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jueves, 20 de agosto de 2020

Antonio Cánovas del Castillo es asesinado

efeméride


El 8 de agosto de 1897 Antonio Cánovas del Castillo, por entonces presidente del gobierno y uno de los políticos y estadistas más importantes de la España de la Restauración, fue asesinado mientras descansaba en el balneario de Santa Águeda en Mondragón, Guipúzcoa.


Licenciado en Derecho, historiador y aficionado a la escritura, Cánovas del Castillo demostró tener un gran intelecto y una pluma afilada y precisa desde sus primeros días en Madrid. Fue en la capital donde comenzó a trabajar como periodista para ganarse la vida y, a través de este oficio, conoció a personalidades destacadas de la época que le metieron en política y le llevaron a unirse a partidos de corte moderado centrista. En 1854 se le encargó redactar el Manifiesto del Manzanares, firmado por Leopoldo O’Donnell y en el que se pedía una serie de reformas políticas y constitucionales que llevaran a España hacia una nueva etapa de liberalismo.


Tras esto, vivió una etapa de prosperidad en su carrera política que le llevó a ocupar numerosos cargos de relevancia como diputado en las Cortes constituyentes de 1854 o subsecretario de Gobernación. Tras la Revolución Gloriosa que expulsó a Isabel II del trono, Cánovas del Castillo dirigió una minoría conservadora que rechazó tanto a la monarquía de Amadeo I como el proyecto de la Primera República. Sería el propio Cánovas quien redactaría el Manifiesto de Sanhurst, documento antecedente del regreso de Alfonso XII de Borbón como rey de España.


Cánovas del Castillo se convirtió entonces en uno de los políticos más importantes de toda España. Diseñó el sistema de alternancia política característico del periodo de la Restauración y encabezó la redacción de la Constitución de 1876 (vigente hasta 1923). El líder del Partido Conservador ostentó el máximo poder (por debajo del rey) del país hasta 1881 y más tarde lo fue recuperando en 1884 (hasta 1885, cuando murió Alfonso XII), en 1890 (hasta 1892) y en 1895 (hasta 1987). Durante su gobierno, que alternaba con el líder liberal Práxedes Mateo Sagasta, Cánovas del Castillo intentó lograr un crecimiento económico y una pacificación social al tiempo que hacía frente a problemas como la Tercera Guerra Carlista, la guerra con Cuba, el cantonalismo o el nacionalismo catalán. En sus últimos años la agitación social suscitada por la aparición de nuevos grupos proletarios de ideología socialista y anarquista desembocó en un atentado en Barcelona en 1896 que sería seguido por una fuerte oleada de detenciones, deportaciones, palizas, encarcelamientos y asesinatos sumarios.


El 8 de agosto de 1897, el anarquista italiano Michele Angiolillo localizó a Antonio Cánovas del Castillo mientras descansaba en el balneario de Santa Águeda y le pegó tres tiros a quemarropa con un revólver, matándolo en el acto. El asesino afirmó que había comprado el arma en Londres y había viajado a España para atentar contra el presidente del gobierno, la Reina Regente y el futuro rey Alfonso XIII. Aunque siempre defendió que la muerte de Cánovas del Castillo era una venganza por los anarquistas muertos y detenidos tras el atentado de Barcelona de 1896, investigaciones posteriores descubrieron que Angiolillo había estado en contacto con los líderes de los insurgentes cubanos en París y que habían sido estos quienes le habían pagado el viaje hasta Madrid. Michele Angiolillo fue condenado a pena de muerte y ejecutado ese mismo mes de agosto.


La muerte de Antonio Cánovas del Castillo supuso un duro golpe para el sistema de la Restauración ya que no solo se trataba de uno de sus líderes históricos, sino que era la persona que había diseñado el modelo de alternancia en el poder y ningún político que viniera después llegaría a aplicarlo de la misma forma en que lo hizo Cánovas.

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