Fray Luis de León, uno de los grandes poetas religiosos del Siglo de Oro español y principal figura de la literatura ascética (esa que se trata los caminos para alcanzar la perfección ética y moral), fue encarcelado en Valladolid el 27 de marzo de 1572. ¿El motivo? Un tribunal de la Inquisición le condenó por criticar las traducciones hechas de las sagradas escrituras en la Vulgata y el Cantar de los Cantares.
Nacido en Belmonte (Cuenca) en 1527, provenía de una familia de origen judío en la que se había encontrado a varios falsos conversos. Decidió ingresar en la orden agustina y cursó sus estudios en Alcalá de Henares y Salamanca, universidad en la que desempeñaría gran parte de su labor como profesor en las cátedras de Filosofía moral y Sagradas Escrituras. El pensamiento crítico y humanista de Fray Luis de León le llevarían los colores a las órdenes religiosas en más de una ocasión, lo que hizo que se ganase algún que otro enemigo. Entre ellos se encontraban León de Castro y Bartolomé de Medina, quienes serían responsables de la denuncia y, por lo tanto del encarcelamiento hasta 1576. Tras ser puesto en libertad, recuperaría su puesto en la cátedra te Teología y volvería a dar clase, según la creencia popular, empezando con la frase “Decíamos ayer…”. Fray Luis de León murió el 23 de agosto de 1591 en el convento de San Agustín de Madrigal de las Altas Torres (Ávila).
Humanista empedernido y conocedor de los autores del mundo clásico, la fama de Fray Luis de León vino sobre todo por su obra poética, publicada por primera vez de manera póstuma por Francisco de Quevedo, en el año 1637. Buscando la perfección y el cuidado en ritmo, estilo, lenguaje y rima, muchos expertos consideran que la obra de Fray Luis de León es imprescindible para comprender a los grandes autores que le seguirían. Tal vez uno de sus poemas más conocidos sea la Oda I – Vida retirada.
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