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viernes, 15 de mayo de 2020

Janet Jackson

Janet Jackson

En el año 1966 nació Janet Jackson, hermana menor de la estrella pop Michael Jackson.

La pequeña de la familia, comenzó su carrera con 7 años, cuando se le despertó el interés por la música y a los 10 años se convirtió en actriz.
En 1977 participó en series como “Good Times” y “A Different Kind of Family”.

Luego de un tiempo de haber conocido el ambiente televisivo, hizo apariciones en la recordada serie “Blanco y Negro”.

Al año siguiente fue el espíritu de cantante el que despertó en Janet y la discográfica A&M la contrató sin dudarlo tras escuchar algunas cintas de demostración, para la grabación de cuatro álbumes.

El primer disco de la Janet, fue titulado simplemente “Janet Jackson”.
Podría decirse que Janet Jackson despegó en 1986, cuando apareció “Control”, el disco que le brindó alegría tras alegría.

A finales de 1989 lanzó su siguiente álbum llamado “Rythm Nation 1814”, el cual la impulsó a su primera gira norteamericana.

Acto seguido Janet decide firmar un contrato multimillonario con Virgin.

En 1993 publica el álbum "Janet" con el que consiguió muchísimo éxito en Europa y en España con canciones como "If" y "That's The Way Love Goes", y también fue con uno de sus singles, "Again", que consigue la nominación a los Oscar de Hollywood.

Luego de varios años Janet regresó a la pantalla, en esta ocasión, a la pantalla grande, y actuó en la segunda parte de “El Profesor Chiflado”.

En 2004 Jackson publicó un nuevo álbum llamado “Damita JO”, seguido del escándalo protagonizado por Janet en una actuación junto al cantante Justin Timbrelake, en el que dejó al descubierto uno de sus senos.
Janet pidió disculpas por lo ocurrido y este incidente lamentablemente influyó en las ventas.

En el 2005 Janet protagonizó varias paginas de revistas famosas, por haber engordado más de veinte kilogramos, por distintos motivos; y es asi que decide realizar una dieta, la cual trae resultados satisfactorios.

Janet regresa en el 2006 con un nuevo álbum titulado "20 Y.O.".


Alejandro Magno

(Alejandro III de Macedonia; Pella, Macedonia, 356 a.C. - Babilonia, 323 a.C.) Rey de Macedonia cuyas conquistas y extraordinarias dotes militares le permitieron forjar, en menos de diez años, un imperio que se extendía desde Grecia y Egipto hasta la India, iniciándose así el llamado periodo helenístico (siglos IV-I a.C.) de la Antigüedad.

Busto de Alejandro Magno
Su padre, el monarca Filipo II de Macedonia, había convertido esta región, antaño fronteriza con Grecia y escasamente helenizada, en un poderoso reino que ejercía una pujante hegemonía sobre las ciudades-estado griegas. Filipo II había preparado a su hijo para gobernar, proporcionándole una experiencia militar y encomendando su formación intelectual a Aristóteles, quien despertó en el joven Alejandro su admiración por la cultura griega y las antiguas epopeyas, particularmente por la Ilíada de Homero. Habiendo ya acreditado su valor y pericia en el campo de batalla, Alejandro sucedió con sólo veinte años a su padre, asesinado en el año 336 a.C.
Alejandro Magno dedicó los primeros años de su reinado a imponer su autoridad sobre los pueblos sometidos a Macedonia, que habían aprovechado la muerte de Filipo para rebelarse. Y enseguida (en el 334) lanzó a su ejército contra el poderoso y extenso Imperio Persa o Aqueménida, fundado dos siglos antes por Ciro el Grande (579-530 a.C.), continuando así la empresa que su padre había iniciado poco antes de morir: una guerra de venganza de los griegos (bajo el liderazgo de Macedonia) contra los persas.
Con un ejército pequeño (unos 30.000 infantes y 5.000 jinetes), Alejandro Magno se impuso invariablemente sobre sus enemigos, merced a su excelente organización y adiestramiento, así como al valor y al genio estratégico que demostró; las innovaciones militares introducidas por Filipo II (como la táctica de la línea oblicua) suministraban ventajas adicionales.

Alejandro Magno en la batalla de Issos
(detalle de un mosaico hallado en Pompeya)
Alejandro recorrió victorioso el Asia Menor (batalla de Gránico, 334), Siria (Issos, 333), Fenicia (asedio de Tiro, 332), Egipto y Mesopotamia (Gaugamela, 331), hasta tomar las capitales persas de Susa (331) y Persépolis (330). El último emperador persa, Darío III, fue asesinado por uno de sus sátrapas o gobernadores provinciales, Bessos, para evitar que se rindiera. Bessos continuó la resistencia contra Alejandro en el Irán oriental.
Una vez conquistada la capital de los persas, Alejandro licenció a las tropas griegas que le habían acompañado durante la campaña y se hizo proclamar emperador, relevando a la dinastía aqueménida. Enseguida lanzó nuevas campañas de conquista hacia el este: derrotó y dio muerte a Bessos y sometió Partia, Aria, Drangiana, Aracosia, Bactriana y Sogdiana.

Las campañas de Alejandro Magno
Dueño del Asia central y del actual Afganistán, Alejandro Magno se lanzó a conquistar la India (327-325), albergando ya un proyecto de dominación mundial. Aunque incorporó la parte occidental de la India (vasallaje del rey Poros), hubo de renunciar a continuar avanzando hacia el este por el amotinamiento de sus tropas, agotadas por tan larga sucesión de conquistas y batallas.
Con la conquista del Imperio Persa, Alejandro descubrió el grado de civilización de los orientales, a los que antes había tenido por bárbaros. Concibió entonces la idea de unificar a los griegos con los persas en un único imperio en el que convivieran bajo una cultura de síntesis (año 324). Para ello integró un gran contingente de soldados persas en su ejército, organizó en Susa la «boda de Oriente con Occidente» (matrimonio simultáneo de miles de macedonios con mujeres persas) y él mismo se casó con dos princesas orientales: una princesa de Sogdiana y la hija de Darío III.
La reorganización de aquel gran Imperio se inició con la unificación monetaria, que abrió las puertas a la creación de un mercado inmenso; se impulsó el desarrollo comercial con expediciones geográficas como la mandada por Nearcos, cuya flota descendió por el Indo y remontó la costa persa del Índico y del golfo Pérsico hasta la desembocadura del Tigris y el Éufrates. También se construyeron carreteras y canales de riego. La fusión cultural se hizo en torno a la imposición del griego como lengua común (koiné). Y se fundaron unas setenta ciudades nuevas, la mayor parte de ellas con el nombre de Alejandría (la principal en Egipto y otras en Siria, Mesopotamia, Sogdiana, Bactriana, India y Carmania).
La temprana muerte de Alejandro a los 33 años, víctima del paludismo, le impidió consolidar el imperio que había creado y relanzar sus conquistas; de hecho, el imperio de Alejandro Magno apenas sobrevivió a la muerte de su creador. Se desencadenaron luchas sucesorias en las que murieron las esposas e hijos de Alejandro, hasta que el imperio quedó repartido entre sus generales (los diádocos): SeleucoPtolomeo, Antígono, Lisímaco y Casandro; Ptolomeo, autor de una biografía suya, inició en Egipto una dinastía destinada a prolongarse hasta los tiempos de la célebre Cleopatra. Los Estados resultantes fueron los llamados reinos helenísticos, que mantuvieron durante los siglos siguientes el ideal de Alejandro de trasladar la cultura griega a Oriente, al tiempo que insensiblemente dejaban penetrar las culturas orientales en el Mediterráneo.

Vicente Aleixandre

(Sevilla, 1898 - Madrid, 1984) Poeta español, destacado miembro de la Generación del 27. Considerado uno de los grandes poetas españoles del siglo XX, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1977.

Vicente Aleixandre
Hijo de un ingeniero de ferrocarril, Vicente Aleixandre pertenecía a la burguesía media acomodada. Cuando tenía dos años de edad, su familia se trasladó a Málaga, ciudad a la que el poeta llama en su obra "el Paraíso", pues en ella transcurrió toda su infancia. En 1909, la familia Aleixandre se instaló en Madrid, donde el futuro poeta cursó el bachillerato y, ya en plena juventud, las carreras de Derecho y Comercio. Se especializó en Derecho Mercantil, materia que luego enseñó como profesor en la Escuela de Comercio de Madrid (1920-1922).
Desde 1917, año en el que conoció a Dámaso Alonso en Las Navas del Marqués (un pequeño pueblo de Ávila en donde ambos veraneaban), Vicente Aleixandre se venía relacionando con los jóvenes de su generación que sentían inquietudes literarias. Gracias a los consejos de Dámaso, empezó a leer a los grandes poetas del pasado reciente, como el romántico Gustavo Adolfo Bécquer y el modernista Rubén Darío; pero también a otros autores extranjeros de gran renombre, como los simbolistas franceses. Sintió, a partir de entonces, la necesidad de escribir poesía.
Estuvo gravemente enfermo en los años veinte, y, a partir de entonces, su salud fue muy delicada. Padeció una tuberculosis que le afectó un riñón y provocó que le tuvieran que extirpar este órgano. Mientras se recuperaba de esta operación, escribió algunos poemas que comenzaron a darle gran fama hacia 1926, cuando aparecieron en una de las publicaciones culturales más prestigiosas de la época: la Revista de Occidente. A partir de este reconocimiento literario, se hizo amigo de otros jóvenes poetas de la Generación del 27, como Federico García Lorca y Luis Cernuda.
Después de la guerra, Aleixandre (que fue uno de los pocos autores de su generación que se quedó en España) continuó desarrollando una trayectoria poética muy personal. En 1949 fue elegido miembro de la Real Academia Española, y desde entonces fue el gran maestro y protector de los jóvenes poetas españoles de la segunda mitad del siglo XX, que acudían a visitarle con frecuencia a su casa de Madrid, donde siempre había tertulias literarias y lecturas de versos. Murió siete años después de haber recibido un Premio Nobel con el que, según muchos críticos, no sólo se reconocía universalmente su obra, sino la de toda la Generación del 27.
La poesía de Vicente Aleixandre
Vicente Aleixandre fue un poeta total, entregado de lleno al cultivo de la poesía. No escribió obras en otros géneros. Sus escasos textos en prosa (en los que describe a otros poetas y escritores que conoció) son tan poéticos como sus versos; y sus ensayos literarios son, en su mayoría, escritos de encargo.
Sus primeras obras presentan las mismas huellas que casi todos sus compañeros de generación: el pasado reciente (Bécquer y Darío), los grandes maestros vivos que les sirven como guías (Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado) y la poderosa atracción de la Vanguardia (y, en particular, del Surrealismo). En concreto, su primer libro, Ámbito (1928), tiene clara influencia de Juan Ramón Jiménez y se abre hacia la contemplación desde el interior.

Un manuscrito autógrafo de Aleixandre
En obras posteriores como Espadas como labios (1932) y Pasión de la tierra (1928-29), se separó de la llamada poesía pura y adoptó la experiencia renovadora del surrealismo, con una visión panteísta de la naturaleza y un erotismo romántico. Aleixandre asimiló tan bien las técnicas y el estilo propios del surrealismo que, según muchos críticos, fue el principal poeta surrealista español. Esta misma línea sigue La destrucción o el amor (1935), que mereció el Premio Nacional de Literatura.
La cosmovisión de Aleixandre (que ha sido estudiada magistralmente por el poeta y crítico Carlos Bousoño) cuaja de modo definitivo en Sombra del paraíso (1944), obra que une sus dos épocas de creación. Otras obras son Mundo a solas (1950), que incluye poesías de 1934 y 1935, y Nacimiento último (1953), con textos de 1927 hasta 1952.
Hacia 1954, inicia una nueva época con obras como En un vasto dominio (1962), Presencias (1965) o Retratos con nombre (1965). En ellas, su poesía se vuelve más sencilla y directa, menos cargada de complicaciones surrealistas. La mirada del poeta es ahora más humana, se acerca mucho más a las cosas cotidianas, al mundo que le rodea. Para el poeta, el hombre es un ser que sufre, pero que sabe sobrellevar este sufrimiento con dignidad y valentía.
En la tercera y última etapa de su poesía, Vicente Aleixandre se presenta como un hombre maduro que asume la vejez y acepta, con elegancia, la proximidad inevitable de la muerte. Los libros más destacados de este período de ecos metafísicos son Poemas de la consumación (1968) y Diálogos del conocimiento (1974). Ya póstuma aparece En gran noche (1991), donde se recogen muchas composiciones inéditas. En prosa, es autor de Los encuentros (1958 y 1985), donde rescata a escritores de varias épocas, y de una colección de cartas y artículos titulada Prosas recobradas (1987).

Vicente Fernández

(Huentitán el Alto, Jalisco, 1940) Cantante mexicano, último de los intérpretes míticos de la canción ranchera. Este género romántico y sentimental, cuyos orígenes se remontan al siglo XIX y que tuvo su cuna en el estado de Jalisco, conoció gran difusión a partir de los años 30 y 40 del siglo XX de la mano de los mariachis, conjuntos musicales de atuendo y repertorio tradicionales que incursionaron con éxito en la radio y en el cine y cobraron un inmensa popularidad.

Vicente Fernández
Consolidada y convertida en la música nacional mexicana por excelencia tanto en el propio país como en el extranjero, la ranchera vivió su periodo áureo en los años 50, época a la que pertenece su mejor compositor e intérprete: José Alfredo Jiménez. Cuando Jiménez falleció a principios de los 70, el gran Vicente Fernández tomó el relevo para vivificar el género y evitar lo que parecía el inicio de un franco declive. Canciones como Volver, Volver (1972) hicieron de él un ídolo y una referencia indiscutible, y su prolífica actividad concertística y discográfica lo mantendría en lo más alto del panorama musical nacional durante décadas.
Biografía
Vicente Fernández Gómez nació el 17 de febrero de 1940 en la localidad mexicana de Huentitán el Alto, en tierras de Jalisco. Su familia era de clase humilde y desde muy niño se vio obligado a trabajar en diferentes oficios para ganar algo de dinero y poder sobrevivir dignamente. Nada en sus orígenes ni ancestros hacia presagiar que con los años se le conocería como El charro de Huentitán y recibiría de sus admiradores calificativos tan elogiosos como El rey de la canción ranchera.
El pequeño Chente, como era familiarmente llamado entonces, tenía sin embargo ideas claras: su ídolo era el también cantante de rancheras y actor Pedro Infante, cuyas películas devoraba en el cine. Quería ser como él, y a los ocho años comenzó a rasguear la guitarra y a cantar las rancheras que oía en la radio. Los inicios no fueron fáciles: había que compaginar la música con la supervivencia, estar dispuesto a actuar en los más precarios escenarios y aprovechar la más pequeña oportunidad para darse a conocer, ni que fuese en círculos reducidos o en certámenes de aficionados.

Vicente Fernández
A los 21 años, mientras actuaba en el restaurante Amanecer Tapatío (cantando tanto en el escenario como entre las mesas), debutó en el programa de televisión La Calandria Musical, donde ganó su primer sueldo como cantante: 35 pesos. Ello le hizo plantearse su futuro profesional y decidió dejar sus demás actividades para llegar a ser cantante y actor. Con este objetivo se trasladó a vivir a Ciudad de México y actuó durante una temporada en la formación Mariachi Amanecer.
Después de estos conciertos, Vicente Fernández participó en el grupo Mariachi Aguilar con Felipe Arriaga y se presentó en el Teatro Blanquita de México. También entró a trabajar en Televisa, donde conoció a Raúl Velasco, y empezó a ser apreciado y conocido por el público. Su carrera despegó definitivamente cuando la discográfica CBS le ofreció un contrato y grabó su primer álbum, El Fabuloso Vicente Fernández (1965), y alcanzaría un primer momento culminante con ¡Arriba Huentitán! (1972), que contenía el más universal de sus grandes éxitos: Volver, Volver.

Vicente Fernández en concierto
Iniciaba así una trayectoria que se prolongaría durante más de cuatro décadas, a lo largo de las cuales Vicente Fernández alternó la interpretación de rancheras y otros géneros tradicionales con temas nuevos. Junto al citado Volver, Volver (1972), cabe destacar Tu camino y el mío (1969), Que Dios te perdone (1977), Mujeres Divinas (1988), Acá entre nos (1992), Aunque mal paguen ellas (2005) y Estos celos (2007). Entre los mejores recuerdos de su carrera musical está un día muy especial: el 15 de septiembre de 1984, cuando cantó en la Plaza Monumental de Toros de México ante más de cincuenta mil personas. Todavía hoy es el único artista que ha conseguido tan magna audiencia. El cantante es tan famoso en su país que las emisoras de radio mexicanas han instituido la celebración cada 15 de septiembre del Día de Vicente Fernández.
Al igual que Pedro Infante, su gran ídolo, la fama adquirida como cantante permitió a Vicente Fernández emprender su carrera en el cine. Debutó en 1971 en la película Tacos al carbón, y tres años después protagonizó y compuso la banda sonora de su primer gran éxito en el celuloide: La ley del monte (1974). Durante veinte años compaginó ambas actividades, llegando a participar en más de treinta películas antes de retirarse del cine en 1991, cuando, por razones de edad, creyó no estar ya en condiciones de dar la suficiente dignidad al charro (el orgulloso y varonil jinete y hombre de campo, con su atuendo tradicional), el personaje que con más frecuencia interpretó.
Vicente Fernández interpreta Volver, volver en un histórico concierto
(Plaza Monumental de Toros de México, 15 de septiembre de 1984)
Su extensísima discografía comprende más de 80 álbumes contando los numerosos recopilatorios y discos en directo. A ello hay que sumarle la aparición en 2002 de Vicente Fernández 35 aniversario, Lo mejor de Lara, un álbum que se realizó en homenaje a su larga y significativa carrera artística y a la obra de un no menos célebre compositor mexicano: Agustín Lara. En 2012, cuando anunció que pensaba retirarse tras una última gira de despedida, llevaba vendidas más de 75 millones de copias de sus discos.
Además de la gran acogida que siempre han logrado las rancheras de Vicente Fernández entre su público, el intérprete cuenta con un extenso currículum de reconocimientos y homenajes tanto a nivel nacional como internacional, que llegaron en su mayor parte de forma tardía, a partir de la década de 1990. Su álbum Vicente Fernández y las clásicas de José Alfredo Jiménez (1991) le valió el premio Billboard; entre 1989 y 2014 mereció en catorce ocasiones, en diversas modalidades, el premio Lo Nuestro que la cadena Televisa otorga a lo más granado de la música latina; Hollywood le concedió una de sus estrellas en el Paseo de la Fama en el año 1998, ceremonia a la que asistieron cinco mil personas; finalmente, en 2010, obtuvo el Grammy al mejor álbum mexicano por Necesito de ti (2009).