Seguidores

lunes, 31 de agosto de 2020

Nace Pedro I el Cruel, rey de Castilla

efeméride


El 30 de agosto del año 1334 nació en Burgos Pedro I de Castilla, conocido como ‘el Cruel’ por sus detractores y ‘el Justiciero’ por sus aliados.

Hijo de Alfonso XI y María de Portugal y heredero legítimo del trono de Castilla, se convirtió en rey en 1350, con 15 años, en un momento en el que los nobles reclamaban mayor peso en el gobierno y surgían aspirantes al trono hasta de debajo de las piedras. Alfonso XI había tenido siete hijos bastardos con Leonor de Guzmán de entre quienes se destacaba el mayor, Enrique de Trastámara, que con el tiempo se revelaría como el gran enemigo de Pedro I y su principal contendiente por el derecho a llevar la corona.

Durante sus primeros años de reinado, Pedro I confió el gobierno de Castilla a Juan de Albuquerque, favorito de su madre, mientras él se dedicaba a cazar con halcón o rondar a las damas de la corte. Queriendo afianzar sus relaciones con Francia, Albuquerque prometió al rey de Castilla con Blanca de Borbón pero Pedro I se había encaprichado de María de Padilla, a quien conoció durante una de sus campañas para sofocar las revueltas nobiliarias, y abandonó a la princesa gala pocos días después de su boda. La influencia de María de Padilla en Pedro I no gustó nada a los nobles castellanos, que se veían cada vez más relegados a un segundo plano en la toma de decisiones y despreciaban a Pedro I, quien gobernaba sin consultarles y les reprimía duramente ante el menor atisbo de rebelión. Enrique de Trastámara decidió actuar y, con Albuquerque de su lado, disputó abiertamente el trono a su medio hermano.

La iniciativa de Enrique funcionó y Pedro I fue apresado y encerrado en Toro, de donde consiguió escapar provocando división entre los nobles que le vigilaban. Comenzó entonces una cruenta guerra civil como pocas hasta entonces en la que combatieron los partidarios de Pedro I y los defensores de Enrique de Trastámara, a los que más tarde se sumarían el reino de Aragón (contra Pedro I), Francia (del lado de Enrique) e Inglaterra (del lado de Pedro). El monarca castellano consiguió grandes victorias en el campo de batalla y, en cada ciudad que tomaba, los nobles que se habían opuesto a su persona eran torturados y ejecutados para dar ejemplo. De hecho, se dice que Pedro I se volvió tan desconfiado y paranoico que mató a muchos dignatarios y grandes señores que lo que querían era ofrecerle su apoyo. En estos años también murió, presuntamente asesinada, Blanca de Borbón.

La balanza se decantaba claramente a favor de don Pedro pero, en el año 1366, Enrique de Trastámara regresó de un breve exilio en Francia a la cabeza de las Compañías Blancas, un grupo de mercenarios temible, y se autoproclamó rey de Castilla. Pedro I recurrió entonces al Príncipe Negro de Inglaterra y ambos ejércitos se enfrentaron en 1367 en Nájera, de donde Pedro I salió victorioso. En medio de una brutal represión contra los cabecillas rebeldes, Enrique II lanzó una nueva ofensiva en la que consiguió sitiar Toledo y derrotó a Pedro I en Montiel (1369). El rey intentó huir sobornando a Bertrand Du Guesclin, lugarteniente de Enrique, pero este le traicionó y le contó sus intenciones a su señor. Cuando Pedro I intentaba escapar en medio de la noche y acompañado por un reducido grupo de guerreros, el de Trastámara y los suyos le salieron al paso y este le mató de una puñalada para, después, cortarle la cabeza. Enrique II se había ganado el derecho a sentarse en el trono de Castilla con la sangre de su hermanastro manchando sus manos.

Es muy probable que el caso de Pedro I sea un ejemplo perfecto de cómo una figura puede verse distorsionada por determinados intereses. La necesidad de Enrique II de legitimar sus aspiraciones al trono basándose en la incompetencia para gobernar y la crueldad de Pedro I le llevaron a desprestigiarle hasta el punto de que el apodo más recordado para este rey castellano es ‘el Cruel’. Si bien es cierto que Pedro I se ensañó con los nobles que se habían rebelado contra él, no hizo nada que cualquier otro rey de la época no hubiera considerado perfectamente normal y quienes le apoyaron le consideraron un rey que gobernó poniendo límites a la nobleza y pensando en las necesidades del pueblo llano. 

Garibaldi es herido y hecho prisionero en la Batalla de Aspromonte

efeméride


El 29 de agosto de 1862 tuvo lugar la Batalla de Aspromonte, una escaramuza entre el ejército de voluntarios de Giuseppe Garibalid y las fuerzas reales de Víctor Manuel II. Durante la refriega, Garibaldi resultó herido de bala y fue capturado por el enemigo.

La Batalla de Aspromonte, que tuvo lugar bajo la sombra del macizo que le da nombre (sur de Italia) resulta especialmente peculiar porque ninguno de los dos bandos demostró tener muchas ganas de combatir contra quienes consideraban sus hermanos de armas. Para comprender esta situación hay que remontarse al proceso de unificación italiano en el que Giuseppe Garibaldi jugó un papel primordial. El barbudo guerrillero, que había nacido en Niza y había luchado en América, participó tanto en la primera como en la segunda Guerra de la Independencia italiana liderando a un Cuerpo de Voluntarios con los que se hizo con el control de la Lombardía. En mayo de 1860 emprendió la Expedición de los Mil y conquistó el reino de las dos Sicilias, entregándoselo a Víctor Manuel II en noviembre de ese año.

¿Cómo es posible, entonces, que Víctor Manuel II y Garibaldi se enfrentaran en combate cuando habían luchado por la misma causa? La respuesta estaba en Roma, ciudad pontificia controlada por el papa que Garibaldi estaba empeñado en liberar e incorporar a la naciente Italia como un estado más. Ya había tomado la ciudad en 1849 pero la acabó perdiendo ante Pío IX. En 1862 lanzó una nueva ofensiva contra Roma creyendo que en esta ocasión podría cumplir su objetivo pero se encontró con que Víctor Manuel II estaba en su contra. El primer rey de la Italia unificada había comprendido las ventajas de tener a la Santa Madre Iglesia como aliada y deseaba asegurar su puesto a costa de las aspiraciones de Garibaldi. Además, la fama del guerrillero era inmensa tanto dentro como fuera del país y tampoco le interesaba que Garibaldi fuese demasiado popular.

Así, ambas partes lanzaron a sus ejércitos sabiendo lo que podían encontrarse pero sin la más mínima gana de enfrentarse. Garibaldi cruzó desde Sicilia y desvió a sus tropas por el paso de la montaña esperando así esquivar a los bersaglieri de Víctor Manuel II, pero acabaron por encontrarse el día 29. La batalla fue muy breve, con las tropas realistas liderando la carga y teniendo que lamentar solo quince muertos. Apenas hubo contraataque por parte de los voluntarios y menos después de que Garibaldi fuera herido en un pie (la bota con el agujero de bala se conserva en un museo de Bolonia) y hecho prisionero. En octubre de ese mismo año se concedió una amnistía a todos los presos de Aspromonte.

Este choque entre realistas y garibaldinos suscitó duras críticas contra el gobierno y una mayor división entre los monárquicos más conservadores, los republicanos y los revolucionarios. Garibaldi intentó marchar sobre Roma de nuevo en 1867 con resultados parecidos y, tras esto, decidió retirarse. En 1870 combatió en la Guerra Franco-prusiana del lado de Francia y al volver se recluyó en Cabrera, donde vivió tranquilamente recibiendo las visitas de amigos y admiradores.