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miércoles, 15 de abril de 2020

Mijail Gorbachov

(Mijail Sergueievich Gorbachov; Privolnoje, Stavropol, 1931) Último dirigente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Procedente de una familia campesina rusa de la región del norte del Cáucaso, estudió derecho en la Universidad de Moscú (1950-55). Allí se casó con Raisha Maximovna Titorenko y se afilió al Partido Comunista. De regreso a su región de origen, realizó una rápida carrera política, ascendiendo a cargos de responsabilidad regional en las juventudes comunistas y en el partido.

Mijail Gorbachov
Completó su formación con estudios de Agronomía en los años sesenta, lo cual le permitió obtener su primer gran éxito político al afrontar la catastrófica sequía de 1968. Fue entonces cuando saltó a la política nacional, resultando elegido miembro del Sóviet Supremo (1970), del Comité Central del Partido (1971; secretario de Agricultura en 1978) y del Politburó (1980).
Esta rápida ascensión culminó con su elección como secretario general del Partido Comunista de la URSS tras la muerte de Konstantin Chernenko (1985) por un estrecho margen de votos; obtenía así el máximo poder de la declinante potencia soviética, que se completaría con su nombramiento como presidente del Sóviet Supremo y jefe del Estado (1988).
La llegada de Gorbachov al poder suponía no sólo una renovación generacional, sino también una esperanza de renovación política: Gorbachov encarnaba la corriente reformista que proponía una apertura liberalizadora para sacar a la URSS del estancamiento económico, político y cultural en el que había quedado sumida desde la época de Brezhnev. Gorbachov no defraudó esas expectativas, pues desde 1990 puso en marcha un programa político extremadamente audaz que no sólo acabaría con la dictadura comunista en la URSS, sino con la propia existencia de aquel Estado, transformando así profundamente el escenario internacional.
Dicho programa, sin embargo, era obra de un comunista convencido, deseoso de reforzar y perfeccionar el régimen socialista mediante la trasparencia (glasnost) y la reestructuración (perestroika). La glasnost se produjo primero y con más facilidad: Gorbachov implantó una mayor trasparencia informativa, acabó con la represión hacia los disidentes, desmontó el Estado policial y la censura de prensa, restauró cierta libertad de expresión y reconoció públicamente los crímenes y los errores cometidos en el pasado por el partido y por el Estado soviético. Con todo ello se ganó el apoyo de los gobiernos y de la opinión pública occidental.
Esta acogida no es de extrañar, dado que Gorbachov practicó una política exterior pacifista, llevando de hecho a la URSS a renunciar a su papel de gran potencia mundial, con tal de reducir así los pesados gastos militares que apenas podía soportar la debilitada economía del país (tratado de desarme pactado con los Estados Unidos de Ronald Reagan en 1987, y retirada de Afganistán en 1989). La retirada del ejército soviético condujo a procesos más o menos revolucionarios que acabaron con los regímenes comunistas en Europa central y oriental, abriendo el camino para la reunificación de Alemania (1990).
La reconstrucción económica, sin embargo, sería uno de los principales fracasos de Gorbachov: la perestroika suponía sacar a la economía soviética del caos y el anquilosamiento en el que estaba sumida, introduciendo mayor libertad de empresa y dejando actuar al mercado para corregir los defectos de la planificación. Sin embargo, estas reformas no tuvieron resultados positivos inmediatos, pues desorganizaron aún más el sistema productivo existente y ahondaron el empobrecimiento de la mayor parte de la población. Todo ello creó tensiones sociales, agravadas por los intereses político-económicos que se veían afectados.
En el aspecto político, se inició una apertura que debía conducir gradualmente a una democracia pluripartidista; pero los avances en ese camino, considerados excesivos por la «vieja guardia» comunista, fueron considerados demasiado lentos por la creciente oposición ajena al partido: Gorbachov y su equipo avanzaban despacio por las resistencias existentes dentro del régimen y por el temor a perder el control del proceso. El efecto principal de la apertura fue la eclosión de los sentimientos nacionalistas, que cuajaron en movimientos independentistas en las diversas repúblicas que formaban la URSS.
En 1991 se produjo un intento de golpe de Estado militar de tendencia involucionista, que fue detenido por la fuerza del movimiento democrático radical, encabezado por Boris Yeltsin; éste se hizo dueño del poder en Rusia, apartando a Gorbachov y pactando con los dirigentes de las otras repúblicas el desmantelamiento de la URSS. Gorbachov se retiró de la política en aquel mismo año; aunque se presentó a las elecciones presidenciales de Rusia en 1996, obtuvo un resultado pésimo, reflejo de la impopularidad que se ganó en su propio país.

Ramón Grau San Martín

(La Palma, Cuba, 1889 - La Habana, 1969) Médico y político cubano que fue en dos ocasiones presidente de la República (1933-1934 y 1944-1948). Tras estudiar medicina en la Universidad de La Habana, Ramón Grau San Martín ejerció la docencia como profesor de fisiología en la misma universidad y realizó numerosos estudios científicos.

Ramón Grau San Martín
En agosto de 1933 participó en la insurrección contra Gerardo Machado que condujo al derrocamiento del dictador y llevó a la presidencia a Carlos Manuel de Céspedes. Un mes después tomó parte en una nueva insurrección liderada por el coronel Fulgencio Batista; el triunfo de la misma llevó a Ramón Grau San Martín a ser nombrado presidente provisional de la República, cargo que mantuvo hasta 1934, cuando fue depuesto por el mismo Batista.
En 1940 se presentó a las elecciones como representante del Partido Auténtico Revolucionario, pero la victoria fue para Batista. En 1944 Ramón Grau San Martín fue elegido de nuevo presidente por el partido Alianza Republicana, y desempeñó este cargo durante los cuatro años siguientes. Su administración acabó con la censura y realizó importantes mejoras en educación, vivienda y trabajo.
En 1948 le sucedió en la presidencia Carlos Prío Socarrás. En 1956 volvió a presentar su candidatura, pero las condiciones impuestas por la dictadura de Batista le indujeron a retirarla. De entre sus obras cabe destacar La revolución cubana ante América.

Fulgencio Batista

(Banes, Cuba, 1901 - Guadalmina, España, 1973) Militar y político cubano. Nacido en el seno de una familia humilde, ingresó en el ejército más por necesidad que por vocación. Sin embargo, consiguió compatibilizar su carrera militar con los estudios de periodismo, que concluyó. El año 1928 fue ascendido al grado de sargento y destinado a Camp Columbia, en La Habana, donde entró en contacto con círculos militares opuestos a la dictadura de Gerardo Machado, de los que se erigió en máximo representante.

Fulgencio Batista
En septiembre de 1933, tras la subida al poder de Carlos Manuel de Céspedes, Fulgencio Batista articuló, junto con una serie de organizaciones estudiantiles también descontentas con la situación política, un motín militar que dio como resultado la constitución de un gobierno provisional encabezado por Ramón Grau San Martín. Batista, verdadero hombre fuerte del país, se mantuvo en la sombra y otorgó la presidencia a distintos hombres de confianza, hasta que finalmente, en 1940, se hizo cargo del gobierno.
Durante su primer mandato, que se prolongó hasta 1944, legalizó el Partido Comunista Cubano e introdujo una serie de reformas financieras y sociales que mejoraron parcialmente la maltrecha situación económica. Su mejor aliado, no obstante, continuó siendo el gobierno estadounidense, al que permitió el uso de sus bases militares durante la Segunda Guerra Mundial.
Tras acceder a ser sustituido en la presidencia por Grau de San Martín, se trasladó a Florida, donde escribió Sombras de América, obra publicada en México en 1946. Regresó a Cuba en 1948, fecha en que fue elegido senador, cargo desde el que se dispuso a preparar su candidatura a la presidencia del país para las elecciones que debían celebrarse en junio de 1952.
Sin embargo, poco antes de esta fecha, Batista protagonizó un golpe militar, tras el cual disolvió el Congreso, suspendió la Constitución de 1940 e ilegalizó todas las formaciones políticas. Erigido en dictador, consiguió reprimir la primera intentona comunista de 1953, encarcelando a Fidel Castro y sus seguidores. En el año 1957, con Fidel Castro y el Che Guevara al frente, la guerrilla revolucionaria relanzó sus ataques y la noche de fin de año de 1958, con el ejército y la población en contra, Batista se vio obligado a huir. Se estableció primero en la República Dominicana, luego en Madeira y por último en Guadalmina, cerca de Marbella, donde murió.

Camilo Cienfuegos

Revolucionario cubano (La Habana, 1932 - ?, 1959). Procedente de una familia española acomodada, desde 1954 formó parte de grupos universitarios contrarios al régimen de Batista. Fue fichado por la policía política y hubo de emigrar a Estados Unidos y luego a México, donde se integró en el grupo revolucionario que organizaba Fidel Castro.

Camilo Cienfuegos
Compañero y colaborador de Fidel Castro, acompañó a éste en el viaje del Granma, que les llevó a ambos a desembarcar en Cuba en 1956 para establecer un foco guerrillero en el este de la isla. Durante la ofensiva final contra la dictadura de Fulgencio Batista, Cienfuegos dirigió la llamada «Columna Antonio Maceo», que fue la primera unidad de los insurgentes que abandonó el refugio de Sierra Maestra. En unión con el Che Guevara, libró la decisiva batalla para tomar Santa Clara (1958), tras la cual les quedó expedito el camino hacia La Habana, donde entraron triunfantes el 2 de enero de 1959.
Sin embargo, Camilo Cienfuegos no pudo ver los frutos de la Revolución por la que tanto había luchado, pues murió en un accidente de aviación en aquel mismo año. Se habían requerido sus servicios para organizar las fuerzas revolucionarias de Camagüey, y el 28 de octubre de 1959, de regreso a La Habana, desapareció el avión en que viajaba, del que nunca se encontraría ningún rastro.

Raúl Castro

(Raúl Modesto Castro Ruz; Birán, Holguín, 1931) Revolucionario, militar y político cubano, presidente de Cuba desde 2008 hasta 2018. Acompañó a su hermano Fidel Castro ya en la intentona del Cuartel de Moncada (1953) y también en el desembarco del Granma (1956), que condujo a la formación de la guerrilla revolucionaria en Sierra Maestra. Tras el triunfo de la Revolución cubana en 1959, Raúl Castro ocupó cargos de alta responsabilidad en el ejército y en el nuevo régimen hasta quedar situado, desde 1976, como sucesor natural de Fidel Castro.

Raúl Castro
Defensor a ultranza de la ortodoxia, su nombramiento como presidente cubano en 2008 no alentó expectativas de apertura, pero coincidió con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca; tras un prolongado y discreto diálogo, ambos países restablecieron las relaciones diplomáticas en 2015, si bien queda todavía lejos el levantamiento del embargo económico estadounidense, que, unido al fin de las ayudas soviéticas tras el derrumbe de la URSS en 1991, dejó en permanente penuria la economía de la isla.
Biografía
Quinto de los siete hijos del matrimonio formado por Ángel Castro Argiz y Lina Ruz González, de origen gallego, Raúl Castro nació en la plantación de caña de su padre, en la aldea de Birán, provincia de Oriente, el 3 de junio de 1931. Estudió en los colegios de los jesuitas, primero en Santiago de Cuba y luego en La Habana, en cuya universidad empezó una diplomatura en ciencias sociales que no terminó debido a sus actividades políticas.
Su compromiso ideológico marxista era anterior al de su hermano Fidel: afiliado a la Juventud Socialista, organización del Partido Socialista Popular (PSP, de orientación comunista), en febrero de 1953 participó, en Viena, en el Congreso Mundial de la Juventud y visitó varias capitales del bloque soviético.
Al regresar a La Habana, se unió al movimiento dirigido por su hermano Fidel dentro del Partido Ortodoxo (reformista), que luchaba contra la dictadura de Fulgencio Batista, y participó en el fracasado ataque al Cuartel de Moncada, el 26 de julio de 1953, considerado como la gesta inicial de la Revolución. Los dos hermanos fueron capturados por la policía, pero la intercesión del arzobispo de La Habana, monseñor Enrique Pérez Serantes, les libró de las represalias. Raúl, condenado por sedición a trece años de cárcel, fue liberado en mayo de 1955 gracias a una amnistía general.

Raúl Castro y Camilo Cienfuegos
Tras su liberación, se trasladó a México, donde ayudó a su hermano a captar adeptos y a organizar el movimiento insurreccional. Allí restableció sus relaciones con el agente soviético Nikolai Leonov, quien ejerció gran influencia sobre la incipiente guerrilla. A fines de 1956, Fidel, Raúl y ochenta camaradas zarparon de México en el yate Granma y desembarcaron en la provincia cubana de Oriente. La mayoría de los insurgentes resultaron muertos o fueron capturados por las tropas de Batista, pero los hermanos Castro y otros diez compañeros, entre los que se encontraban Camilo Cienfuegos y el Che Guevara, lograron huir y refugiarse en la Sierra Maestra para comenzar la lucha que les conduciría a la toma del poder.
Durante la guerra de guerrillas, que apenas se prolongó un año (1957-1958), y con el rango de mayor, Raúl Castro logró abrir con éxito el segundo frente en la Sierra Cristal, al norte de la provincia de Oriente, y estableció su cuartel general en Mayarí Arriba, una maniobra que resultó decisiva para la victoria. En el verano de 1958, con el secuestro de cuarenta y siete estadounidenses, a los que retuvo en su cuartel general durante varios días para intentar presionar a Washington (en aparente discrepancia con el comandante en jefe), empezó a fraguarse la presunción de que era el dirigente más hostil a Estados Unidos. Mientras que Fidel se mostraba conciliador con la presencia estadounidense en la base de Guantánamo, Raúl la vituperó como «una provocación permanente y un cáncer que debe ser extirpado».
El triunfo de la Revolución
Triunfante la insurrección tras la huida de Batista y la entrada de los «barbudos» en La Habana (1 de enero de 1959), el ejército rebelde se convirtió en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), de las que fue nombrado jefe con categoría de ministro el mismo día de su creación, el 16 de octubre de 1959, y en cuya reorganización siguió el modelo soviético, según los consejos de Leonov y luego de una visita a la Unión Soviética en el verano de 1960. El Ministerio de las Fuerzas Armadas (Minfar) sustituyó al Ministerio de Defensa. Sus adversarios le acusan de haber dirigido la ejecución sumaria de unos cien oficiales y soldados del ejército de Batista, enterrados en una fosa común cerca de Santiago de Cuba.

Fidel Castro, Raúl Casro y Ernesto Che Guevara
Su reputación como jefe militar entró en la leyenda del régimen después de que asumiera el mando directo de las fuerzas que en abril de 1961 derrotaron a los exiliados cubanos en bahía de Cochinos; el desembarco de los exiliados armados, auspiciado por Estados Unidos, tenía como objetivo derrocar a Fidel. Raúl Castro fue nombrado viceprimer ministro en 1962 y presidió la delegación cubana en las negociaciones con el Kremlin que desembocaron en el despliegue de misiles soviéticos en la isla, preludio de la más grave crisis soviético-estadounidense durante la guerra fría: la «crisis de los misiles» (octubre de 1962).
En el primer congreso del Partido Comunista Cubano (PCC), el 3 de octubre de 1965, fue elegido miembro del buró político, máximo organismo dirigente, y segundo secretario del comité central, cargos que le otorgaron, tras la muerte del Che Guevara en 1967, el segundo puesto en el escalafón del régimen y para los que seguiría siendo reelegido sin interrupción, la última vez en el V Congreso (octubre de 1997). En 1969 asistió a un curso impartido por especialistas soviéticos, que siempre lo consideraron un aliado de confianza y un competente administrador. En varias ocasiones, durante los años setenta y ochenta, visitó la Unión Soviética y fue invitado a observar las maniobras del Pacto de Varsovia.
El segundo de Fidel
Al reorganizarse toda la estructura estatal con organismos colectivos, en virtud de lo dispuesto en la Constitución plebiscitada y promulgada el 24 de febrero de 1976, Raúl Castro fue elegido por la Asamblea Nacional primer vicepresidente del Consejo de Estado, segunda magistratura de la República (2 de diciembre de 1976), y ocupó igualmente la primera vicepresidencia del consejo de ministros. Fue reelegido para esos cargos en febrero de 1998 para un mandato de cinco años. Según las previsiones constitucionales, y en tanto que primer vicepresidente del Consejo de Estado, Raúl Castro debía asumir la presidencia en caso de ausencia, enfermedad o vacante. La Asamblea Nacional del Poder Popular, órgano de soberanía, ratificaría la sucesión provisional o designaría a otra persona.
Su preeminencia en la jerarquía revolucionaria quedó reforzada por su ascenso al generalato y el exhaustivo control de los militares sobre los servicios secretos del Ministerio de Interior (Minint), dedicados en un primer momento a la liquidación de los presuntos contrarrevolucionarios y después a la represión de cualquier forma de disidencia. En la pugna con los responsables de la policía, Raúl Castro acabó imponiendo los puntos de vista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias cuando en diciembre de 1985 logró la destitución de Ramiro Valdés Menéndez como ministro de Interior, eliminado también del buró político en el tercer congreso del PCC (febrero de 1986).
Raúl Castro se mostró totalmente inflexible durante la que se considera la peor crisis del ejército y quizá del régimen, coincidente con los grandes cambios en la Unión Soviética, que en julio de 1989 desembocó en un simulacro de juicio sumarísimo y en la ejecución del general Arnaldo Ochoa Sánchez, héroe de las guerras de África, acusado de corrupción y tráfico de drogas. La investigación fue realizada por los servicios de inteligencia militar bajo la dirección personal de Raúl Castro, cuyo discurso del 14 de junio confirmó sus escasas dotes oratorias, reveló la detención de Ochoa y señaló el comienzo del proceso. Un discurso que pasó a los anales como expresivo de la confusión reinante por unos días en las más altas esferas y que está considerado como su único borrón en una escritura impecable al servicio del castrismo.
Inmediatamente después se efectuó una purga de los altos mandos sospechosos de simpatías aperturistas o «dialogueras», según la jerga de los más intransigentes, mientras las Fuerzas Armadas Revolucionarias trataban de superar la penuria tecnológica y logística derivada del fin de la ayuda soviética. En un libro publicado en Cuba en 1997 (Secretos de generales), del periodista Luis Báez, con prólogo del ministro de las FAR, los cuarenta militares de más alta graduación relataron sus experiencias dentro y fuera de Cuba y dejaron bien sentado que no abrigaban la menor tentación pretoriana.

Fidel y Raúl Castro en la Asamblea Nacional del Poder Popular (2001)
Ya en unas declaraciones el 29 de junio de 2001, saliendo al paso de los rumores sobre su salud y el futuro del régimen, Fidel Castro había señalado explícitamente a su hermano Raúl como sucesor: «Después de mí, es el que tiene más experiencia, más conocimiento, más autoridad, aunque quizá no se le conozca bien». General de cuatro estrellas (cuerpo de ejército), controlaba los Ministerios de las Fuerzas Armadas y de Interior, los dos pilares esenciales del régimen.
En la presidencia
En el año 2006, Fidel Castro delegó todos sus poderes en su hermano Raúl: debía someterse a una operación quirúrgica y los médicos habían prescrito que había de guardar reposo absoluto tras la misma. Tras la renuncia definitiva de Fidel a sus cargos ejecutivos (19 de febrero de 2008), la Asamblea Nacional del Poder Popular nombró a Raúl Castro presidente de la República (25 de febrero).
A finales de ese mismo año, la llegada a la Casa Blanca del demócrata Barack Obama tras la victoria en los comicios trajo consigo un cambio en las posturas tradicionales de la administración estadounidense respecto al régimen castrista. Entre los primeros signos figuró la aprobación por el Congreso estadounidense de un conjunto de leyes que implicaban cierta flexibilización del embargo mantenido contra Cuba (marzo de 2009).
En el mismo mes, una delegación de congresistas demócratas estadounidenses visitó La Habana y mantuvo entrevistas con Raúl y Fidel Castro, además de con otras personalidades gubernamentales. Aunque la comitiva no viajó en misión presidencial, su objetivo consistió en buscar vías de entendimiento para un diálogo bilateral entre ambos Estados. Por último, el 13 de abril de 2009, el presidente Obama ordenó suspender las restricciones a los viajes desde Estados Unidos a Cuba, así como al envío de remesas. Se iniciaba de este modo un nuevo ciclo diplomático, que auguraba un futuro esperanzador para los cubanos.
Conforme se registraban importantes cambios en las relaciones internacionales de la isla, en el interior se agudizaban las tensiones entre el gobierno de Raúl Castro y los disidentes. En los primeros meses de 2010, varios presos de conciencia iniciaron una huelga de hambre para lograr la liberación de todos los recluidos por motivos políticos. El fallecimiento de uno de los huelguistas, Orlando Zapata, después de casi tres meses sin ingerir alimentos, implicó firmes condenas al gobierno cubano por parte de Estados Unidos y la Unión Europea. En julio del mismo año, Raúl Castro anunció la progresiva liberación de cincuenta y dosreclusos acogidos por el gobierno español. Los primeros traslados a la Península tuvieron lugar en julio de 2010.
En enero de 2011, Raúl Castro comenzó a aplicar una de las reformas más profundas llevadas a cabo en la isla desde el triunfo de la Revolución: una reducción del número de puestos de trabajo en los ministerios de Industria Azucarera, Agricultura, Construcción, Salud Pública y Turismo, que de forma gradual y durante todo el año implicaría la eliminación de medio millón de empleos públicos. La medida formaba parte de un plan más amplio de reducción del sector estatal, consistente en la incorporación de 1,8 millones de trabajadores cubanos al sistema económico privado desde esa fecha hasta 2016. En el terreno de la apertura democrática destaca la reforma migratoria que el Estado cubano puso en marcha en enero de 2013, por la cual se agilizaban los trámites, reduciendo también sus costos, para los ciudadanos que pretendieran viajar a otros países.
Un cambio sustancial en el contexto internacional de Cuba se produjo a partir del 17 de diciembre de 2014, cuando se hizo público el acuerdo alcanzado entre las autoridades cubanas y estadounidenses para recomponer las relaciones diplomáticas entre ambos estados. Tras cincuenta años de enfrentamiento, Raúl Castro y Obama mantuvieron una conversación telefónica que selló tal acuerdo, cuya consecuencia inmediata fue la liberación de presos cubanos acusados de espionaje en Estados Unidos, así como de presos estadounidenses recluidos en cárceles cubanas.
En el proceso de acercamiento entre ambos gobiernos resultó determinante la participación de Canadá y del Vaticano, en este último caso a través de las gestiones del papa Francisco. No obstante, si bien era inminente la apertura de embajadas, quedaba pendiente todavía la abolición formal del bloqueo económico que el país del norte ha venido manteniendo desde hace varias décadas contra la isla. El 10 de abril de 2015, durante la celebración de la VII Cumbre de las Américas en Panamá, Raúl Castro y Obama mantuvieron el primer encuentro en persona. En 2018, con 86 años, traspasó sus poderes a Miguel Díaz-Canel.
Raúl Castro estuvo casado desde enero de 1959 con Vilma Espín Guillois (1930-2007), de una familia de la alta burguesía, a la que había conocido en febrero de 1957, durante la guerrilla en la Sierra Maestra. Vilma Espín fue presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), miembro del comité central del PC y del Consejo de Estado, y perteneció al buró político del PCC hasta 1991. La esposa de Raúl Castro, en buena sintonía con Fidel, fue la mujer que ocupó posiciones más elevadas en el escalafón del régimen, y en muchas ocasiones protocolarias actuó como primera dama. El matrimonio tuvo un hijo y tres hijas.

Fidel Castro

(Fidel Alejandro Castro Ruz; Mayarí, Holguín, 1926 - La Habana, 2016) Revolucionario y estadista cubano. Tras liderar la triunfante Revolución cubana de 1959, que agrupó a un amplio espectro de sectores sociales y formaciones políticas contra la servil y corrupta dictadura de Fulgencio Batista, Fidel Castro emprendió de inmediato una política de signo socializante que incluyó la reforma agraria y la expropiación de los bienes de las compañías norteamericanas. La presión de Estados Unidos, que apoyó en 1961 un frustrado intento de invasión de la isla, llevó a Castro a radicalizar sus posturas y a solicitar ayuda a la URSS, y aunque el desenlace de la llamada Crisis de los misiles (1962) aseguró la pervivencia de la Revolución, socavó también su independencia, dejando al país alineado en la órbita soviética.

Fidel Castro
Con el apoyo de la Unión Soviética y del bloque socialista, y a costa de las libertades ciudadanas y de los sacrificios impuestos a la población, Fidel Castro pudo superar las inmensas dificultades que supuso el bloqueo estadounidense, y siguiendo los modelos de planificación comunista logró reseñables avances sociales (educación, sanidad), si bien el desarrollo económico fue exiguo. Tras la caída del muro de Berlín en 1989, la subsidiada economía de la isla padeció una gravísima crisis; pese a ello, la Cuba castrista figuró entre los pocos regímenes comunistas que sobrevivieron al derrumbe de la URSS. Con la salud debilitada, Fidel transfirió el poder a su hermano Raúl Castro en 2008, casi cincuenta años después del triunfo de aquella revolución en que habían sido compañeros de armas.
Biografía
Procedente de una familia de hacendados gallegos, Fidel Castro estudió derecho en la Universidad de La Habana, por la que se doctoró en 1950. Su ideología izquierdista le llevó a participar desde muy joven en actividades revolucionarias, como la sublevación contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en Santo Domingo (1947); el fracaso de la misma motivó su exilio en México. Vuelto a Cuba, militó en el Partido del Pueblo Cubano, y pocos años después retomó su actividad revolucionaria, esta vez contra la férrea dictadura instaurada en 1952, tras un golpe de Estado, por general Fulgencio Batista (1952-1958), que puso el país al servicio de su propio provecho y de los intereses norteamericanos.
Su primer intento fue el asalto al Cuartel de Moncada en Santiago de Cuba (1953), que se saldó con un fracaso: el cuartel no llegó a ser tomado y la acción no provocó la esperada insurrección popular. Pese al descalabro militar, Castro se anotó una victoria política, ya que aquel acto dio a sus protagonistas una gran popularidad que se vio acrecentada durante el juicio subsiguiente, en el que Castro se defendió a sí mismo y aprovechó para pronunciar un extenso alegato político («La Historia me absolverá»).
Fidel Castro fue condenado a quince años de prisión, de los que sólo cumplió dos (en la isla de Pinos) merced a un indulto que le puso en libertad en 1955. Se exilió de nuevo en México, desde donde preparó un segundo intento; pero, habiendo aprendido que su lucha tendría pocas posibilidades de triunfar en un medio urbano, esta vez apostó por crear una guerrilla rural en la zona más apartada y montañosa del país: la Sierra Maestra, en la provincia cubana de Oriente.
La Revolución cubana
Con un contingente de ochenta y dos hombres (el «Grupo 26 de julio») a bordo del yate Gramma, Fidel Castro desembarcó clandestinamente en Cuba a finales de 1956, siendo casi inmediatamente diezmadas sus fuerzas en un enfrentamiento con el ejército de Batista: sólo doce guerrilleros sobrevivieron. Dos años después, sin embargo, sus bases en la Sierra Maestra eran lo suficientemente sólidas y sus efectivos lo bastante nutridos como para llevar a cabo con éxito la ocupación de Santiago (1958). Desde allí Fidel Castro lanzó la ofensiva que recorrió la isla de este a oeste, secundado por sus colaboradores, entre los que figuraban Camilo Cienfuegos, su hermano Raúl Castro (que casi cincuenta años después sucedería a Fidel en la jefatura del Estado) y un argentino destinado a convertirse en uno de los grandes mitos revolucionarios del siglo XX: el Che Guevara.

El Che Guevara y Fidel Castro
La situación social y política de aquellos años favoreció el triunfo revolucionario. Pese a poseer la renta per cápita más elevada de Latinoamérica, la riqueza del país no llegaba a la mayor parte de la población, que padecía altísimas tasas de desempleo y subempleo; la dependencia económica de los Estados Unidos había generado una agricultura de grandes explotaciones que dio lugar a la formación de un numeroso proletariado rural, a la postre determinante en el proceso revolucionario. En las áreas urbanas, y en especial en La Habana, la realidad económica venía marcada por la fuerte incidencia del turismo estadounidense.
Por otra parte, la corrupción y el servilismo a los intereses del vecino del norte, siempre presentes en la vida pública cubana, habían llegado a extremos insospechados bajo la despótica dictadura de Fulgencio Batista, quien logró concitar en su contra tanto a los campesinos como a gran parte de las clases medias y a amplios sectores de la intelectualidad y del mundo universitario. Incluso las clases altas liberales y los estadounidenses habían llegado en los últimos tiempos a ver con malos ojos a un régimen que, por inestable y desprestigiado, no resultaba una buena garantía ante el ascenso de la izquierda.
De este modo, al inicial apoyo del campesinado pobre había seguido el fin de las reticencias del Partido Comunista, que abrió a Castro la posibilidad de encontrar apoyo en las ciudades; la dictadura, minada por la corrupción, fue incapaz de hacer frente al movimiento popular. El 1 de enero de 1959, el comandante revolucionario Camilo Cienfuegos entró triunfante en La Habana, un día después de que Fulgencio Batista firmase su dimisión y abandonase el país. La entrada del ejército guerrillero se producía mientras las fuerzas rebeldes acababan definitivamente con los últimos focos de resistencia. Al mismo tiempo una columna insurgente, dirigida por Ernesto Che Guevara, convergió sobre la capital, recibiendo a su paso la rendición de centenares de oficiales del ejército de Batista y la aclamación del pueblo cubano.

Camilo Cienfuegos y Fidel Casto en La Habana (8 de enero de 1959)
Designado presidente de la República, el 5 de enero Manuel Urrutia Lleó presentó a los nuevos ministros, quince en total, a la cabeza de los cuales se encontraba José Miró Cardona, representante del ala liberal, como primer ministro. Tres días más tarde Fidel Castro, que hasta ese momento se encontraba en Santiago, llegó a La Habana y se dirigió al pueblo. Castro subrayó la importancia de la huelga general en la derrota final del dictador y lanzó una advertencia a los divisionistas y a todos aquellos que pretendiesen ignorar el poder del pueblo.
De la moderación al comunismo
El tinte moderado y conciliador de los inicios de la Revolución, que no pareció importunar a las clases altas y a los Estados Unidos, no tardaría en desaparecer bajo los efectos de un brusco giro político. Los procesos contra los colaboradores de Batista y la marginación del poder de los sectores liberales, que culminaría con la renuncia del presidente Urrutia (julio de 1959), marcaron el principio de un cambio de línea en el proyecto revolucionario.
Fidel Castro se había puesto en febrero del mismo año al frente del gobierno cubano, acumulando los cargos de primer ministro (en sustitución de José Miró) y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, y sin pérdida de tiempo empezó a hacer realidad los proyectos de cambio que habían suministrado una base social a la Revolución: el más importante de todos, la reforma agraria, que expropiaba las grandes haciendas extranjeras para dar medios de vida a los campesinos pobres. A partir de mayo de 1959, la aplicación de la Ley de Reforma Agraria supuso la nacionalización de los inmensos latifundios de las compañías extranjeras.
El hecho provocó la inmediata hostilidad del gobierno estadounidense; sin embargo, la actitud de Estados Unidos acabó por estimular un resultado opuesto al esperado. Fidel Castro dictó medidas drásticas, como la expropiación de los bienes de las compañías norteamericanas en Cuba, que extendieron el apoyo popular a la Revolución. En 1960 se nacionalizaron las centrales azucareras, las principales industrias, los bancos y las refinerías petrolíferas; se lanzó asimismo una amplia campaña de alfabetización y se organizaron milicias populares en sustitución del viejo ejército profesional.
Ese indudable contenido socializante y nacionalista que tuvo en un principio la Revolución cubana (contra el dominio semicolonial que ejercía Estados Unidos) se radicalizó a causa de la dinámica de enfrentamiento con el gobierno norteamericano. Mientras Castro llamaba a una revolución general contra el imperialismo en Latinoamérica (Primera declaración de La Habana), el presidente Eisenhower (1953-1961) rompía las relaciones diplomáticas con Cuba (enero de 1961) y decretaba un embargo comercial destinado a ahogar la economía cubana y forzar la retirada de Castro, ya que Cuba dependía casi totalmente de sus exportaciones a Estados Unidos, fundamentalmente de azúcar.
Con la llegada a la Casa Blanca del demócrata John F. Kennedy (1961-1963) no sólo no disminuyó la presión de Estados Unidos, sino que se agudizó con la organización del desembarco de exiliados cubanos armados en la bahía de Cochinos (abril de 1961), un intento de derrocar a Fidel que fue repelido con humillante facilidad por el ejército revolucionario. Después de aquello, Fidel Castro proclamó el carácter marxista-leninista de la Revolución cubana y alineó a su régimen con la política exterior de la Unión Soviética (Segunda declaración de La Habana, 1962); al mismo tiempo eliminó del gobierno a los políticos liberales con los que se había aliado al llegar al poder, y unificó a los grupos políticos que apoyaban la Revolución en un único Partido Unido de la Revolución Socialista.

Fidel Castro
En 1962 permitió que los soviéticos instalaran en suelo cubano rampas de lanzamiento de misiles con las que podían alcanzarse objetivos en Estados Unidos; descubiertas por el espionaje americano, Kennedy reaccionó con un bloqueo naval a Cuba y la exigencia de retirada de las instalaciones. La consiguiente «crisis de los misiles» estuvo a punto de hacer estallar una guerra nuclear entre las dos superpotencias, que se evitó a última hora al retirar Nikita Jruschov los misiles soviéticos a cambio de la promesa de que no habría nuevos intentos de invadir Cuba y del desmantelamiento de los ya obsoletos misiles norteamericanos en Turquía.
El régimen castrista
Conjurado el peligro de una agresión estadounidense y asegurada la pervivencia de la Revolución, el país entró en una fase de estabilidad no exenta de dificultades económicas. El embargo no afectaba solamente a las exportaciones de azúcar y otros productos a los Estados Unidos, sino también a las importaciones desde Estados Unidos a Cuba, que se surtía casi en exclusiva de todo tipo de artículos estadounidenses. El comercio entre ambos países quedó anulado, se congelaron las inversiones cubanas en territorio estadounidense y, con la retirada de la isla del capital norteamericano, la economía productiva cubana quedó privada de financiación.
Cuba sólo podía hacer frente a las consecuencias del embargo con la ayuda soviética; la dependencia de la URSS se extremaría a partir de 1975, cuando los países de la Organización de los Estados Americanos (OEA) se sumaron al bloqueo. La presión norteamericana había convertido al país en un régimen socialista prosoviético (aunque con singularidades) y a Fidel Castro en un dirigente comunista más, el primero en el hemisferio americano. En 1965 el partido cambió su denominación por la de Partido Comunista de Cuba, del cual fue elegido secretario general el propio Castro; en 1976 acumuló el título de presidente del Consejo de Estado.
Bajo la dirección de Fidel Castro, Cuba obtendría importantes logros sociales, especialmente visibles en la erradicación del hambre y de la subalimentación, en la educación primaria y universitaria y en la asistencia sanitaria, materias en las que llegó a constituir un modelo para los países subdesarrollados; pero el coste político y cultural fue considerable, pues exigió un ejercicio dictatorial del poder, con desprecio de las libertades individuales y del pluralismo, bajo la vigilancia continua de un Estado policial.

Castro ante la Asamblea de la ONU
El régimen desarrolló una política exterior muy activa, basada en la lucha contra el imperialismo, destacando el protagonismo del propio Fidel Castro en el Movimiento de Países No Alineados (cuya conferencia presidió en 1980) y la intervención militar cubana en África (en apoyo de los regímenes socialistas de Angola y Etiopía). La economía planificada de inspiración soviética dio algunos frutos iniciales, racionalizando las inversiones hacia objetivos de interés colectivo y facilitando una mejor distribución de la riqueza; pero, al igual que había ocurrido en la propia Unión Soviética, anuló los incentivos y las iniciativas, aisló al país de las corrientes inversoras internacionales y, finalmente, condujo a un agorero estancamiento.
Cuando las dificultades económicas de la URSS impidieron que siguiera subvencionando a la retrasada economía cubana, ésta se hundió en una grave crisis. No obstante, Castro rehusó introducir reformas en un sentido liberalizador, al estilo de la perestroika que auspiciaba Mijail Gorbachov. Salvó así su régimen del desmoronamiento del resto de los regímenes prosoviéticos y de la propia URSS a finales de los años ochenta y principios de los noventa, pero Cuba entró en una etapa crítica en el terreno económico, en medio de la intensificación de las presiones de Estados Unidos, que endureció el bloqueo en 1992.
La disolución de la URSS (1991) y del bloque comunista trajo consigo, por ejemplo, la desaparición del Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON), organismo económico integrado por la Unión Soviética y los países socialistas con el que Cuba mantenía el 85% de sus intercambios comerciales a precios subsidiados; sin el apoyo de ese mercado, la isla perdió en sólo tres años la tercera parte de su producto interior bruto. La llamada crisis de los balseros (1994), que empujó a unos treinta y cinco mil cubanos a emigrar a Estados Unidos cruzando el estrecho de Florida en balsa o por cualquier medio a su alcance, reflejó el empobrecimiento al que se veía abocado el país, cuya economía, contra todo pronóstico, inició un lenta y constante recuperación a partir de 1995, aunque dentro de un estado general de penuria y desabastecimiento.
Con el cambio de siglo, Fidel Castro pudo contar con el apoyo del presidente venezolano Hugo Chávez y de una nueva hornada de dirigentes de izquierdas opuestos al neoliberalismo económico estadounidense, como el boliviano Evo Morales. En octubre de 2000 firmó un acuerdo con la Venezuela de Chávez que permitió a Cuba importar petróleo en ventajosas condiciones. Sin embargo, los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 llevaron a un nuevo deterioro de la situación económica (caída del turismo, cierre de centros azucareros) y a renovadas presiones estadounidenses en el plano político. Fidel Castro reaccionó reafirmándose en sus principios: el socialismo fue declarado "irrevocable" en una enmienda constitucional de 2002. Desde 2003 se intensificó la persecución de la disidencia, y en 2004 se puso fin a la dolarización de la economía, once años después de que se autorizara la libre circulación del dólar en la isla.
La sucesión de Fidel
A mediados de 2006, tras asistir a una cumbre del Mercosur en la Argentina, Fidel Castro debió ser sometido a una intervención quirúrgica que lo obligó a mantener reposo; antes de la operación delegó todos las funciones de gobierno en su hermano Raúl. En febrero de 2008, Fidel presentó su renuncia definitiva, y Raúl Castro fue confirmado en sus cargos. El nombramiento como nuevo presidente cubano de un compañero de armas de la Revolución de 1959 no despertó grandes expectativas de cambio, y, efectivamente, Raúl Castro no hizo al principio sino continuar la tibia política reformista de años anteriores, limitada a cuestiones económicas puntuales.
Sin embargo, la victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales de Estados Unidos (noviembre de 2008) abrió una nueva etapa en las relaciones entre ambos países. El presidente demócrata promovió los contactos con el régimen cubano; en 2009 suspendió las restricciones a los viajes desde Estados Unidos a Cuba y al envío de remesas. Por su parte, y sin apenas ningún gesto aperturista en lo político, Raúl Castro impulsó desde 2011 un reducción del hipertrofiado sector público y, en 2013, una reforma migratoria.
El acercamiento entre ambos países culminó con el anuncio de un acuerdo para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas (diciembre de 2014) que se materializó simbólicamente en agosto de 2015 con la apertura de la embajada estadounidense en La Habana. Este proceso, que contó con la aprobación del anciano pero siempre vigilante Fidel, podría llevar, aunque no de forma inmediata, al fin del embargo y a una mejora de las condiciones de vida en la isla, y fue bien acogido tanto por los cubanos como por la comunidad internacional, que, convencida a esas alturas tanto de su ineficacia política como de los injustificables perjuicios causados a la población, había condenado reiteradamente el bloqueo en los foros internacionales.