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viernes, 13 de marzo de 2020

Séneca [Lucio Anneo Séneca]

                                  

(Córdoba, h. 4 - Roma, 65) Filósofo hispanorromano. Perteneció a una familia acomodada de la provincia Bética del Imperio Romano. Su padre fue un retórico de prestigio, cuya habilidad dialéctica fue muy apreciada luego por los escolásticos, y cuidó de que la educación de su hijo en Roma incluyera una sólida formación en las artes retóricas, pero Séneca se sintió igualmente atraído por la filosofía, recibiendo enseñanzas de varios maestros que lo iniciaron en las diversas modalidades de la doctrina estoica por entonces popular en Roma.
Emprendió tempranamente la carrera política, se distinguió como abogado y fue nombrado cuestor. Su fama, sin embargo, disgustó a Calígula, quien estuvo a punto de condenarlo en el 39. Al subir Claudio al trono en el año 41, Séneca fue desterrado a Córcega, acusado de adulterio con una sobrina del emperador. Ocho años más tarde fue llamado de nuevo a Roma como preceptor del joven Nerón, y cuando éste sucedió a Claudio en el 54, se convirtió en uno de sus principales consejeros, cargo que conservó hasta que en el 62, viendo que su poder disminuía, se retiró de la vida pública.
En el 65 fue acusado de participar en la conspiración de Pisón, con la perspectiva, según algunas fuentes, de suceder en el trono al propio Nerón; éste le ordenó suicidarse, decisión que Séneca adoptó como liberación final de los sufrimientos de este mundo, de acuerdo con su propia filosofía.
En general, su doctrina era la de los antiguos estoicos, aunque, en numerosos aspectos, incorporó a ella su propia visión personal y hasta la de pensadores de escuelas antagónicas, como Epicuro, al que cita a menudo en términos aprobatorios; con ello no hizo sino ejemplificar el espíritu ecléctico y sintético característico del «estoicismo nuevo» propio de su época, del cual fue el máximo exponente.
La filosofía era, para él, un asunto fundamentalmente práctico, cuyo principal objetivo era el de encaminar a los hombres hacia la virtud, comunicándoles el conocimiento de la naturaleza del mundo y de su propio lugar en él para que ello los hiciera capaces de guiar sus vidas de acuerdo con la voluntad divina. En este sentido, la lógica y la física proporcionan un fundamento a la ética pero no ocupan su lugar, sino que están subordinadas a ella como lo estaban ya en el antiguo estoicismo; a este último, Séneca aporta esfuerzo, que aplica a persuadir del deber de obrar y pensar rectamente, más que a demostrar la verdad de un conjunto de enunciados éticos normativos.
Se vale, para ello, de la descripción vívida de los beneficios de la virtud y las desventajas del vicio; en la comprensión de que todos los bienes y males de este mundo son transitorios radica la autosuficiencia del verdadero sabio, quien, para conseguirla, debe liberarse de sus emociones, juicios equivocados acerca del valor de las cosas. El tono moral de Séneca está cargado de acentos religiosos que lo aproximan al teísmo y llevaron a pensar en la posibilidad de que fuera cristiano, circunstancia que trató de probarse a través de una supuesta correspondencia con San Pablo, que resultó ser apócrifa.

En sus escritos sobre ciencias naturales trató, en particular, de los terremotos y su relación con los volcanes; aunque, en general, recogió las opiniones de los antiguos sobre diversos temas, añadió algunas reflexiones personales interesantes, como el vaticinio de una futura explicación de los cometas como verdaderos cuerpos celestes.
Fue también autor de nueve piezas dramáticas, inspiradas en modelos griegos clásicos y que son, de hecho, estudios de las tensiones emocionales a que se ven sometidos los personajes, destinadas a ser leídas más que representadas; escribió así mismo una magistral y mordaz sátira de la deificación del emperador Claudio.

Octavia

                                

(42-62 d.J.C.) Emperatriz romana. Hija del emperador Claudio I y de su tercera esposa Mesalina, tras la muerte de ésta su madrastra la casó con el futuro Nerón (53 d.J.C.), quien diez años más tarde, siendo ya emperador, la repudió a petición de su amante Popea Sabina, aduciendo que era estéril. Ante la simpatía que despertaba entre el pueblo, la acusó de adulterio, la desterró a la isla Pandataria y le ordenó cortarse las venas.
La figura histórica de Octavia se convirtió en la heroína literaria de una tragedia de la época, que se le atribuyó por error al filósofo hispanorromano Séneca. La obra, que no puede ser de Séneca, indudablemente pertenece a algún autor de la generación inmediata posterior a los primeros Flavios, cuando aún no se había apagado el recuerdo de los hechos dramatizados; es el único ejemplo de "praetexta", es decir, de tragedia latina con un argumento nacional. La acción de Octavia tiene lugar en Roma, el año 62; el emperador Nerón, que odia a su esposa Octavia, hija de Claudio I y de Mesalina, la repudia a pesar de la oposición de Séneca, para poderse casar con la ambiciosa Popea, de la que está locamente enamorado. La sombra de Agripina se le aparece a Popea la noche misma de su boda y la nueva emperatriz queda turbada por siniestros presentimientos. El pueblo, indignado, se subleva a favor de Octavia, pero Nerón logra sofocar la rebelión y ordena al prefecto que deporte a Octavia a la isla de Pandataria, donde se cumplirá la sentencia de muerte. La obra termina con la marcha de la joven y las lamentaciones de sus partidarios.
El desconocido autor de esta tragedia siguió fielmente la historia, aunque se permitió algunas libertades y redujo la acción al menor período de tiempo posible. El carácter de Octavia es pasivo y monótono, mientras que el de Nerón está dibujado con vivacidad y el de Séneca resulta idealizado. Se observan numerosas analogías, tanto en la forma como en la estructura, con las tragedias de Séneca, e incluso con su obras filosóficas, que al parecer el autor de la tragedia conocía a fondo.
En esta obra y en los Anales de Tácito se inspiró la tragedia Octavia (Ottavia), de Vittorio Alfieri (1749-1803). Publicada en 1784, la obra no puede ciertamente contarse entre las mejores del autor. En ella Octavia, desterrada por Nerón, es convocada en la corte para disculparse de la falsa acusación de adulterio y, tras haber sido condenada por Popea, la nueva esposa del emperador, y por Tigelino, su ministro, se libra de una muerte ignominiosa ingiriendo un veneno. La poesía de la obra se centra principalmente en la figura de Octavia: es otra de las víctimas que recreó la fantasía de Alfieri, no heroica como Antígona, pero consciente de su destino y convencida de que ya nada puede darle la vida, y llena a la vez de dignidad y de debilidad femenina. Destaca por su belleza la escena en la que pide el veneno a Séneca, porque, aunque está dispuesta a afrontar la muerte, no quiere sufrir la vergüenza del suplicio que le ha preparado Nerón.
Octavia es también un personaje central de Octavia romana, una voluminosa novela en seis libros de Anton Ulrich, duque de Braunschweig (1633-1714), publicada en forma completa en 1711. La acción empieza a fines del reinado de Nerón, precisamente en el momento en que comienzan las luchas de Tirídates, rey de Armenia, para libertar a su patria del yugo romano. El episodio central lo constituye la condena que decreta Nerón contra su virtuosa esposa Octavia; sin embargo, ésta no muere, sino que consigue salvarse en las catacumbas, entre los cristianos. Después de numerosas vicisitudes, complicadas por toda suerte de equívocos, combinaciones, sustituciones, cambios, errores y aclaraciones, Octavia logra casarse con Tirídates, a quien amaba desde el día en que, hallándose en una isla del mar Tirreno, Tirídates la salvó cuando unos soldados la habían atado a un árbol y estaba a punto de morir.

Valeria Mesalina

                                

(?, c. 25 d.J.C .- ?, 48) Emperatriz romana, tercera esposa del emperador Claudio, a la que Juvenal y Plinio atribuyeron una vida disoluta. Contrajo matrimonio en el año 38 con Claudio, a quien la guardia pretoriana nombró emperador en el año 41, tras el asesinato de Calígula. El más extremo retrato de su lascivia se halla en Juvenal y en Plinio el Viejo, autores que relataron el desafío de Mesalina a la más célebre prostituta de Roma, del que salió vencedora. En el año 48, durante una ausencia de Claudio, Mesalina se casó con uno de sus amantes, el cónsul Cayo Silio, y pretendió que ocupara el trono imperial. Fue asesinada, con Silio, por el liberto Narciso, a instancias de Claudio.
Mesalina es una de aquellas figuras que ya nacen convertidas en personaje, y cuyo mito es mucho más real que su existencia efectiva. Sus primeros historiógrafos, Tácito (55-120) y Suetonio (siglo I), son ya, respecto a ella, inconscientes novelistas, por cuanto sus rasgos les habían llegado ya transfigurados. Aunque no haya inspirado muchas producciones literarias, Mesalina ha seguido viviendo en aquella literatura no escrita que constituye la cultura patrimonial del pueblo.
Durante mucho tiempo, Mesalina fue una especie de símbolo fisiológico, la encarnación de la feminidad desenfrenada que sólo vive en el sexo y para el sexo: así nos la presentan los Anales de Tácito y Las vidas de los doce Césares de Suetonio. Durante el romanticismo y el postromanticismo, ese fantasma de lujuria se enriqueció con nuevos elementos. En el drama Mesalina, de Pietro Cossa (1830-1881), la emperatriz romana se eleva hasta el amor, un cruel amor que iguala en violencia la sensualidad y en el que el espíritu se manifiesta tan desenfrenado como la carne. Mesalina subvierte los valores morales y funda una ética pasional que cifra el bien supremo en el amor sensual que todo lo justifica.
En una comedia de Alexandre Dumas hijoLa mujer de Claudio, la figura de Mesalina reaparece en formas modernas, como símbolo del desasosiego femenino, de la eterna desilusión, espiritual y sexual a la vez, de la mujer frente al hombre. Incluida entre las Cortesanas célebres del novelista y dramaturgo francés Paul de Kock (1793-1871), Mesalina vive gracias a aquel parnasianismo popular que se complace sobre todo en reunir los nombres de cortesana y emperatriz, y se nos presenta como una orgiástica dominadora de los dos extremos a los que, en la jerarquía social, puede llegar la mujer.

Nerón

                             

(Lucio Domitio Claudio Nerón; Anzio, Lacio, 37 - Roma, 68) Emperador romano, último de la dinastía Julio-Claudia. Era hijo del primer matrimonio de la segunda mujer del emperador Claudio, Agripina la Joven y, por tanto, tataranieto de Augusto.
Agripina convenció a Claudio para que adoptara a Nerón en el año 51, señalándole como heredero de la diadema imperial (en lugar del que se suponía su propio hijo, Británico, nacido del matrimonio con Mesalina). Para fortalecer su posición, Agripina casó a Nerón con otra hija del emperador Claudio, Octavia, en el 53. Finalmente, Agripina asesinó al emperador en el 54, dejando el camino libre para su hijo. Éste fue proclamado emperador con sólo 17 años por la guardia pretoriana, dirigida por el prefecto Burro.
El reinado de Nerón (54-68) se inició bajo la influencia de Burro y del filósofo Séneca (preceptor de Nerón), a través de los cuales era Agripina la verdadera dueña del poder. Pero cuando Agripina sospechó que Nerón pretendía sacudirse la tutela materna, empezó a conspirar con Británico para derribarle, y el emperador respondió haciendo asesinar tanto a Británico (55) como a Agripina (59).
Tras cinco primeros años de reinado bastante tranquilos, recordados más tarde como uno de los mejores periodos de la historia romana (en los cuales se estableció el protectorado romano sobre Armenia), el emperador empezó a convertirse en un tirano sin escrúpulos, interesado tan sólo por gozar de los placeres de la vida y de la belleza, bajo la influencia de su caprichosa amante Popea (que obligó a Nerón a divorciarse de Octavia y a asesinarla en el 62, para casarse con ella misma). También hizo asesinar a Burro (62) y le sustituyó por su favorito Tigelino.
Embarcado ya en un despotismo delirante, Nerón cometió toda clase de atrocidades y extravagancias: se dedicó a hacerse adular como poeta, músico, bailarín y deportista en actuaciones públicas; hizo arder la ciudad de Roma para reconstruirla a su gusto (64); desató persecuciones contra los cristianos acusándoles de ser los culpables del incendio; intentó ganarse al pueblo con espectáculos y regalos en los que arruinó el tesoro imperial; e incluso provocó la muerte de Popea, haciéndola abortar de una patada durante un acceso de cólera.
Una conjura organizada por Pisón para derrocarle fue descubierta y castigada (65); como represalia, Nerón ordenó suicidarse, entre otros, a sus antiguos amigos Séneca y Petronio. Tres años después se rebelaban contra él los gobernadores de las Galias (Julio Vindex), la Hispania Citerior (Galba) y Lusitania (Otón); la rebelión halló eco en el Senado, que acordó deponer al emperador en el 68. Nerón se hizo matar por su secretario cuando iba a ser arrestado, dando paso a un año de confusión en el que pugnaron por el poder cuatro emperadores (GalbaVitelioOtón y Vespasiano).