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jueves, 20 de febrero de 2020

Kimmochi Saionji


(Kioto, 1849 - Tokio, 1940) Político japonés. Primer ministro del Japón en el período 1906-1907 y nuevamente en el bienio 1910-1912, fue una de las figuras más influyentes del Japón moderno. Su política contribuyó decisivamente a la occidentalización del país y trató de evitar el aumento del poder militar.
Era el segundo hijo del noble Tokudaiji Kinito, que era ministro de Justicia. A los dos años fue adoptado por la familia Saionji, una rama de la antigua e influyente familia Fujiwara. Su hermano mayor Tokudaiji Sanetsune fue Gran Chamberlain de Emperador Meiji, mientras que su hermano menor Sumitono Kichizaenon llegó a ser uno de los más importantes economistas del país. Ingresó siendo muy joven en el ejército japonés.
Rompiendo con las costumbres de la corte, se interesó por los asuntos de Estado y en 1867 fue nombrado consejero local menor (sanyo) en el recién nombrado gobierno. Participó en la guerra Boshin que en 1868 acompañó a la Revolución Meiji que acabó con el sogunado. Tomó parte en diversas batallas en las filas de las tropas imperiales. Destacó en las batallas de Toba y Fushimi, en las que llamó la atención de Iwatara Tamomi. Participó en las expediciones a Sanin y Hokuriku, para ponerlas bajo la autoridad imperial.
Gracias a la influencia de Iwatara fue nombrado gobernador de Niigata. Dimitió en 1871 para viajar a París, donde estudió las leyes y el funcionamiento de las instituciones europeas. Estudió en la Sorbona, bajo la tutela de Emile Acolas. Entró en contacto con numerosos intelectuales franceses, entre los que se encontraba Clemenceau. Cooperó con la poetisa francesa Judith Gautier en la edición de una serie de famosos poemas japoneses en francés, obra que vio la luz en 1884.
Estableció también una profunda relación con Nakae Chosin, que se encontraba también en París, uno de los principales intelectuales japoneses del período Meiji. Durante su estancia se familiarizó con el pensamiento liberal europeo. A su regreso a Japón en 1880 fundó la Escuela Meiji de Leyes (Meiji Hortsu Gakko), que posteriormente se convirtió en la Universidad Meiji.
En 1881 ingresó en el Senado del Emperador Meiji. Ese mismo año fundó y fue nombrado presidente del periódico antigubernamental Prensa Libre Oriental (Toyo Jigu Shimbun), desde el que se divulgaban los ideales de la libertad, los derechos populares y la democracia. Sin embargo, el periodismo era considerado una profesión indigna para un noble, por lo que los miembros de la corte forzaron al emperador para que le obligase a abandonar el periódico. Ante las presiones Saionji tuvo que presentar su dimisión.
En 1882 acompañó a Europa al grupo de investigadores constitucionales que estaban encabezados por Ito Hirobumi. Este grupo se centró especialmente en el análisis del los sistemas monárquicos constitucionales. A su regreso a Japón participó en la comisión encargada de redactar una mueva Constitución de corte democrático. En 1885 fue nombrado embajador en Austria, puesto que abandonó en 1887 para pasar a desempeñar el mismo puesto en la legación japonesa en Alemania. Regresó a Japón en 1890. En 1893 fue nombrado vicepresidente de la Comisión de Códigos y vicepresidente de Senado. Un año después ingresó en el Consejo Privado del Emperador.

Se convirtió en uno de los consejeros del emperador más liberales. Promovió el establecimiento de relaciones con Estados Unidos y Gran Bretaña. Fue ministro de Educación entre 1894 y 1896 en el segundo gabinete presidido por Ito. Desde su puesto trató de imponer los patrones de educación internacional en el sistema educativo japonés. Su principal objetivo fue disminuir la fuerte carga nacionalista. Nuevamente ocupó la cartera de educación en 1898 en el tercer gabinete Ito.
En 1900 alcanzó la presidencia del Consejo Privado en sustitución de Ito y pasó a ocupar la vicepresidencia del senado. Ese mismo año formo parte del Comite Organizador que formó el partido Rikken Seiyukai (Amigos del Gobierno Constitucional), de índole liberal, presidido por Ito Hirobumi. Se convirtió en el líder del Seiyukai en 1903. Alternó entre 1906 y 1913 con Katsura en el puesto de presidente del Consejo de Ministros, y formó en 1906 su primer gabinete.
Trató de recortar los gastos militares y de tener el control de partido y el gabinete. Intentó ganarse el favor de los antiguos señores de los dominios. Una de sus principales medidas fue la nacionalización de los ferrocarriles. Volvió a ocupar el cargo de primer ministro en 1911. Trató de reformar el ejército, rechazando crear nuevas divisiones, lo que molestó a los altos mandos que le obligaron a dimitir en 1912. Tras abandonar el gobierno el emperador le concedió el título de Antiguo Jefe de Estado (genro), por lo que a partir de ese momento tenía la potestad de influir en el nombramiento de los nuevos primeros ministros.
En 1913 decidió que no hubiera representantes de los partidos políticos en el nuevo gobierno. Gracias a su apoyo, Hara Takashi alcanzó el cargo de primer ministro. Fue ministro plenipotenciario de la delegación japonesa que en 1919 acudió a la Conferencia de Paz de París. En 1919 ante su incapacidad para conseguir mantener el control del Seiyukai abandonó la presidencia del partido. Por sus servicios a Japón recibió en 1920 la dignidad de príncipe.
Con su influencia trató de conseguir el fin de los ultranacionalistas y los militaristas. El 1 de mayo de 1932 forzó la caída del gabinete, con lo que trataba de evitar el crecimiento del poder del ejército. Su opinión fue decisiva para que el almirante Saito ocupara ese mismo año la presidencia del gobierno. Los sectores de la extrema derecha trataron varias veces de asesinarle en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. Tras el nombramiento en 1937 como primer ministro de Konoye Fumimaro presentó su dimisión como Consejero Imperial. Cuando falleció en 1940 recibió honores de jefe de Estado.

Yves Saint-Laurent


(Yves Mathieu Saint-Laurent; Orán, Argelia, 1936 - París, 2008) Modisto francés, uno de los nombres míticos de la alta costura. Hijo primogénito de Charles Mathieu y Lucienne Andrée Saint-Laurent, creció junto a sus dos hermanas con todas las comodidades propias de una buena familia asentada en la Argelia francesa. Su padre, abogado de cierto éxito, siempre quiso que Yves estudiara derecho y éste asistió a una escuela de Orán, donde recibió una educación basada en una férrea disciplina que le afectó e influyó en su vida posterior.
Siempre se sintió muy unido a su madre, Lucienne, una mujer bella y elegante que fascinaba a Yves con sus constantes cambios de vestuario. Ella comprendió enseguida al sensible niño, y cuando vio que los compañeros de clase se reían de su hijo porque vestía las muñecas de sus hermanas y las marionetas del teatro de la escuela, decidió buscar un centro de aprendizaje de confección y patronaje en París donde pudiera desarrollar todo su talento.
Fue éste un período de formación (y también de dudas entre decidirse por el teatro o la moda), en el que el adolescente Saint-Laurent devoraba Vogue y otras revistas especializadas, al tiempo que leía a Marcel Proust, su autor favorito. Finalmente, espoleado por su madre, se decidió a dar el salto, y el provinciano Yves fue a vivir solo a París con diecisiete años, dispuesto a aprenderlo todo sobre la alta costura.
Y pronto demostró que su empeño iba en serio. Mostró sus diseños a Michel de Brunhoff, director de Vogue, que resultó complacido y decidió publicarlos en su revista. Siguió los consejos de De Brunhoff y se matriculó en una escuela de alta costura, pero la encontró aburrida y poco tiempo después dejó de asistir a las clases. El impaciente aprendiz presentó a un concurso un esbozo para un vestido de cóctel y ganó el primer premio, hecho que le sirvió para darse a conocer entre la sociedad parisiense.
Heredero natural de Christian Dior
El joven Saint-Laurent fue presentado a Christian Dior por De Brunhoff, y el modisto se rindió inmediatamente ante su talento. En 1954 comenzó a trabajar a las órdenes del Christian Dior, de quien se convertiría en mano derecha hasta la muerte del gran creador, acontecida en 1957. Durante tres años colaboró de un modo estrecho con Dior, quien criticaba a menudo sus extravagantes propuestas pero al mismo tiempo admiraba el talento creador de su joven discípulo, al que solía llamar «mi príncipe».
El fallecimiento del maestro afectó al joven discípulo, que pasó a ser su heredero natural. Una vez que fue nombrado director de arte de la firma, lanzó su primera colección, que presentó con el nombre de Trapecio y con la que obtuvo un éxito clamoroso. Entre el público que asistió a ese desfile se hallaba Pierre Bergé, un amigo de Dior y habitual del círculo de la moda parisiense, que con el tiempo se convirtió en socio, amigo y amante de Yves.
En 1960 no pudo evitar por más tiempo las obligaciones del servicio militar y abandonó su puesto al frente de Dior porque fue llamado a filas por el ejército francés. A los pocos meses no pudo soportar la rudeza del estilo de vida militar y sufrió su primera gran depresión, por la que tuvo que ser ingresado en un hospital psiquiátrico militar. Su amigo Bergé utilizó sus influencias y poco tiempo después consiguió que lo dejaran salir de allí.
La creación de su propia firma
Mientras tanto, la casa Dior nombró director al asistente de Yves, Marc Bohan, lo que disgustó enormemente al modisto, que decidió demandar a la empresa. Ayudado por su inseparable amigo Bergé, Saint-Laurent presentó una demanda y peleó hasta recibir una indemnización de la empresa por daños morales y, con ese dinero y el de Mack Robinson, un hombre de negocios estadounidense interesado en la moda, creó su propia casa de costura.
En 1962 presentó una primera colección bajo su nombre y cuatro años después lanzó el esmoquin, que con el paso del tiempo se convirtió en un clásico. Con esta prenda y el resto de sus creaciones se erigió en el pionero de una moda más democrática, rápida y asequible, pensada para las nuevas generaciones.
A mediados de los años sesenta se puso a trabajar en colecciones pensadas para la mujer madura y sofisticada. La actriz Elizabeth Taylor lució en su boda con Richard Burton un modelo de Saint-Laurent, y otras famosas, como Marlene DietrichSofia Loren, Catherine Deneuve o la esposa del sha Mohamed Reza Pahlevi, Farah Diba, también llevaron sus vestidos en alguna ocasión. Con la complicidad de su mejor amiga, Betty Catroux, Saint-Laurent creó un estilo andrógino con el que pretendió encontrar para la mujer el equivalente del traje de hombre.
Creador revolucionario y modelo ocasional
En 1970 sus desfiles destacaron por la presentación de la americana femenina y vestidos y blusas que dejaban la espalda al descubierto. Pero el hecho de que su colección «Estilo años 40» obtuviera muy malas críticas fue motivo suficiente para que Yves decidiera abandonar la moda durante los dos años siguientes. A principios de los años setenta hizo de modelo para su colección Rive Gauche de prêt-à-porter masculino, y llegó a posar desnudo ante la cámara de Jean-Loup Sieff para su perfume, algo inusual en aquellos tiempos.
Con la colaboración de sus dos mejores diseñadoras, Loulou de La Falaise y Anne-Marie Muñoz, en 1974 el modisto reapareció con una colección dedicada al Segundo Imperio y de nuevo escuchó aplausos. Ese año la revista Time lo denominó «rey de la moda» y le dedicó una portada. También ingresó varias veces en hospitales, de los que salía para volver a recaer, y ni siquiera el apoyo de su amigo Pierre pudo evitar que acabara cada vez más solo en su piso de París, o refugiado en la mansión que se había construido en Marrakech. Harto de esta situación, Bergé lo abandonó en 1976.
Los miedos de un triunfador
En 1983, en el Metropolitan Museum de Nueva York, se inauguró una exposición dedicada a sus creaciones. Dos años después fue el Museo de Bellas Artes de Pekín el que hizo lo mismo, y en 1986 el Museo de la Moda de París presentó una retrospectiva del modisto desde 1958. El éxito de Saint-Laurent fue tal que a fines de los años ochenta la empresa creada más de veinte años atrás ya contaba con más de 10.000 personas que trabajaban en 200 países y facturaba unos 360 millones de euros.
Pese a que ya había sido distinguido con el galardón Oscar Neiman Marcus de la Costura (Dallas, 1958), o el Oscar Harper’s Bazaar (1966), a mediados de los años ochenta llegó el reconocimiento público a su labor y recibió la Legión de Honor de manos del presidente francés François Mitterrand. Sin embargo, Yves Saint-Laurent siguió padeciendo episodios de inseguridad y el miedo al fracaso lo llevaba a consumir tranquilizantes y somníferos.
En los años noventa pasó largas temporadas en su palacete de Marrakech, en el que se encerraba durante semanas para crear sus colecciones. En París, el 12 de julio de 1998, con motivo de la final del Mundial de Fútbol, 300 modelos desfilaron en el Estadio de Saint Denis en una retrospectiva de cuarenta años de creación del modisto. Y ese mismo año creó la que sería su última línea de prêt-à-porter.
El diseñador americano Albert Elbaz fue elegido por el maestro para que le sucediera, pero la compra al año siguiente de la mayor parte de su empresa por parte del Grupo Pinault trastocó sus planes. Tom Ford se hizo cargo de todo excepto de la alta costura, que siguió a cargo del modisto francés unos años más. Tras su retirada en 2002, Yves Saint-Laurent siguió siendo un enigma, un anarquista millonario capaz de declarar: «Lo único que lamento es no haber inventado el pantalón vaquero».
Si algo destaca en Yves Saint-Laurent, además de su genio creador, es su carácter transgresor y contradictorio, una auténtica leyenda de la moda por derecho propio, autor del traje pantalón, la sahariana, los shorts... De las primeras transparencias al escándalo del negro, el itinerario de este modisto, que fue el primero en quebrantar las reglas de la alta costura, no dejó de representar un himno a la mujer y a la moda, siempre buscando un equilibrio entre la comodidad y la fantasía. Enfermo y cansado, se retiró consciente de haber hecho progresar la alta costura y de haber creado la indumentaria de la mujer contemporánea.

El emperador Li Shih-min o T’ai-tsung


Casa reinante en China entre los años 618 y 907. Se inició con Li Yüan o Kao-tsu (618-26), un oficial de la dinastía Suei, que derrocó a ésta del poder y se proclamó emperador, conquistando la mayor parte de China. Mantuvo el sistema administrativo y fiscal de los Suei, al que añadió una nueva codificación del Derecho penal, revisable periódicamente.
Fue derrocado por su hijo Li Shih-min o T'ai-tsung (626-49), que accedió al poder tras asesinar a sus dos hermanos. Extendió el imperio a costa de los turcos hacia el oeste, imponiendo la hegemonía china en Asia central. Al mismo tiempo fortaleció el poder imperial, extendiendo el sistema de oposiciones para acceder a cargos administrativos (introducido por la dinastía Suei). También inició la compilación de los clásicos chinos, iniciando una época de esplendor cultural y científico.
Le sucedió su hijo, Kao-tsung, Gao Zong o Li Chih (649-83), que extendió el imperio con la anexión de Corea (668). Se casó con una antigua concubina de su padre, Wu Hou o Wu Tse-t'ien (690-705), la cual ejerció una gran influencia sobre el débil Kao-tsung, pasando luego a gobernar en nombre de sus dos hijos hasta que ella misma se proclamó emperatriz en el 690. Su gobierno fue eficaz e inteligente, contribuyendo a apartar a la aristocracia guerrera tradicional en beneficio de una burocracia con formación académica.
Fue destronada por los militares, que repusieron sucesivamente en el Trono a los dos hijos de la emperatriz, Chung tsung (683-84 y 705-10) y Jui-tsung (684-90 y 710-12). Éste cedió el poder a Hsüan-tsung (712-56), con quien llegó a su apogeo la dinastía. Tras librarse de la influencia política que intentaba ejercer su predecesor (713), saneó las finanzas imperiales, reparó los canales, mejoró la comunicación entre las diversas zonas del imperio y dio un gran impulso a la creación cultural. Sin embargo, hacia el final de su reinado se apartó de la gestión personal del gobierno, dejándola en manos de su primer ministro Li Lin-fu y de su favorita Yang Kuei-fei.
Este abandono reflejaba un renacimiento de la influencia aristocrática, que culminó con la rebelión de An Lu-shan en el 755. Este aventurero de origen turco obligó a la familia imperial a huir de la capital y sostener una difícil guerra civil. Después de la abdicación de Hsüan-tsung, sólo la intervención de los uigures del norte permitió que los Tang recuperaran el control y siguieran reinando en China, si bien entraron en una etapa de decadencia, entre guerras, revoluciones y desastres económicos. No obstante, aún se aferraron al poder hasta Ching-tsung o Li Chu Ai-ti (904-07), último soberano Tang, que fue depuesto y ejecutado por el jefe de una banda guerrera cuando sólo tenía 13 años. China se sumió entonces en el caos, dividida en diez reinos gobernados por cinco dinastías.