El 3 de agosto de 1347, después de cerca de un año de asedio, las tropas francesas atrincheradas en Calais se rindieron y abandonaron la plaza, cediéndosela a los ingleses que les habían sitiado durante tanto tiempo. Este conflicto fue uno de los tantos que se vivieron en la primera década de la Guerra de los Cien Años.
El gran conflicto de la Alta Edad Media estuvo protagonizado por Francia e Inglaterra, reinos emparentados por la sangre de Guillermo el Conquistador y que se disputaban su poder e influencia en media Europa. El rey Carlos IV de Francia murió sin descendencia en 1328 y Eduardo III, su sobrino y por entonces rey de Inglaterra, se ofreció como sucesor en el trono pero fue rechazado por los galos, que le otorgaron la corona a Felipe VI. La reclamación de los franceses del ducado de Aquitania en 1337 provocó el estallido del conflicto. Tras vencer a la flota francesa en Sluys, los ejércitos de Eduardo III penetraron en territorio franco y avanzaron hasta la actual Crécy-en-Ponthieu, pero no podían seguir adelante sin contar con suministros y refuerzos por lo que decidieron volver al norte.
Eduardo necesitaba un lugar en el que refugiarse un tiempo, hasta que las naves inglesas hubieran vuelto y trajeran con ellas los recursos necesarios para continuar la campaña. Calais, una fortaleza costera en el Canal de la Mancha y fácilmente defendible, era el lugar perfecto para sus planes por lo que Eduardo III inició el asedio en septiembre de 1346. La observación del rey inglés había sido correcta: la fortaleza era extraordinariamente defendible y eso significaba que le iba a resultar muy difícil tomarla. Durante todo el otoño y el invierno de aquel año, Eduardo III consiguió mantener a raya a las fuerzas francesas que desde fuera intentaban romper el sitio pero no fue tan efectivo al bloquear los barcos que llevaban comida y suministros a la ciudad para que sobreviviera. Para febrero, los ingleses habían comprendido que asaltar Calais por la fuerza era una misión casi imposible y decidieron hacer que la ciudad muriera de hambre bloqueando cualquier envío de comida o agua.
Al empezar agosto, la fortaleza prendió sus almenaras para comunicar a los conquistadores su deseo de rendirse. Eduardo III decidió perdonar la vida a la población, los expulsó de la ciudad y se atrincheró en ella quedando bajo dominio inglés hasta 1558. El fin del sitio de Calais trajo un ligero acercamiento entre Felipe VI y Eduardo III, que en septiembre de ese mismo año firmaron una tregua en la ciudad.