En la mañana del 2 de mayo de 1808 y a lo largo de todo el día se vivió en Madrid un levantamiento popular contra las tropas francesas de Napoleón Bonaparte. Este evento marcaría el comienzo de la Guerra de la Independencia contra el invasor francés y quedaría grabado en el recuerdo de los españoles gracias a las obras de Goya y a los textos de Pérez Galdós.
Carlos IV era rey de España desde 1788 pero casi desde el primer momento había demostrado más interés por la caza y los banquetes que por gobernar por lo que todo el poder del país recaía en Manuel Godoy y la reina María Luisa de Parma. En 1807, Napoleón introdujo 23 000 soldados en territorio español con la excusa de que marchaban hacia Portugal y mientras mantenía a Carlos IV y a su heredero Fernando VII entretenidos en Bayona. Las tropas francesas se repartieron por todo el país y la mañana del 2 de mayo pensaban llevarse al hijo menor del rey, Francisco de Paula, hacia Francia cuando una turba popular se abalanzó sobre ellos al grito de “¡Traición! ¡Que nos lo llevan! ¡Muerte a los franceses!”.
La furia corrió como la pólvora por Madrid y la ciudad entera se convirtió en un campo de batalla en el que los madrileños, militares y civiles, luchaban con armas improvisadas contra tropas napoleónicas bien armadas y entrenadas. Uno de los episodios más destacados es el del parque de artillería de Monteleón, que estaba bajo control de los franceses y que Pedro Velarde tomó engañándoles. Una vez dentro y junto a Luis Daoíz, los militares armaron al pueblo que ocupaban en las calles y organizaron la defensa contra los franceses. Ambos morirían luchando tras haber decidido combatir con los madrileños. Entre las decenas de mártires y caídos que dejó el levantamiento del 2 de mayo es recordada con frecuencia Manuela Malasaña, una joven costurera que luchó junto a su padre y murió fusilada.
El día terminó con la imposición de los franceses y una durísima represión contra los sublevados durante los días siguientes. Pero la mecha ya había prendido y la primera derrota solo serviría para que el resto del país acabara por rebelarse contra los invasores de Napoleón.