El 13 de agosto de 1899 nacería el “mago del suspense”, el director de cine británico Alfred Hitchcock.
Alfred Joseph Hitchcock era hijo del verdulero William Hitchcock y su esposa Emma. Fue criado como un estricto católico y fue educado en el Colegio San Ignacio, que estaba dirigido por jesuitas.
Su primer trabajo fuera del negocio familiar fue en Henley Telegraph and Cable Company, que comenzó en 1915. A esta edad arrancaría precisamente su pasión por las películas cuando iba al cine en su tiempo libre. Pasó los primeros años de su carrera como dibujante, diseñador de publicidad y escritor. El interés por la fotografía lo llevó a trabajar en la industria cinematográfica de Londres, primero como diseñador de tarjetas de título para películas mudas y, solo cinco años después, como director.
Eso sí, a pesar de tener dos hermanos, siempre afirmó que se sintió muy solo de pequeño y su severo padre no hizo más que acrecentar esa sensación de soledad. Al parecer, una vez ordenó a Alfred que apareciera en la estación de policía local con una nota que decía que se había portado mal, por lo que el sargento de guardia (a petición del padre de Hitchcock) lo encerró durante unos minutos, tiempo suficiente para que le cogiera miedo a los espacios cerrados y sentir una fuerte preocupación por el encarcelamiento injusto, algo que posteriormente veríamos repetidamente en sus películas. Su obesidad, desde pequeño, también haría que se sintiera socialmente marginado y tímido.
Es más, de joven, su obesidad lo mantendría fuera de la Primera Guerra Mundial. Después de la guerra, comenzó a escribir, e inmediatamente su trabajo dio un giro hacia los recovecos de la mente humana, con temas de asalto, reflexiones morales y sátira.
¿Cuál fue su primera película como director?
Se trató de la comedia Mrs. Peabody (también llamada Number 13 o Número 13), que no se completó, por falta de fondos. Habría que esperar al cortometraje en blanco y negro Always Tell Your Wife (1923), que codirigió con Seymour Hicks. Al fin llegarían sus créditos en solitario con el melodrama The Pleasure Garden (1925), seguido por The Mountain Eagle (1926), un drama ambientado en las montañas de Kentucky.
Su primer éxito llegaría de la mano de The Lodger: A Story of the London Fog (1927) que tanto él como los estudiantes de cine considerarían su primer trabajo "real", y uno que se basó en su entorno juvenil. Adaptada de una novela popular de Marie Belloc Lowndes, la historia presenta la estructura que repetiría posteriormente en muchas de sus películas: un hombre de Londres (Ivor Novello) es acusado de ser un asesino parecido a Jack el Destripador y le resulta casi imposible demostrar su inocencia. Fue la primera película en la que hizo su cameo tan característico.
A partir de aquí comenzaría una etapa en la que marcaría un antes y un después en la forma de generar suspense en la audiencia. Entre las grandes cintas que nos dejó para la posteridad se encuentran La ventana indiscreta (1954), Con la muerte en los talones (1959) o Los pájaros (1963), una pequeña muestra de lo que su talento logrará crear.