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sábado, 27 de junio de 2020

Levantamiento del gueto de Varsovia, una resistencia heroica

Se conoce como Levantamiento del gueto de Varsovia a la resistencia de los judíos polacos bajo la ocupación nazi en 1943 a las deportaciones de Varsovia al campo de exterminio de Treblinka. La revuelta comenzó el 19 de abril de 1943 y fue aplastada cuatro semanas después, el 16 de mayo.  

Como parte de la Solución Final de Adolf Hitler para librarse de los judíos de Europa, los nazis establecieron guetos en áreas bajo control alemán para confinar a los judíos hasta que pudieran ser ejecutados. El gueto de Varsovia fue uno de ellos: delimitado por una pared de ladrillos tres metros de altura y 18 kilómetros de largo, comprendía el antiguo barrio judío de Varsovia. Los nazis llevaron a los judíos de las áreas circundantes a este distrito hasta el verano de 1942. Casi 500 000 de ellos vivían dentro de sus 340 hectáreas. Muchos vivían en la calle o convivían hacinados. El hambre y las enfermedades infecciosas mataban a miles de judíos cada mes.  

A partir del 22 de julio de 1942, las transferencias al campo de exterminio de Treblinka comenzaron a un ritmo de más de 5000 judíos al día. Entre julio y septiembre de 1942, los nazis enviaron a unos 265 000 judíos de Varsovia a Treblinka. Solo quedaban unos 55 000 en el gueto. Mientras continuaban las deportaciones, la desesperación dio paso a la determinación de resistir. Un grupo de rebeldes, la Organización de Lucha Judía, fue poco a poco tomando el control del gueto.  

El 9 de enero de 1943, Heinrich Himmler, el jefe de las SS, visitó el gueto de Varsovia ordenando la deportación de otros 8000 judíos. Tal cantidad de deportaciones sorprendieron a los judíos, y los residentes del gueto pensaron que había llegado el fin. Haciendo uso de los muchos escondites que se habían creado desde abril, los judíos no formaron según lo ordenado: la resistencia entró en acción.   
Los combatientes judíos atacaban rápidamente y luego escapaban por los tejados. Las tropas alemanas, por otro lado, se movían con cautela. Cuando las deportaciones cesaron, los judíos interpretaron esto como una victoria. A partir de entonces, la resistencia dominó el gueto.  

Pero los alemanes solo habían suspendido las deportaciones hasta el 19 de abril, cuando Himmler lanzó una operación especial para limpiar el gueto en honor del cumpleaños de Adolf Hitler, el 20 de abril. El 19 de abril también fue el primer día de la Pascua, los días santos judíos que celebraban la libertad de la esclavitud en Egipto.   

Antes del amanecer del 19 de abril, 2000 hombres de las SS y las tropas del ejército alemán se trasladaron al área del gueto con tanques y artillería. Mientras que la mayoría de los judíos restantes se escondieron en búnkeres, algunas bandas independientes de guerrilleros judíos, en total unos 1500 soldados, abrieron fuego.  

Los alemanes se retiraron por la noche. Al día siguiente, la lucha se reanudó y las bajas aumentaron. Al tercer día las tácticas de los alemanes cambiaron. Ya no entraban al gueto en grandes grupos, sino que lo recorrían en pequeñas bandas. Luego, tomaron la decisión de quemar todo el gueto.  

Los alemanes habían planeado liquidar el gueto en tres días, pero los judíos durante casi un mes. Los combatientes de la resistencia lograron esconderse en las alcantarillas, a pesar de que los alemanes intentaron primero inundarlos y luego obligarlos a salir con bombas de humo. No fue hasta el 8 de mayo que los nazis lograron tomar el búnker de la sede de la resistencia. Los civiles escondidos allí se rindieron, pero muchos de los combatientes se suicidaron para evitar ser capturados vivos.  

La batalla continuó hasta el 16 de mayo, volviéndose esporádica a medida que se agotaban las municiones judías. Las cifras totales de víctimas del levantamiento son inciertas, pero los alemanes probablemente perdieron varios cientos de soldados durante los 28 días que los llevó matar o deportar a más de 40 000 judíos

Se proclama la Segunda República

El 13 de abril de 1931, el monarca Alfonso XIII tuvo que enfrentarse a los resultados de las elecciones municipales: la candidatura monárquica apenas había logrado vencer en 9 capitales de provincia. La republicana, en 41.  

El 14 de abril de 1931, con Alfonso XIII camino del exilio, una muchedumbre entusiasmada se reunía en la madrileña Puerta del Sol para celebrar la proclamación de la Segunda República, apodada La Niña Bonita. Se instauraba así un nuevo régimen en España.  

La historia de la Segunda República se divide en cuatro fases distintas: primero, el Gobierno Provisional, que duró hasta que la cuestión religiosa forzó su renuncia en octubre de 1931. Fue un gobierno de coalición presidido por Niceto Alcalá Zamora, un ex monárquico convertido al republicanismo, pero católico. Otro católico conservador, Miguel Maura, fue ministro del interior. La coalición incluyó a todos los grupos representados: los radicales de Lerroux, la izquierda catalana, los socialistas y los republicanos de izquierda dominados por Manuel Azaña.  

En segundo lugar, los gobiernos de los republicanos y socialistas de izquierda, que gobernaron desde octubre de 1931 y fueron derrotados en las elecciones de noviembre de 1933. En tercer lugar, el gobierno conservador de los republicanos radicales y la derecha católica de noviembre de 1933 a febrero de 1936, que fue puntuado por la revolución de octubre de 1934 y terminó con la victoria electoral del Frente Popular en febrero de 1936. Por último, el gobierno del Frente Popular, que culminó con el levantamiento militar de julio de 1936, desencadenando la Guerra Civil española. 

Fray Luis de León es encarcelado

Fray Luis de León, uno de los grandes poetas religiosos del Siglo de Oro español y principal figura de la literatura ascética (esa que se trata los caminos para alcanzar la perfección ética y moral), fue encarcelado en Valladolid el 27 de marzo de 1572. ¿El motivo? Un tribunal de la Inquisición le condenó por criticar las traducciones hechas de las sagradas escrituras en la Vulgata y el Cantar de los Cantares.

Nacido en Belmonte (Cuenca) en 1527, provenía de una familia de origen judío en la que se había encontrado a varios falsos conversos. Decidió ingresar en la orden agustina y cursó sus estudios en Alcalá de Henares y Salamancauniversidad en la que desempeñaría gran parte de su labor como profesor en las cátedras de Filosofía moral y Sagradas Escrituras. El pensamiento crítico y humanista de Fray Luis de León le llevarían los colores a las órdenes religiosas en más de una ocasión, lo que hizo que se ganase algún que otro enemigo. Entre ellos se encontraban León de Castro y Bartolomé de Medina, quienes serían responsables de la denuncia y, por lo tanto del encarcelamiento hasta 1576. Tras ser puesto en libertad, recuperaría su puesto en la cátedra te Teología y volvería a dar clase, según la creencia popular, empezando con la frase “Decíamos ayer…”. Fray Luis de León murió el 23 de agosto de 1591 en el convento de San Agustín de Madrigal de las Altas Torres (Ávila).

Humanista empedernido y conocedor de los autores del mundo clásico, la fama de Fray Luis de León vino sobre todo por su obra poética, publicada por primera vez de manera póstuma por Francisco de Quevedo, en el año 1637. Buscando la perfección y el cuidado en ritmo, estilo, lenguaje y rima, muchos expertos consideran que la obra de Fray Luis de León es imprescindible para comprender a los grandes autores que le seguirían. Tal vez uno de sus poemas más conocidos sea la Oda I – Vida retirada. 

Egipto e Israel ratifican los Acuerdos de Camp David

El 26 de marzo de 1979, el líder egipcio Anwar el-Sadat y el primer ministro israelí Menájem Beguín se reunieron con Jimmy Carter en la Casa Blanca y ratificaron los Acuerdos de Paz de Camp David, que habían sido firmados en septiembre del año anterior y que ponían fin a los enfrentamientos entre Egipto e Israel como en el marco del conflicto palestino-israelí.

Oriente Medio llevaba años siendo una zona conflictiva tanto por la intervención de las potencias occidentales como por el empeño de las distintas naciones de la región de sacar provecho a costa de sus vecinos. La constitución del estado de Israel en 1948 dio lugar a la Primera Guerra árabe-israelí, a la que seguirían la Guerra de Suez (1956), la Guerra de los Seis Días (1967) y la Guerra de Yom Kippur (1973). Egipto, por entonces liderado por Gamal Abdel Nasser, se convirtió en el líder del movimiento panarabista y dio comienzo a una refriega constante contra Israel, principalmente por los territorios de la península del Sinaí.

Aunque Israel salió victoriosa en todas las contiendas, la situación cambió en 1973 con la Guerra del Yom Kippur, una acción militar egipcia en la que el nuevo presidente Anwar el-Sadat quería demostrar la coordinación y fuerza que podía desplegar su nación para, así, hacer que Israel se plantease la opción de alcanzar un acuerdo de paz con ellos y eliminar una amenaza próxima sin disparar una sola bala. Así se empezaron a gestar los Acuerdos de Camp David, con los Estados Unidos del simpático Jimmy Carter como mediador y cuyas negociaciones empezarían en 1978. En los documentos del acuerdo se establecía que habría una autoridad independiente palestina en los territorios ocupados por Israel, el reconocimiento de los derechos del pueblo palestino o el cumplimiento de la resolución 242 de la ONU por la que Israel devolvería los territorios ocupados a Egipto y el resto de países colindantes durante la Guerra de los Seis Días.

La ratificación firmada en marzo del 79, llamada Marco para la conclusión del tratado de paz entre Egipto e Israel, supuso la retirada de las tropas israelíes de la península del Sinaí y el restablecimiento de las relaciones comerciales y democráticas de ambas naciones, además de la favorable relación que Egipto consiguió con los Estados Unidos y que le permitió distanciarse de la Unión Soviética durante la última década de la Guerra Fría, así como una serie de subsidios y de envíos de material militar.

Si bien los Acuerdos de Camp David fueron vistos como un hecho sin precedentes y tanto Beguín como Sadat recibieron el Nobel de la Paz por ellos, lo cierto es que sus consecuencias fueron más allá de lo esperado. Egipto fue visto como un traidor para la causa panarabista, expulsado de la Liga Árabe durante una década y Anwar el-Sadat asesinado en 1981. Aunque la situación se suavizó en Oriente Medio, no se alcanzó la paz que tantos anunciaban y sigue siendo una de las zonas más conflictivas del mundo aun en la actualidad.