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jueves, 18 de junio de 2020

Insurrección contra los franceses: ¡a las armas, Madrid!

2 de mayo: Insurrección contra los franceses:en Madrid

En la mañana del 2 de mayo de 1808 y a lo largo de todo el día se vivió en Madrid un levantamiento popular contra las tropas francesas de Napoleón Bonaparte. Este evento marcaría el comienzo de la Guerra de la Independencia contra el invasor francés y quedaría grabado en el recuerdo de los españoles gracias a las obras de Goya y a los textos de Pérez Galdós.

Carlos IV era rey de España desde 1788 pero casi desde el primer momento había demostrado más interés por la caza y los banquetes que por gobernar por lo que todo el poder del país recaía en Manuel Godoy y la reina María Luisa de Parma. En 1807, Napoleón introdujo 23 000 soldados en territorio español con la excusa de que marchaban hacia Portugal y mientras mantenía a Carlos IV y a su heredero Fernando VII entretenidos en Bayona. Las tropas francesas se repartieron por todo el país y la mañana del 2 de mayo pensaban llevarse al hijo menor del rey, Francisco de Paula, hacia Francia cuando una turba popular se abalanzó sobre ellos al grito de “¡Traición! ¡Que nos lo llevan! ¡Muerte a los franceses!”.

La furia corrió como la pólvora por Madrid y la ciudad entera se convirtió en un campo de batalla en el que los madrileños, militares y civiles, luchaban con armas improvisadas contra tropas napoleónicas bien armadas y entrenadas. Uno de los episodios más destacados es el del parque de artillería de Monteleón, que estaba bajo control de los franceses y que Pedro Velarde tomó engañándoles. Una vez dentro y junto a Luis Daoíz, los militares armaron al pueblo que ocupaban en las calles y organizaron la defensa contra los franceses. Ambos morirían luchando tras haber decidido combatir con los madrileños. Entre las decenas de mártires y caídos que dejó el levantamiento del 2 de mayo es recordada con frecuencia Manuela Malasaña, una joven costurera que luchó junto a su padre y murió fusilada.

 El día terminó con la imposición de los franceses y una durísima represión contra los sublevados durante los días siguientes. Pero la mecha ya había prendido y la primera derrota solo serviría para que el resto del país acabara por rebelarse contra los invasores de Napoleón.

Al Capone entra en prisión

Al Capone, el amo de Chicago


Alphonse Gabriel Capone, más conocido como Al Capone, nació en Brooklyn, Nueva York, el año 1899. A los 14 años, el joven americano con ascendencia italiana ya había sido expulsado de la escuela a raíz de una pelea con un profesor.

En 1920, el legendario gánster se mudó a Chicago, donde comenzó su carrera criminal como guardaespaldas de uno de los jefes de la mafia de Nueva York, Frankie Yale.
La prohibición de la elaboración y distribución de alcohol, llamada Ley Seca, entre 1920 y 1933 resultó extremadamente lucrativa para contrabandistas y gánsters como Capone, el cual no solo logró hacerse millonario a través de sus negocios ilegales, sino también ser reconocido en todo el mundo.

En ese momento, Capone ya era una auténtica pesadilla para las autoridades de EE.UU. y su nombre aparecía en la lista de los más buscados por el FBI. Aún así, el famoso gánster logró evitar largas temporadas en la cárcel sobornando a funcionarios, intimidando a testigos y manteniendo varios escondites en la ciudad.
El célebre mafioso, al que le caracterizaban varias cicatrices en el lado izquierdo de la cara, no tardó en convertirse en el líder del crimen de Chicago al aniquilar sin piedad a todos sus competidores. En la llamada masacre del Día de San Valentín, en 1929, los hombres de Al Capone mataron a tiros a siete rivales, haciendo que hasta los delincuentes le temieran.

Entre sus enemigos más destacados se encontraba el agente federal Elliot Ness, quien dirigió a un equipo de oficiales que presumía de ser incorruptible, bautizados por ello como “Los intocables”.

Aunque Ness y sus hombres encontraban y acababan a diario con muchos de los negocios de contrabando de Capone, lo cierto es que fue el agente Eddie O’Hare el que lo llevó entre rejas el 4 de mayo de 1932 al averiguar que el gánster no pagaba impuestos.

A los 33 años, Capone comenzó una condena de 11 años en la penitenciaría de Atlanta, pero fuertes acusaciones de trato de favor hicieron que fuese transferido a la famosa cárcel de máxima seguridad de Alcatraz, en la bahía de San Francisco, en California.

En noviembre de 1939, tras siete años, seis meses y quince días en prisión, el temido Al Capone fue puesto en libertad por buen comportamiento.

Juana de Arco es proclamada santa

Murió Juana De Arco en la hoguera? | SER Historia | Cadena SER

Juana de Arco nació alrededor de 1412 en Domrémy-la-Pucelle, un pueblo situado en la frontera entre Lorena y Francia. Creció escuchando las leyendas de los santos locales de Lorena y los informes de las continuas derrotas francesas a manos de los ingleses. 

A los treces años, Juana, empezó a oír una voz de Dios que le decía que debía proteger a Carlos, el rey sin coronar de Valois. La conocida como Doncella de Orléans sintió que estaba llamada a expulsar a los ingleses de Francia, decidió mantenerse virgen y empezó a prepararse para el papel de consejera profética del rey, un tipo de mística femenina común en la Edad Media tardía. En algún momento de estos años, la voz se convirtió en tres voces, que más tarde identificó como las de las santas Catalina de Alejandría y Margarita de Antioquía, ambas conocidas por su heroica virginidad, y el arcángel Miguel, protector de la familia real francesa.

Juana creía que solo ella podía salvar Francia y se identificó con unas profecías acerca de una virgen que salvaría el país. Además, anunció con precisión una derrota gala el día en que tuvo lugar a 150 millas de distancia. El capitán de la guarnición de la cercana ciudad de Vaucouleurs planteó si los poderes de Juana realmente procedían de Dios, como ella aseguraba, o del diablo. Sin embargo, le dio armas, una escolta y Juana y sus compañeras atravesaron territorio enemigo y llegaron a la corte del delfín en Chinon a finales de febrero de 1429. 

La fuerte creencia de Juana de que solo ella podía salvar a Francia impresionó a Carlos, a su astrónomo y a algunos nobles. Pese a ello, pidieron un examen de herejía por parte de los teólogos de Poitiers, que la declararon buena cristiana, y un examen físico por parte de tres matronas, que certificaron que era realmente virgen. Para una mujer a punto de intentar el "milagro" de derrotar a los ingleses, la virginidad añadió un aura de poder casi mágico. 

Juana se unió al ejército que marchaba en defensa de Orléans, asediada por los ingleses. Su presencia atrajo voluntarios y levantó la moral. Cargando en medio de la batalla, Juana fue herida y se convirtió en la heroína del día. Con Orléans asegurada, Juana aconsejó con impaciencia al ejército que siguiera adelante. Pueblo tras pueblo a lo largo del Loira cayeron, otros ofrecieron su lealtad sin batalla. A finales de julio, el delfín podría ser coronado Carlos VII en Reims, con Juana a su lado. 

Pero los días de gloria de Juana fueron breves. Impulsada por sus voces, desobedeció al rey y continuó luchando. Su ataque a París fracasó, y otras tantas aventuras fracasaron. En mayo de 1430, Juana fue capturada en una escaramuza en las afueras de Compiègne. Ni Carlos ni nadie de su corte hicieron el mínimo intento por rescatarla. 

Decididos a desacreditar a Juana como hereje y bruja, los ingleses la entregaron a un tribunal de la Inquisición. Atendido por más de cien clérigos franceses a sueldo de los ingleses, el juicio de Juana en Rouen duró del 21 de febrero al 28 de mayo de 1431. Bajo el procedimiento inquisitivo, ella no podía tener un abogado o llamar a testigos. Como laica, no tenía ninguna orden religiosa que la representara, ni tampoco había conseguido el apoyo de un sacerdote. 
Finalmente, el 31 de mayo de 1431 Juana fue quemada en la hoguera acusada de hereje. 

En 1450, debido a su inquietud por deber su corona a una hereje, Carlos impulsó una investigación sobre el juicio, que condujo a un minucioso análisis papal. Aunque el veredicto de 1431 fue revocado en 1456, los principales cargos contra Juana no fueron aclarados. A pesar de esta ambigüedad, la memoria de Juana recibió una atención continua del pueblo francés a lo largo de los siglos.