y que solo visitaría una vez. 

El 23 de junio de 1940, solamente un día después de que Francia firmara un armisticio con Alemania y el país pasara a estar controlado de facto por los nazis, Adolf Hitler acudió a la ciudad de París para una histórica visita turística.  

Tras la experiencia de la Gran Guerra, Francia quiso estar preparada para responder a un posible ataque del este sin que el conflicto causara daños graves en el país y es por ello que creó la Línea Maginot, una línea defensiva fuertemente fortificada con la que, en teoría, debería haber parado cualquier acción alemana antes de que penetrara en territorio francés. El problema estaba en que esta táctica habría funcionado si se hubieran seguido los prefectos de la Primera Guerra Mundial, cosa que no pasó. Alemania sorprendió al resto de Europa con una nueva estrategia basada en los bombardeos intensivos y una acción rápida por tierra con gran protagonismo de los blindados, el ataque relámpago o Blitzkrieg. En apenas seis semanas, los ejércitos de Hitler conquistaron Bélgica, Luxemburgo, y Países Bajos. Francia cayó a finales de junio y se creó un gobierno de ocupación encabezado por el mariscal Philippe Pétain. 

Adolf Hitler llegó a primera hora de la mañana a París en su tren personal y fue recibido por un gran comité de militares de alto rango y soldados que le acompañaron como escolta. Iba acompañado por los arquitectos Speer y Giessler y el escultor Arno Becker y el führer pasó algo más de tres horas recorriendo las principales atracciones turísticas de la ciudad de la luz. La primera parada fue la Casa de la Ópera, impresionante edificio noebarroco que Hitler admiraba y conocía bien a pesar de ser la primera vez que estaba allí. Desde allí, moviéndose siempre en lujosos coches Mercedes blindados, fueron a los Campos Elíseos, la Madeleine, el Trocadero, la Torre Eiffel (donde se tomó la famosa fotografía que siempre ilustra su visita), la Saint Chapelle, el Arco del Triunfo y los Inválidos. Se dice que, después de pasar unos minutos contemplando la tumba de NapoleónHitler dijo que aquel era “el día más feliz de su vida”. El recorrido terminó en el Sacre Coeur, monumento que no gustó nada al alemán. 

Cuando ya se marchaba, Hitler reconoció que París era una joya europea de increíble belleza pero que pronto ocuparía un segundo lugar, ya que había encargado a sus arquitectos que construyeran una Nueva Berlín que superara a la capital francesa. El líder del Tercer Reich no volvió a pisar París y, a pesar de lo mucho que decía haberle impresionado y que visitarla había sido un sueño para él, en agosto de 1944 ordenó al gobernador militar Dietrich von Choltitz que hiciera explotar los principales monumentos de la ciudad para que “solo cayera en manos de los Aliados siendo un montón de escombros”. Por suerte, no le hicieron caso. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario