Mary Anning, prolífica cazadora de fósiles inglesa y anatomista aficionada, nació el 21 de mayo de 1799. Sus descubrimientos de varios especímenes de dinosaurios ayudaron al desarrollo temprano de paleontología. Algunos científicos señalan que los fósiles recuperados por Anning también pueden haber contribuido, en parte, a la teoría de la evolución presentada por el naturalista inglés Charles Darwin.
Anning fue uno de los dos hijos sobrevivientes nacidos del gabinete y coleccionista aficionado de fósiles Richard Anning y su esposa, Mary Moore. La familia dependía de la venta de fósiles recolectados de los acantilados costeros cerca de su hogar a lo largo de la costa del Canal de Inglaterra como fuente de ingresos. Después de la muerte de Richard en 1810, la familia se basó principalmente en la caridad. Mary, su hermano, Joseph, y su madre, que eran hábiles recolectores de fósiles, complementaron sus escasos recursos vendiendo fósiles de invertebrados a coleccionistas y académicos.
A lo largo de su vida, Anning también descubrió los restos de varios vertebrados grandes incrustados en los acantilados de Lyme Regis del periodo Triásico, hace unos 200 millones de años. En 1810 su hermano encontró el primer espécimen de Ichthyosaurus conocido; sin embargo, ella fue quien lo excavó, y algunas fuentes también le dan crédito por el descubrimiento. El espécimen era tan grande y bien conservado que atrajo la atención del zoólogo francés Georges Cuvier. A partir de entonces, la comunidad científica comenzó a reconocer el valor paleontológico de los fósiles recuperados por Mary Anning y su familia.
La noticia de las excavaciones fósiles de Anning la convirtió en una celebridad. Entre sus descubrimientos, destacan la recuperación nuevos esqueletos de Ichthyosaurus y plesiosaurio; descubrió un pterosaurio en 1828, el primero encontrado fuera de Alemania; y en 1829 excavó un esqueleto de Squaloraja, una especie de pez de transición entre los tiburones y las rayas.
Sin embargo, a Anning no se le dio todo el crédito por muchos de los fósiles que excavó. De los muchos especímenes que encontró y recuperó, varios fueron descritos en revistas prestigiosas sin siquiera mencionar su nombre.
Hacia el final de su vida, Anning recaudó anualidades de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia y la Sociedad Geológica de Londres, que se crearon en reconocimiento de sus contribuciones a la ciencia. Murió de cáncer de mama en 1847, el presidente de la Sociedad Geológica la elogió en su discurso anual, a pesar de que las primeras mujeres no serían admitidas en la organización hasta 1904. En 2010 fue reconocida por la Royal Society como una de las diez mujeres científicas más influyentes en la historia británica.