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sábado, 4 de enero de 2020

J. K. Rowling

La escritora británica Joanne Kathleen Rowling se hizo célebre con su serie de novelas dedicadas a las aventuras de Harry Potter, uno de los mayores fenómenos literarios de la historia. Las peripecias de un niño huérfano con poderes mágicos capaz de evadirse a voluntad a un mundo de fantasía consiguieron batir todos los récords de ventas en la literatura del género, aunque muchos críticos se mostraron reacios a encasillar los libros de Rowling como cuentos para niños, como ocurriera con el famoso Tom Sawyer de Mark Twain.

J. K. Rowling
La persona que hizo posible que muchos niños y adolescentes prefiriesen leer un libro a pasar las horas muertas delante del televisor es una tímida británica que se propuso escribir siete entregas de la serie, que equivalen a los cursos que el protagonista debe superar en la escuela de magia y hechicería a la que asiste cuando se escapa de la horrible realidad cotidiana en casa de sus mezquinos tíos.
Según algunos críticos literarios, la autora logró crear en sus novelas una inquietante atmósfera atractiva a los ojos de lectores de muy diversa condición y edad, a partir de influencias reconocibles en los libros de escritores británicos como Enid Blyton, Richmal Crompton o Roald Dahl. Pero, paradójicamente, ella misma afirmaba que nunca pretendió escribir fantasía y que la idea le surgió a partir de sus propios recuerdos de la infancia. Prácticamente desconocida y con problemas económicos en la primera mitad de la década de los noventa, cuando vivía de una modesta pensión como desempleada, J. K. Rowling se convirtió en una mujer rica y popular en Europa y sobre todo en Estados Unidos, donde multitudes de niños acompañados por sus padres soportarían largas colas en las librerías para hacerse con las últimas aventuras del pequeño mago.
La infancia que nutrió a Potter
Joanne Kathleen Rowling nació el 31 de julio de 1965 en la pequeña localidad británica de Chipping Sodbury, cerca de Bristol, en el suroeste de la isla. Debido al trabajo de su padre, Peter, ingeniero de la compañía Rolls-Royce casado con Anne, una escocesa con raíces francesas, su familia tuvo que cambiar de residencia en varias ocasiones durante la infancia de las pequeñas Jo y Di, cariñosos apelativos familiares de la futura novelista y su hermana menor, Dianne.
Tras una breve estancia en Yate, se mudaron a Winterbourne, siempre sin alejarse de los suburbios de Bristol, entorno en el que se forjaron los primeros recuerdos de la imaginativa niña, que pasaba horas compartiendo sueños y fantasías con su hermana. Lectora y escritora precoz, entusiasta aficionada a devorar novelas para adultos, a los seis años ideó un conejo que tuvo el honor de ser su primer héroe en un cuento que tituló Rabbit.

Daniel Radcliffe interpretó el papel de Harry Potter
en todas las películas, creciendo con el personaje
En Winterbourne las niñas hicieron amigos entre el vecindario; uno de ellos se llamaba Ian Potter. Aficionada a adoptar nombres extraños para los protagonistas y lugares de sus novelas, muchos años después Joanne tomó prestado ese apellido para dar vida a su famoso personaje. Cuando Jo tenía nueve años, los Rowling hicieron realidad su sueño y se mudaron a un área rural del condado de Gwent llamada Forest of Dean, núcleo de población cercano a Chepstow, donde las dos hermanas descubrieron el placer de jugar en los verdes campos británicos próximos al río Wye.
Pero el feliz cambio tuvo su contrapartida en los problemas en la nueva escuela a la que asistieron las Rowling y que acabó por convertirse en un tormento para la mayor de las hermanas, quien recordaría durante años a su odiada profesora Mrs. Morgan, hasta el punto de trasladarla a sus novelas y hacer que encarnara a uno de sus malévolos personajes.
La pecosa, estudiosa y bastante insegura «gafotas» Joanne, según su propia definición, creció y dejó la escuela primaria de Tutshill para entrar en la de Wyedean, donde empezó a interesarse por los idiomas. Alumna aplicada, pronto destacó también por su afición a contar historias a un reducido círculo de amigos, quienes escuchaban con atención la narración de largos relatos en los tiempos del recreo. Durante su adolescencia escribió mucho, pero, con la excepción de algunos divertidos cuentos, nunca se atrevió a mostrar sus manuscritos a nadie.
Años difíciles
Una vez graduada en Wyedean, Joanne K. Rowling se matriculó en la Universidad de Exeter, donde, siguiendo el consejo paterno, estudió francés con el propósito de encontrar después un buen trabajo como secretaria bilingüe. Con los títulos de lengua y literatura francesas todavía relucientes, se trasladó a la sede de Amnistía Internacional en Londres para realizar un trabajo de investigación sobre las violaciones a los derechos humanos en el África francófona.

Harry Potter y la piedra filosofal, primera entrega
de la serie, fue llevada al cine en 2001
Tras este breve período de formación empezó a trabajar como secretaria, pero pronto descubrió que el orden y la rutina no iban con ella. Varias experiencias frustrantes en diferentes empresas, unidas a la triste desaparición de su madre, enferma de esclerosis múltiple, la llevaron a dejarlo todo a los veintiséis años y a abandonar el país con la intención de enseñar inglés en el extranjero.
En Lisboa disfrutó enseñando su lengua materna a alumnos portugueses y tuvo bastante tiempo para escribir, su verdadera vocación. Allí conoció y se enamoró de Jorge Arantes, un periodista de la televisión portuguesa con el que contrajo matrimonio en octubre de 1992 y con quien, un año más tarde, tuvo una hija a la que llamó Jessica «en honor a una brigadista británica que había luchado en la guerra civil española», según afirmó en una entrevista. Pese al feliz acontecimiento, el matrimonio no prosperó y pronto acabó en divorcio.
Madre de una niña pequeña y sola en un país extranjero, en 1996 Joanne decidió regresar a Gran Bretaña y se instaló en la ciudad escocesa de Edimburgo, cerca de su hermana Dianne, donde llegó con la firme intención de acabar y publicar una novela sobre un tal Harry Potter, personaje infantil con poderes mágicos, cuyas andanzas había imaginado bastante tiempo atrás durante un interminable viaje en tren entre Manchester y Londres.
La tenaz profesora de francés pasó muchas tardes de su vida escribiendo «para sí misma» en un cálido café próximo a un pequeño apartamento sin calefacción en el que malvivía con su hija. Finalmente, la infatigable novelista logró una beca del Scottish Arts Council que le permitió concluir, cinco años después de empezada, la que entonces era la obra de su vida: Harry Potter y la piedra filosofal.
El éxito
Recorrió sin éxito con la copia mecanografiada por ella misma editoriales del prestigio de Penguin y Harper Collins, hasta que en 1997 consiguió por fin que la prestigiosa firma británica Bloomsbury publicara el libro. Pocos meses después, Scholastic Press compró los derechos de la novela para Estados Unidos, por una suma superior a los 14,5 millones de pesetas, una cifra muy importante para un libro infantil. Rowling empezó a ser popular en su propio país, y durante los primeros meses se vio ampliamente superada por la situación, sin poder escribir ni una sola línea.
A punto de acabar el segundo libro de la serie, entró en una fase crítica y llegó a pensar que estaba escribiendo «basura», según confesaría tiempo después en una entrevista. Nada acostumbrada a manejar semejantes sumas de dinero ni a la presión de los medios de comunicación, Joanne se bloqueó y tardó en adaptarse a la nueva situación, hasta el punto de verse obligada a modificar su sencillo estilo de vida. Tuvo que dejar de escribir en el mismo café debido al acoso de admiradores y curiosos, que convirtieron el local en lugar de peregrinación, y adoptó una postura defensiva frente a las intromisiones en su vida privada. Después decidió dejar las clases definitivamente para dedicarse por entero a lo que siempre había anhelado: escribir.

Con Neil Murray, su segundo marido
La publicación de su primer libro -firmado con las iniciales J. K. por consejo de los editores, recelosos de que los niños no quisieran leer un libro sobre un chico escrito por una mujer- supuso un giro mágico en su vida. La realidad del extraordinario éxito superó ampliamente todas las expectativas de las editoriales británica y estadounidense que lo habían publicado. Las posteriores ediciones de los siguientes libros de la serie (Harry Potter y la cámara secreta y El prisionero de Azkabán) reafirmaron el éxito inicial y dieron lugar a un fenómeno literario, al que la prensa denominó «pottermanía».
Condecorada con el título de Oficial del Imperio Británico y convertida en la persona que ocupa el tercer lugar por volumen de ganancias en su país, según un listado de la prestigiosa revista Forbes, Joanne trató de mantener contra viento y marea su discreto estilo de vida. Todas las mañanas siguió llevando a su hija al colegio siempre que las giras promocionales de sus novelas se lo permitían, y procuró escribir los restantes libros de Harry Potter en otros cafés de Edimburgo, lejos del acoso de los periodistas.

Charles Chaplin

Las tres primeras décadas del siglo XX presenciaron el nacimiento y esplendor del cine mudo y la aparición de talentosos actores y cineastas que gozaron de una inmensa popularidad. De todos ellos, ninguno llegaría a alcanzar un reconocimiento tan unánime entre el público y la crítica como el británico Charles Chaplin (1889-1977), considerado uno de los grandes genios de la historia del séptimo arte.

Charles Chaplin caracterizado como Charlot
Creador del tierno y humanísimo Charlot, personaje más universal si cabe que el mismo actor y cineasta, Charles Chaplin sobrepasó en su filmografía de madurez la idiosincrasia meramente lúdica del género cómico para transmitir al público su perspectiva crítica sobre el capitalismo salvaje, el auge de los totalitarismos y la deshumanización del mundo moderno. La profundidad de tales cargas, cuya vigencia comprobamos al revisitar sus películas, llegaron a ponerlo en el punto de mira de la «caza de brujas» estadounidense, hasta el punto de forzar el regreso a su país: ningún hecho ilustra mejor su insobornable condición de artista comprometido.
Biografía
Los padres de Charles Spencer Chaplin eran cantantes y actores de variedades de origen judío que, en su momento, alcanzaron un razonable éxito. Especialmente la madre, Hannah Hili, hija de un zapatero, menuda, graciosa y con una agradable voz. El niño nació a las ocho de la tarde del 16 de abril de 1889 en la calle londinense de East Lane, Walworth.
No era un buen momento para la familia. El padre, Charles, había abandonado el hogar en pos de su afición alcohólica, y Hannah se vio obligada a mantener por sí sola a sus hijos Sydney y Charles. Estaba en la cumbre de su carrera artística con el pseudónimo de Lily Harvey, pero comenzaba a fallarle la voz. En 1894, durante una función en Aldershot, su gorjeo se quebró en medio de una canción. El empresario envió a escena al pequeño Charles, de cinco años, que imitó la voz de Lily incluyendo el desfallecimiento final, para gran diversión del público. Ése fue su debut artístico.

Chaplin en A Night Out (Charlot trasnochador, 1915)
El fracaso y la falta de dinero trastornaron la salud mental de Hanna Hill, que comenzó a dar muestras de extravío. Ella y los niños pasaron a vivir en el asilo de la calle Lambeth. Sydney y Charlie asistieron un tiempo a la escuela para niños pobres de Hanwell, sufriendo su severa disciplina y las burlas de los niños más afortunados. En 1896 el estado de Hannah obligó a recluirla en un sanatorio frenopático. Al año siguiente, Charlie se unió a los Eight Lancashire Lads (Los ocho muchachos de Lancashire), un grupo de actores juveniles aficionados que hacían giras por los pueblos. Más tarde formó parte de otras compañías ambulantes, ya profesionales aunque muy modestas. En 1898 murió el padre, mientras Charlie Chaplin era ya un experto actor infantil.
En 1901, con doce años, representó el rol de protagonista en Jim, the Romance of a Cockney, y cuatro años más tarde realizó una gira con The Painful Predicament of Sherlock Holmes. El año 1906 fue afortunado para el joven cómico. Se inició con un contrato en el Casey Court Circus como una de las primeras atracciones, y finalizó con otro contrato para la célebre compañía de pantomimas de Fred Karno, en la que también actuaba Stan Laurel.
Los comienzos en Hollywood
A los diecinueve años Charlie vivió el primero de sus numerosos e intensos romances, al enamorarse perdidamente de la joven actriz Hetty Kelly. Con Fred Karno el futuro Charlot había perfeccionado y diversificado sus notables recursos mímicos, y el director lo incluyó en la troupe que realizaba una gira a París en 1909 y al año siguiente otra de seis meses por Estados Unidos. Fue la época en que Mack Sennett obtuvo un gran éxito con sus filmes cortos de bañistas y policías, basados en corridas, gesticulaciones exageradas, palos y peleas con tartas de crema. Sennett adivinaba las posibilidades cinematográficas de la mímica más refinada y compleja de Chaplin, y cuando éste realizó su segunda gira en 1912 lo convenció para que se incorporase a su productora, la Keystone.

El aventurero (1917)
Charlie Chaplin llegó a Hollywood en la primavera de 1913, y comenzó a trabajar en noviembre. El 2 de febrero de 1914 se estrenaba su primera película, Making a Living (Ganándose la vida, también conocida como Charlot periodista). En ese mismo año rodó 35 films de un rollo (cortos de entre doce y dieciséis minutos de duración), escritos y dirigidos por Sennett, el propio Charles u otros directores. Todavía sus caracterizaciones eran sólo esbozos del vagabundo ingenuo y sentimental que le daría fama en todo el mundo, pero como Chaplin interpretaba en cada uno un oficio o situación distinta, se los bautizaría luego como Charlot bailarín, Charlot camarero, Charlot de conquista, Charlot ladrón elegante, etc.
El éxito fue arrollador, y en 1915 la productora Essanay le robó a Sennett su estrella por un contrato de 1.500 dólares a la semana, una cifra fabulosa para un cómico de cine mudo, que en Keystone venía cobrando diez veces menos. Con la Essanay, Chaplin pasó a escribir y dirigir los catorce films que rodó ese año. Tenían ya una duración de dos rollos, una trama más complicada que introducía toques románticos y melancólicos en la receta humorística, y un guión meticulosamente estructurado y ensayado.
En todos ellos Chaplin era el protagonista absoluto (en alguno en rol femenino), y en la mayoría su partenaire era Edna Purviance. Cabe recordar A Night in the ShowThe ChampionA Night Out y sobre todo The Tramp (El vagabundo), en la que redondeaba el personaje que luego se conocería como Charlot. Él mismo contaría después que fue escogiendo casi al azar -como lo haría un vagabundo real- el sombrero, el bastón, los anchos pantalones, la chaqueta estrecha y los zapatones. El resultado fue el atuendo más famoso y perdurable en la historia del cine.
La celebridad de Chaplin y su personaje era ya universal (el nombre de Charlot se lo daría en 1915 el distribuidor de sus filmes en Francia), y el exitoso mimo cambió nuevamente de productora en 1916. Con la Mutual realizaría doce películas en dos años, entre ellas The Pawnshop (El prestamista), Easy Street (La calle de la paz) y especialmente The Immigrant (El inmigrante), las tres con Edna Purviance. A principios de 1918 la First National contrató a Charlie Chaplin por la cifra récord de un millón de dólares anuales. Fue también el año de la primera de sus bodas con jovencitas casi adolescentes. Su matrimonio con la actriz secundaria de diecinueve años Mildred Harris, celebrado el 23 de octubre, duraría hasta 1920; el divorcio le costó a Charles 200.000 de sus preciosos dólares.

Chaplin en El chico (1920)
También en 1918 realizó una gira para vender bonos de guerra junto a otras dos superestrellas de la época: Mary Pickford (llamada «La novia de América») y el galán acrobático Douglas Fairbanks. Con la First National filmó doce películas entre ese año y 1922, algunas tan clásicas en su filmografía como A Dog Life (Vida de perro) y Shoulder Arms (Armas al hombro). Y también la que se considera su primera obra maestra, en la que cinceló su estilo tragicómico, crítico y sutilmente conmovedor: The Kid (El chico), con Jackie Coogan, la infaltable Purviance y seis rollos de duración. En 1921 regresó por primera vez a Europa para el estreno de esa película y recibió una recepción multitudinaria, al tiempo que la severa crítica europea lo consagraba como un genio del cine.
Ya en 1919 Chaplin, Pickford y Fairbanks, junto al director David W. Griffith (sin duda otro genio del cine) habían constituido la productora independiente United Artists, pero Chaplin no trabajó para ésta hasta no acabar su contrato con la First National. En 1923, con productora propia, sólida fortuna personal y una suntuosa mansión en Beverly Hills, se sintió al fin con las manos libres para desarrollar sin ataduras su creatividad. Ese año dirigió, sin actuar, la excelente A Woman of Paris, con su admirada Edna y Adolphe Menjou. El multifacético creador tenía ya treinta y cinco años, y el 24 de noviembre de 1924 contrajo matrimonio en México con la jovencísima actriz Lolita McMurray (o Lita Grey), de sólo dieciséis años. La unión duró hasta 1927 y Chaplin obtuvo de ella sus dos primeros hijos (Charles Spencer y Sydney Earle); pagó un millón de dólares al divorciarse de su Lolita.
En esa época inició la gran trilogía final del personaje de Charlot, rodando en 1925 The Gold Rush (La quimera del oro), de la que en 1942 realizó una versión sonora narrada por su voz y con música propia. En 1927 se estrenó la primera película sonora, El cantor de jazz, con Al Jolson, pero Chaplin seguía fiel al cine mudo cuando en 1928 realizó The circus (El circo), película que él mismo consideraba menos lograda que las que integraban la trilogía, pese a ser un magnífico filme cómico. Por esta película recibió su primer Oscar de la Academia en 1929. Dos años más tarde estrenó City Lights (Luces de la ciudad), paradigma de la ternura y la desolación de su alter ego cinematográfico, con inclusión de escenas sonoras y música de Chaplin.

Tiempos modernos (1936)
En 1932 realizó un nuevo y extenso viaje a Europa, donde en una recepción conoció a la actriz francesa Paulette Goddard. Ambos prosiguieron juntos el itinerario de lo que llegó a ser una gira mundial, y al año siguiente Paulette sería su pareja en el último film de la trilogía: Modern Times (Tiempos modernos), una ácida parábola sobre las tiranías y miserias del maquinismo y del capitalismo, y, en definitiva, sobre la modernidad originada por el abrumador triunfo de la Revolución Industrial.
Al desatarse la Segunda Guerra Mundial y la invasión alemana sobre Europa, Chaplin filmó, en 1940, The Great Dictator (El gran dictador), una divertida y feroz parodia del nazismo en la que el actor se desdoblaba en un Charlot transformado en peluquero judío y en un Hitler mitómano y paranoico que anunciaba la disposición de Chaplin a encarnar nuevos roles, sin bombín ni zapatones. Lo acompañaba la Goddard, cuyo personaje llevaba el nombre de la madre de Charles (Hannah), fallecida en 1928.

El gran dictador (1940)
Chaplin y Paulette Goddard se distanciaron en 1941 y poco después el cineasta se vio envuelto en un proceso por la paternidad de la hija de la actriz Joan Barry, llamada Carol Ann. Condenado en abril de 1942 por violación de la Ley Mann, debió hacerse cargo de la manutención de la niña. El escándalo no le impidió casarse, a sus cincuenta y cuatro años, con la hija del insigne dramaturgo Eugene O'Neill, una hermosa joven de dieciocho años llamada Oona, que permanecería a su lado el resto de su vida.
El patriarca de Vevey
Tras rodar Monsieur Verdoux en 1947, Charles Chaplin cayó bajo la ola del maccarthismo que tenía como blanco a intelectuales y artistas de Hollywood. La crítica social que rezumaba su obra, sumada probablemente a su origen judío y al hecho de ser extranjero (nunca se nacionalizó), lo llevaron a comparecer en 1949 ante el inquisicional Comité de Actividades Antinorteamericanas. Al año siguiente, mientras él y su familia viajaban por Europa, se ordenó a las autoridades de inmigración que lo retuvieran a su regreso. Chaplin decidió no volver jamás y se instaló en una lujosa residencia en Corsier-sur-Vevey, en la plácida ribera del lago suizo de Léman, frente a Ginebra. Oona se encargó de liquidar sus asuntos económicos y profesionales en Estados Unidos.
Inglaterra ofreció a su hijo pródigo un sitio para continuar su trabajo. En 1952 rodó en Londres Limelight (Candilejas), magnífica y sentimental rememoración de sus días de cómico ambulante, y dos años más tarde recibió el Premio Internacional de la Paz. Su resentimiento contra Estados Unidos se reflejó en A King in New York (Un rey en Nueva York), filme de 1957 cuyos altibajos no ocultan el corrosivo humor chapliniano. El gran cineasta era ya un anciano patriarcal y vitalista que comenzaba a escribir sus memorias en 1959. A los setenta y ocho años fue padre de su octavo hijo con Oona, Christopher, nacido en 1962, y en 1964 se publicó en Londres su autobiografía, Historia de mi vida.

Chaplin con su última esposa, Oona O'Neill
Ya octogenario, Chaplin tenía todavía ánimo y energías para escribir y rodar una última película, A Countess from Hong Kong (La condesa de Hong Kong, 1966). Pese a contar con dos protagonistas de lujo como Sophia Loren y Marlon Brando, y al propio director en el rol menor de un camarero, el filme no tuvo éxito y quizá no lo merecía. La mano maestra de Chaplin conservaba cierta elegancia, pero el tema era trivial y el estilo claramente anacrónico. El anciano creador debió de advertirlo, porque no volvió a insistir.
Charles Chaplin vivió todavía una década en su refugio de Vevey, rodeado de sus hijos y acompañado por la leal Oona. En 1972 aceptó un breve retorno triunfal a Hollywood para recibir un Oscar por la totalidad de su obra. En 1976 Richard Patterson rodó The Gentleman Tramp (El vagabundo caballero), inspirada en su autobiografía, que incluía escenas familiares en Vevey filmadas por el director de fotografía español Néstor Almendros. Otro español, el cineasta Carlos Saura, se casó con Geraldine, la hija de Oona más consecuente con el oficio de su padre.
El creador de Charlot murió a los ochenta y ocho años, el día de Navidad de 1977. Dejaba un total de 79 películas filmadas en más de cincuenta años de actividad como actor y director. En la casi totalidad de ellas fue también autor del guión, y del diálogo y la música en las sonoras. Además de las ya mencionadas, cabe agregar Carmen (1916), según la novela de Prosper MériméeThe Vagabond (El vagabundo), 1916; A Day's Pleasure (Un día de juerga), 1919; Pay Day (Día de paga), 1922, y The Pilgrim (El peregrino), 1923, entre las más apreciadas por la crítica y celebradas por el público.

Stephen Hawking

(Stephen William Hawking; Oxford, 1942 - Cambridge, 2018) Físico teórico británico. A pesar de sus discapacidades físicas y de las progresivas limitaciones impuestas por la enfermedad degenerativa que padecía, Stephen Hawking es probablemente el físico más conocido entre el gran público desde los tiempos de Einstein. Luchador y triunfador, a lo largo de toda su vida logró sortear la inmensidad de impedimentos que le planteaba el mal de Lou Gehrig, una esclerosis lateral amiotrófica que le aquejó desde que tenía veinte años. Hawking fue, sin duda, un caso particular de vitalidad y resistencia frente al infortunio del destino.

Stephen Hawking
Biografía
El 8 de enero de 1942, día en que se cumplieron trescientos años de la muerte de Galileo, nació Stephen Hawking en la ciudad de Oxford. Como tantas otras de clase media, su familia soportaba con entereza los rigores de la Segunda Guerra Mundial; hacia el final de la contienda, un cohete V2 alemán cayó a pocas decenas de metros de su casa en Highgate, al norte de Londres. Tras cursar estudios secundarios, Hawking ingresó en el University College de Oxford, donde se licenció en 1962 con los títulos de matemático y físico. Por esa época era un chico de vida normal, cuyas singularidades eran únicamente su brillante inteligencia y un gran interés por las ciencias.
Pero en 1963, en el transcurso de una sesión de patinaje sobre hielo, el joven Stephen resbaló y tuvo dificultades para incorporarse. De inmediato se le diagnosticó un trastorno degenerativo neuromuscular, la ELA o esclerosis lateral amiotrófica. Los médicos supusieron que la enfermedad iba a acabar con su vida en pocos años; sin embargo, se equivocaron. Naturalmente, la vida de Stephen no fue la misma a partir de entonces, pero sus limitaciones físicas no interrumpieron en ningún momento su actividad intelectual; de hecho, más bien la incrementaron.
En octubre de 1962 había iniciado sus estudios de doctorado en el Trinity Hall de Cambridge. Solicitó trabajar con Fred Hoyle, pero el célebre astrónomo tenía demasiados pretendientes y la petición fue denegada; muchos años después, el propio Hawking vería el lado positivo: de haber sido aceptado, probablemente se hubiera visto obligado a defender la teoría del estado estacionario de Hoyle, desacreditada tras el descubrimiento de la radiación de fondo de microondas en 1965.

Con Jane Wayline el día de la boda (1965)
Mientras cursaba su doctorado se casó con Jane Wayline (1965), con quien tendría tres hijos. Tras casi veinticinco años de vida en común, en 1990 la pareja se separó y el científico se fue a vivir con Elaine Mason, una de las enfermeras que lo cuidaba y con la que cinco años más tarde contrajo matrimonio; esta segunda relación se prolongaría hasta 2007. Después de obtener el título de doctor en física teórica (1966), su pasión por el estudio del origen del universo fue en aumento, y sus investigaciones se centraron en el campo de la relatividad general, particularmente en la física de los agujeros negros, descrita por primera vez por Robert Oppenheimer en 1939.
Ciertamente, Hawking no sólo es comparable con Albert Einstein por su popularidad: al igual que el formulador de la teoría de la relatividad, Stephen Hawking se planteó la ambiciosa meta de armonizar la relatividad general y la mecánica cuántica, en busca de una unificación de la física que permitiese dar cuenta tanto del universo como de los fenómenos subatómicos. En 1971 sugirió la formación, a continuación del big bang, de numerosos objetos denominados «miniagujeros negros», que contendrían alrededor de mil millones de toneladas métricas de masa, pero ocuparían sólo el espacio de un protón, circunstancia que originaría enormes campos gravitatorios, regidos por las leyes de la relatividad.
Sus estudios sobre los miniagujeros negros lo llevarían a combinar por primera vez la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica para resolver el problema de estudiar estas estructuras de dimensiones muy reducidas y de densidad extraordinariamente elevada, sobre las que no se creía que se pudiese obtener algún conocimiento. En 1974 propuso, de acuerdo con las predicciones de la física cuántica, que los agujeros negros emiten radiación térmica hasta agotar su energía y extinguirse. Hawking ha explorado asimismo algunas singularidades del binomio espacio-tiempo.

Fotograma de La teoría del todo (2014), filme basado en la vida de Hawking
En 1974 Hawking fue designado miembro de la Royal Society y, tres años más tarde, profesor de física gravitacional en Cambridge, donde se le otorgó la cátedra Lucasiana de matemáticas (1980), que había sido dictada por tan egregias figuras como Isaac Newton y, más recientemente, Paul Dirac. Hawking continuaría ocupando dicha cátedra hasta su jubilación en 2009. Pero a medida que los logros intelectuales y los reconocimientos se iban sucediendo en su vida (recibió innumerables premios y doctorados honoris causa), también avanzaba el proceso degenerativo de su enfermedad. Primero la inmovilidad de sus extremidades lo llevó a depender de una silla de ruedas; después la parálisis se extendió a casi todo su cuerpo; en 1985 contrajo una neumonía que obligó a los médicos a practicarle una traqueotomía, tras lo cual perdió completamente el habla. A partir de entonces sólo pudo comunicarse mediante un sintetizador conectado a su silla, pero ni siquiera eso lo desmoralizó: escribió otros siete libros y siguió publicando artículos e impartiendo conferencias.
Un gran divulgador
Resulta una gran paradoja, sin duda, que un hombre que se involucró plenamente en la tarea de clarificar los conceptos científicos para el público medio (a diferencia de la mayoría de sus colegas, Hawking optó decididamente por la divulgación) hubiera de enfrentarse duramente con la dificultad de poder comunicarlos. No obstante, gracias a su empeño y tenacidad, no dejó de salvar los escollos que se derivaban de sus discapacidades físicas. En 1989, en ocasión de su visita a España para recibir el premio Príncipe de Asturias, Stephen Hawking subrayó la importancia de que los ciudadanos de a pie posean las nociones científicas suficientes para participar en los debates que abren los nuevos avances científicos y tecnológicos, evitando que todo quede en manos de los expertos.
Ése es el mensaje que se descubre en algunos de sus libros más famosos, como Historia del tiempo: del big bang a los agujeros negros (1988), que ha sido traducido a treinta y siete idiomas y del que en pocos años se vendieron más de veinte millones de ejemplares. En su propósito de hacer llegar el libro a un público amplio, Stephen Hawking renuncia a las fórmulas y a las exposiciones para especialistas, pero no abandona el tratamiento riguroso de la cuestión. Procede primero a una amplia exposición de las ideas cosmológicas actuales (el big bang y la expansión del universo), así como de los principales hallazgos de la física de las partículas, que explican a nivel subatómico cómo es la materia y las fuerzas que la gobiernan. Hawking pone de manifiesto la sorprendente convergencia de estas dos vías de investigación, que han dado nacimiento a una nueva disciplina: la astrofísica de las partículas.
En Historia del tiempo el autor aborda también, manteniendo siempre el tono de alta divulgación, temas como los agujeros negros y, además del origen, el posible destino del universo. Tampoco elude la pregunta que se formula el hombre común cuando se enfrenta a estas cuestiones: el papel de Dios en todos esos fenómenos, así como la creación del universo, punto en el que Stephen Hawking abandona el tratamiento rigurosamente científico para aventurarse en los inciertos caminos de la especulación metafísica.
Otro libros posteriores, como Agujeros negros y pequeños universos (1994), El universo en una cáscara de nuez (2002) o El gran diseño (2010), manifiestan una intención divulgativa todavía mayor que sus libros precedentes. Respecto a su bibliografía más especializada, sus esfuerzos para describir desde un punto de vista teórico las propiedades de los agujeros negros, así como la relación que estas propiedades guardan con las leyes de la termodinámica clásica y de la mecánica cuántica, han quedado recogidos en obras como The Large Scale Structure of Space-Time (1973, en colaboración con G.F.R. Ellis), Superspace and Supergravity (1981) y The Very Early Universe (1983).