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domingo, 12 de abril de 2020

George Marshall

(George Catlett Marshall; Uniontown, Pennsylvania, 1880 - Washington, 1959) Militar y político norteamericano. Como oficial de Estado Mayor, había demostrado ya sus cualidades en el curso de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Nada más estallar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la administración demócrata del presidente Franklin D. Roosevelt le nombró jefe del Estado Mayor en Washington; cuando, a partir de 1941, los Estados Unidos tomaron parte en aquella contienda, Marshall fue el responsable de coordinar las fuerzas militares americanas hasta la victoria final.

George Marshall
Su prestigio quedó reforzado por el éxito obtenido y, después de la guerra, fue destinado a importantes misiones diplomáticas. La primera de ellas fue tratar de mediar, como embajador extraordinario en China (1945-1947), entre los nacionalistas de Chang Kai-shek y los comunistas de Mao Zedong, que, después de haber sido aliados en la lucha contra los japoneses, parecían volver a su anterior confrontación; Marshall, bien considerado por los dos bandos, no pudo evitar que estallara entre ellos la guerra civil que terminaría con la victoria comunista en 1949.
Entre 1947 y 1949, George Marshall dirigió la política exterior de Estados Unidos como secretario de Estado del presidente Harry Truman. Sus esfuerzos se encaminaron hacia la reconstrucción de Europa, incluyendo a los países vencidos en la guerra, para no repetir los errores cometidos al final de la Primera Guerra Mundial.
En 1948 puso en marcha el Plan Marshall, consistente en suministrar ayuda económica masiva a los países europeos destruidos por la guerra, incluyendo en la oferta a los regímenes comunistas. El rechazo por parte de la Unión Soviética de Stalin impidió que dicha ayuda llegara a los países del Este y provocó la ruptura de los partidos comunistas occidentales con sus aliados nacionales, en el contexto de la guerra fría que por entonces comenzaba a enfrentar a las superpotencias.
La ayuda americana facilitó el «milagro económico» de una recuperación rápida, al tiempo que estableció en Europa occidental mecanismos de unidad (como la Organización Europea para la Cooperación Económica, OECE) y una estrecha vinculación a Estados Unidos. Marshall impulsó también las primeras negociaciones para la formación de una alianza militar antisoviética entre Estados Unidos y sus aliados europeos, que conducirían, ya después de su dimisión, a la creación de la OTAN (1949).
El estallido de la Guerra de Corea (1950-1953) llevó a Truman a llamarle de nuevo, nombrándole ministro de la Guerra; la labor de Marshall consistió en cesar al impulsivo general Douglas MacArthur (que había reclamado plenos poderes para la dirección de la guerra) y apaciguar gradualmente el conflicto coreano para evitar que degenerara en una guerra de grandes dimensiones con el bloque socialista. Logrados sus objetivos, se retiró de la política y del servicio militar activo en 1951. En 1953 recibió el Premio Nobel de la Paz.

Stalin

(Iosif o Jossif Vissariónovich Dzhugashvili, también llamado Josef o Joseph Stalin; Gori, Georgia, 1879 - Moscú, 1953) Dirigente soviético que gobernó férreamente la URSS desde 1929 (año en que se erigió como sucesor de Lenin tras el exilio de Trotsky) hasta su fallecimiento en 1953. Al precio de una represión sanguinaria y de inmensos sacrificios impuestos a la población, Stalin logró convertir la Rusia semifeudal en una potencia económica y militar capaz de contribuir decisivamente a la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Stalin
En el nuevo orden de la posguerra, los Estados Unidos y la URSS se repartieron áreas de influencia; Stalin extendió su poder instaurando regímenes comunistas en la Europa del Este y alentándolos en otros países. El choque de intereses e ideologías dio lugar a la «guerra fría» entre ambas superpotencias, que continuó tras la muerte de Stalin; de hecho, el clima de tensión entre los bloques capitalista y comunista definiría el escenario internacional hasta la disolución de la URSS en 1991.
Biografía
Iosif Dzhugashvili era hijo de un zapatero pobre y alcohólico de la región caucásica de Georgia, sometida a la Rusia de los zares. Quedó huérfano muy temprano y estudió en un seminario eclesiástico, de donde fue expulsado por sus ideas revolucionarias (1899). Se unió entonces a la lucha clandestina de los socialistas rusos contra el régimen zarista; cuando en 1903 se escindió el Partido Socialdemócrata, siguió a la facción bolchevique que encabezaba Lenin.
Fue un militante activo y perseguido hasta el triunfo de la Revolución bolchevique de 1917, época de la que procede su sobrenombre de Stalin («hombre de acero»). La lealtad a Lenin y la falta de ideas propias le permitieron ascender en la burocracia del partido (rebautizado como Partido Comunista), hasta llegar a secretario general en 1922.
Stalin emprendió entonces una pugna con Trotsky por la sucesión de Lenin, que, ya muy enfermo, moriría en 1924. Aunque el líder de la Revolución había indicado su preferencia por Trotsky (pues consideraba a Stalin «demasiado cruel»), Stalin maniobró aprovechando su control sobre la información y sobre el aparato del Partido, aliándose con Zinoviev y Kámenev hasta imponerse a Trotsky. La lucha por el poder se disfrazó de argumentos ideológicos, defendiendo cada bando una estrategia para consolidar el régimen comunista: la construcción del socialismo en un solo país (Stalin) contra la revolución permanente a escala mundial (Trotsky).

Lenin y Stalin (Gorki, 1922)
Pero el verdadero móvil de Stalin era la ambición de poder: una vez apartado Trotsky (al que mandó al exilio en 1929 y luego hizo asesinar en 1940), se desembarazó también del ala «izquierda» del partido (Zinoviev y Kámenev, ejecutados en 1936) y del ala «derecha» (Bujarin y Rikov, ejecutados en 1938) e instauró una sangrienta dictadura personal, apropiándose de las ideas políticas que habían sostenido sus rivales.
La URSS bajo Stalin
Stalin gobernó la Unión Soviética de forma tiránica desde los años treinta hasta su muerte, implantando el régimen más totalitario que haya existido jamás; pero también hay que atribuirle a él la realización del proyecto socioeconómico comunista en Rusia, la extensión de su modelo a otros países vecinos y la conversión de la URSS en una gran potencia.
Radicalizando las tendencias autoritarias presentes entre los bolcheviques desde la Revolución, acabó de eliminar del proyecto marxista-leninista todo rastro de ideas democráticas o emancipadoras: anuló todas las libertades, negó el más mínimo pluralismo y aterrorizó a la población instaurando un régimen policial. Dispuesto a eliminar no sólo a los discrepantes o sospechosos, sino a todo aquel que pudiera poseer algún prestigio o influencia propia, lanzó contra sus compañeros comunistas sucesivas purgas que diezmaron el partido, eliminando a la plana mayor de la Revolución.
Con la misma violencia impuso la colectivización forzosa de la agricultura, hizo exterminar o trasladar a pueblos enteros como castigo o para solucionar problemas de minorías nacionales, y sometió todo el sistema productivo a la estricta disciplina de una planificación central obligatoria. Con inmensas pérdidas humanas consiguió, sin embargo, un crecimiento económico espectacular, mediante los planes quinquenales: en ellos se daba prioridad a una industrialización acelerada, basada en el desarrollo de los sectores energéticos y la industria pesada, a costa de sacrificar el bienestar de la población, sometida a durísimas condiciones de trabajo y a grandes privaciones en materia de consumo.
La represión impedía que se expresara el malestar de la masa trabajadora, apenas compensada con la mejora de los servicios estatales de transporte, sanidad y educación. A este precio conseguiría Stalin convertir a la Unión Soviética en una gran potencia, capaz de ganar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y de compartir la hegemonía con los Estados Unidos en el orden bipolar posterior.
De la Segunda Guerra Mundial a la «guerra fría»
Stalin fue un político ambicioso y realista, movido por consideraciones de poder y no por ideales revolucionarios. Este maquiavelismo fue más palpable en su política exterior, donde la causa del socialismo quedó sistemáticamente postergada a los intereses nacionales de Rusia (convirtiendo a los partidos comunistas extranjeros en meros instrumentos de la política exterior soviética). En los días previos a la Segunda Guerra Mundial, no tuvo reparos en firmar un pacto de no agresión con la Alemania nazi para asegurarse la tranquilidad en sus fronteras, el reparto de Polonia y la anexión de Estonia, Letonia y Lituania (Pacto Germano-Soviético de 1939).
A pesar de todo, Adolf Hitler invadió la URSS, arrastrando a Stalin a la guerra en 1941. Stalin movilizó eficazmente las energías del país apelando a sus sentimientos nacionalistas (proclamó la Gran Guerra Patriótica): organizó la evacuación de la industria de las regiones occidentales hacia los Urales, adoptando una estrategia de «tierra quemada». Con ayuda del clima, de las grandes distancias y de la lucha guerrillera de los partisanos, debilitó a los alemanes hasta recuperarse y pasar a la contraofensiva a partir de la batalla de Stalingrado (1942-1943). Después el avance ruso sería arrollador hasta llegar más allá de Berlín.

Stalin, Roosevelt y Churchill en la Conferencia de Teherán (1943)
En la Conferencia de Teherán (1943), pactó con el primer ministro británico Winston Churchill y con el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt la estrategia de la guerra. Reforzado por la victoria, Stalin negoció con Estados Unidos y Gran Bretaña el orden internacional de la posguerra (Conferencias de Yalta y Postdam, 1945), obteniendo el reconocimiento de la URSS como gran potencia (con derecho de veto en la ONU, por ejemplo). Los aliados tuvieron que aceptar la influencia soviética en la Europa oriental, donde Stalin estableció un cordón de «Repúblicas populares» con regímenes comunistas satélites de la URSS.
Stalin mantuvo la inercia de la guerra, retrasando la desmovilización de su ejército hasta el momento en que pudo disponer de armas atómicas (1951) y fomentando la extensión del comunismo a países en los que existieran movimientos revolucionarios autóctonos (como Grecia, Turquía, China y Corea). La resistencia norteamericana a sus planes dio lugar a la «guerra fría», clima de tensión bipolar a escala mundial entre un bloque comunista y un bloque occidental capitalista.
Formalmente, la fase más aguda de la guerra fría terminó con la muerte de Stalin; su sucesor, Nikita Jruschov (1953-1964), impulsó la doctrina de la «coexistencia pacífica» de las dos grandes potencias, que resultó ser una ficción retórica: los conflictos abiertos o subterráneos a través de terceros países continuaron, y la guerra fría perduraría hasta la caída del muro de Berlín (1989) y la disolución de la URSS (1991). En el XX Congreso del PCUS (1956), Jruschov denunció las desviaciones ideológicas y los crímenes del periodo anterior, dando inicio, con la expulsión de los estalinistas del partido, al proceso de desestalinización del Estado.

Harry S. Truman

(Lamar, Missouri, 1884 - Kansas City, 1972) Trigésimo tercer presidente de los Estados Unidos de América (1945-1953). Este agricultor sureño fue ascendiendo lentamente en la política local mediante cargos electivos -siempre ligados al Partido Demócrata-, hasta que en 1935 pasó a representar a su Estado como senador. Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se hizo famoso como presidente del comité parlamentario encargado de supervisar la economía de guerra, moderando los gastos y evitando discriminaciones (el Comité Truman).

Harry Truman
El prestigio alcanzado hizo que el partido le presentara como candidato a vicepresidente en las elecciones de 1944. Ejerció, pues, como vicepresidente de Franklin D. Roosevelt, hasta que el fallecimiento de éste le convirtió automáticamente en presidente (1945). En 1948 obtuvo la reelección para un segundo mandato, que ejerció en 1949-1953.
Truman mantuvo la continuidad con la política de Roosevelt, consolidando los avances del New Deal con un programa de profundización en la democracia económica y social (el Fair Deal). No obstante, no pudo impedir que el Congreso aprobara la Ley Taft-Harley, que limitaba el derecho de huelga y arrebataba a los sindicatos el monopolio de la representación de los trabajadores (1947).
Tampoco pudo evitar que el clima internacional de la «guerra fría» se contagiara al interior de la sociedad americana, produciendo una especie de sicosis anticomunista: bajo la inspiración del senador Joseph McCarthy, el Congreso lanzó una verdadera «caza de brujas» contra supuestos infiltrados comunistas en la Administración, el ejército y el mundo de la cultura; en el mismo sentido iban la Ley MacCarran-Nixon de 1950 (que permitía el registro de las organizaciones izquierdistas) y la Ley MacCarran-Walter de 1952 (que imponía restricciones a la inmigración).
Truman se inició en la política exterior asistiendo a las conferencias que trataron de organizar el orden internacional de la posguerra (Conferencias de Postdam y San Francisco, 1945). Enseguida descubrió las ambiciones de poder de Stalin y adoptó una postura firme para impedir el expansionismo soviético. La doctrina Truman, basada en contener a la URSS mediante ayudas económicas y militares a los gobiernos amigos, daría lugar a un largo periodo de «guerra fría»; es decir, a una bipolarización de la política mundial entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, en continua tensión, pero sin llegar a enfrentarse en guerra abierta.
A diferencia de la actitud aislacionista que adoptaron los Estados Unidos al final de la Primera Guerra Mundial (a la cual se acusaba en gran parte de los problemas del periodo de entreguerras), Truman hizo que, al final de la Segunda Guerra Mundial, el país se volcara en la acción exterior: promovió decididamente la creación de la ONU (1945), apoyó con dinero y armas a los Gobiernos de Grecia y Turquía para impedir que cayeran en la órbita soviética (1947-1949), financió generosamente un programa de ayuda económica para la reconstrucción de Europa (el Plan Marshall de 1948), organizó una alianza militar con sus aliados de Europa Occidental y Norteamérica (la OTAN, en 1949) y respondió con firmeza al bloqueo soviético de Berlín Occidental (organizando el abastecimiento mediante un puente aéreo en 1949).
La misma actitud se proyectó hacia Asia, en donde las tensiones sociales y la inestabilidad política ofrecían un terreno abonado para la expansión comunista: Truman llevó sus programas de ayuda económica y militar a Oriente Medio (desde 1950), extendió las alianzas militares norteamericanas (Pacto del Pacífico, 1951), e intervino militarmente para impedir la desaparición del régimen prooccidental de Corea del Sur frente al régimen comunista del Norte (Guerra de Corea, 1950-1953). Tras haber enmendado la Constitución para impedir en lo sucesivo que un presidente fuera elegido para más de dos mandatos, se retiró de la política al concluir el suyo en 1953.

Ana Frank

(Anne Marie Frank; Frankfurt, 1929 - campo de concentración de Bergen-Belsen, Alemania, 1945) Joven de origen judío que dejó testimonio en un famoso diario de los dos años que vivió oculta con su familia para escapar al exterminio nazi.

Ana Frank
Hija de una familia germana de origen judío, se trasladó con los suyos a los Países Bajos con la llegada de Hitler al poder en 1933. Durante la Segunda Guerra Mundial, después de la invasión alemana de Holanda en 1940 y de padecer las primeras consecuencias de las leyes antisemitas, Ana y su familia consiguieron escondrijo en unas habitaciones traseras, abandonadas y aisladas, de un edificio de oficinas de Ámsterdam, donde permanecieron ocultos desde 1942 hasta 1944, cuando fueron descubiertos por la Gestapo.
Ana llevó un diario de ese período de reclusión, que su padre, único superviviente de la familia, dio a conocer acabada la guerra, después de que Ana y el resto de la familia hubieran sido detenidos y confinados en un campo de exterminio, en donde murieron. El Diario constituye un conmovedor testimonio de ese tiempo de terror y persecuciones. Albert Hackett y Frances Goodrich lo adaptaron al teatro, y George Stevens lo llevó al cine en 1959.
El Diario de Ana Frank
En el Diario, Ana Frank imagina que escribe a Kitty, una amiga hipotética, para contarle las peripecias de su vida en el escondrijo donde vivió desde el 14 de junio de 1942 al 4 de agosto de 1944, cuando la Gestapo descubrió la "dependencia secreta" en la que vivían la familia Frank (compuesta por los padres, por Ana y por su hermana mayor Margot), la familia Van Daan (la madre, el padre y su hijo Peter) y el dentista Dussel, con la vana esperanza de escapar a la captura de los nazis.
Ana cuenta la vida en aquellos pocos metros cuadrados del refugio en que la convivencia de ocho personas, arrancadas de la vida normal, planteaba tantos y tan delicados problemas, y narra el desarrollo de la existencia cotidiana con tal sencillez, fuerza y verdad, que ello constituye el primer encanto de estas páginas. Alejada de sus coetáneos y de los intereses que sonreían a su exuberante juventud, pero también, aunque a la fuerza, de la barbarie del momento, la autora-protagonista mira y juzga las cosas con un candor que subyuga.

Habitación y escritorio de Ana Frank en la parte trasera del edificio, hoy convertido en museo
En las páginas del Diario, a menudo alegres y divertidas, asistimos al desarrollo intelectual y físico de una muchacha, a la variedad de sus problemas, de sus estudios y diversiones a pesar de su reclusión, a sus relaciones y a sus juicios sobre sus familiares y compañeros de aislamiento y sobre los hombres en general. Los acontecimientos y fases alternas de la guerra y de la política mundial, tal como lograban llegar a aquel refugio aislado, adquieren un aspecto nuevo y diferente, con perspectivas insospechadas. Y la vida de una reducida colectividad, obligada a compartir la buhardilla en condiciones tan dramáticas, se ilumina con episodios singulares, en los que los hechos triviales de la vida diaria adquieren una importancia particular, y donde una niña con mirada clara y terriblemente objetiva se juzga a sí misma y a los adultos, analizándolo todo con gran libertad.
Ana Frank habla de sus aspiraciones a corazón abierto, y también de los peligros, pero con gran conocimiento y sin perder la esperanza. Dos personajes del exterior (el señor Kraler, amigo de Otto Frank, y Miep, secretaria de Frank y luego de Kraler) son como seres que pertenecen a otro planeta y que, como promotores del ocultamiento de los Frank y favorecedores de los mismos, parecen redimir al resto de la humanidad de sus culpas de complicidad y de miedo.
El idilio que se inicia entre Ana y Peter tiene la gracia de una flor espontánea en sus diversas fases y manifestaciones; la descripción de la pubertad tiene una delicada naturaleza que difícilmente se encuentra en otra parte; el afecto por un gato parece el símbolo de los vínculos deseados pero imposibles con el mundo externo; las relaciones con los padres (y en particular, con la madre) se observan con gran madurez. No hay nada que la induzca a prorrumpir en invectivas y a juzgar con acritud aquella vida tan injusta y contraria a la naturaleza. "A pesar de todo, continúo creyendo en la bondad íntima del hombre", afirma Ana en el Diario; estas palabras constituyen la moral de este libro que, nacido como de una necesidad personal, tiene la honestidad genuina e inmediata de un desahogo espontáneo nunca dirigido a la publicación.
Las alusiones a los problemas judíos (que podrían parecer frecuentes en una persona que vivía en aquellas condiciones especiales pura y simplemente por la "culpa" de pertenecer al pueblo judío) son muy raras, aunque inspiradas en una extrema dignidad y firmeza: Ana pertenecía a una de aquellas familias asimiladas que no habían tenido una profunda cultura hebrea y que sólo muy tarde se dieron cuenta de todo ello. El libro, además de sus valores humanos y documentales, revela en la joven autora cualidades literarias nada comunes: el mismo hecho de fingir una destinataria para sus confidencias es ya un índice de madurez artística.
Traducido a todas las lenguas y llevado también al teatro y al cine, el Diario de Ana Frank se ha convertido en el paradigma testimonial, más impresionante incluso que otros documentos detallados, de la opresión sufrida en muchos países bajo el nazismo y de las condiciones en que millones de personas se vieron obligadas a vivir con la esperanza de escapar al exterminio.

Pietro Badoglio

(Grazzano Monferrato, Piamonte, 1871-1956) Militar italiano. Formó parte del mando italiano durante la Guerra de Libia (1911-1912) y la Primera Guerra Mundial (1914-1918), pero permaneció al margen del entusiasmo que despertaron entre sus compañeros las hazañas de D'Annunzio y Mussolini en los años siguientes. No obstante, al instaurarse el fascismo fue nombrado mariscal y jefe de Estado Mayor (1922) y gobernador de Libia (1928-1933).

Pietro Badoglio
Como jefe del ejército italiano dirigió la triunfal campaña de Abisinia de 1936. Pero juzgó con realismo que Italia no estaba preparada militarmente para los planes de guerra que albergaba Mussolini, razón por la que se enfrentó con el Duce a propósito de la participación en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Mussolini le hizo responsable del fracaso de la invasión de Grecia (1940), lo que motivó la dimisión de Badoglio.
Cuando Mussolini cayó en 1943, el rey Víctor Manuel III le puso al frente del gobierno italiano, a fin de aprovechar su prestigio de militar profesional y moderado en beneficio de Italia cuando se completara la inminente derrota del Eje. Badoglio se apresuró a disolver el partido fascista y a firmar un armisticio por el que Italia cambiaba de bando, poniéndose de parte de los Aliados (si bien su gobierno, refugiado en Brindisi, no controlaba más que la mitad sur del territorio); ayudó así a las fuerzas anglo-americanas en su avance hacia el norte de Italia, ocupado por la Alemania nazi.
Ello no impidió que, una vez liberada Italia, tuviera que dejar el poder a un gobierno democrático; sus vinculaciones con el fascismo no fueron olvidadas en la posguerra, resultando privado de cargos y honores hasta que la Democracia Cristiana lo rehabilitó en 1948.

Víctor Manuel III

(Nápoles, 1869 - Alejandría, Egipto, 1947) Rey de Italia que aceptó la instauración de la dictadura fascista. Sucedió a su padre, Humberto I, asesinado en 1900.

Víctor Manuel III
Por su educación y por inclinación personal tuvo siempre una especial relación con los militares. Y quiso hacer de la guerra un medio para completar la unificación nacional de Italia (iniciada por su abuelo, Víctor Manuel II) y para engrandecerla con la adquisición de un imperio colonial: primero con la Guerra Ítalo-Turca (1911-1912), luego con la participación en la Primera Guerra Mundial (1915-1918) y más tarde con la Guerra de Etiopía (1935-1936), sin oponerse tampoco a la intervención en la Guerra Civil española en apoyo de Franco (1936-1939).
En política se comportó inicialmente como un rey poco intervencionista y respetuoso de la Constitución. Pero en 1922 rompió aquella trayectoria y, ante el acoso de que era objeto el gobierno por la «Marcha sobre Roma» que habían organizado los fascistas de Benito Mussolini, se negó a declarar el estado de sitio solicitado por el primer ministro, Luigi Facta.
Por el contrario, aceptó de buen grado nombrar a Mussolini jefe de gobierno, abriendo paso a un ventenio de dictadura fascista en Italia. Permitió a Mussolini acabar con la oposición democrática e instaurar la dictadura en 1925, así como embarcar a Italia junto a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Privado por Mussolini de todo poder decisorio, se mantuvo sin embargo como teórico jefe del Estado y no hizo nada por evitar los crímenes del fascismo.
Sólo cuando la victoria militar de los aliados pareció inminente y los jerarcas fascistas depusieron al Duce, Víctor Manuel III aceptó el hecho consumado encargando al general Pietro Badoglio la formación de un nuevo gobierno que cambiara de bando a Italia, alineándola con los vencedores (1943).
No fue el último rey de Italia, pero el descrédito que había causado a la monarquía su complicidad con el fascismo hizo que en el referéndum de 1946 los italianos optaran mayoritariamente por la República. Conociendo de antemano su impopularidad personal, Víctor Manuel había intentado salvar la continuidad de la Casa de Saboya abdicando en su hijo Humberto II, que reinó teóricamente entre 1944 y 1946. Murió en el exilio.

Bernard Law Montgomery

(Sir Bernard Law Montgomery, llamado Monty; Londres, 1887 - Isington Mill, Reino Unido, 1976) Militar británico que figura entre los mejores estrategas del bando aliado durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Participó en la campaña de Francia de 1940 al mando de una división y más tarde, en 1942, fue enviado al norte de África para mandar el Octavo Ejército. Derrotó al Afrika Korps de Rommel en El Alamein, batalla en la que empezó a labrarse su fama de hábil estratega.

Bernard Montgomery
Cauto y al mismo tiempo metódico, empleó con eficacia su superioridad en medios y efectivos para derrotar a los alemanes y perseguirlos luego en su retirada hasta Túnez, aunque no logró aprovechar la persecución para aniquilar las tropas del Eje. Tras ocupar Túnez conjuntamente con los estadounidenses, participó en el desembarco en Sicilia en 1943 y en las operaciones iniciales en Italia.
Fue nombrado jefe de las fuerzas terrestres para el desembarco de Normandía, a las órdenes del general Eisenhower, lo cual representó un desaire para él, pues esperaba ser elegido jefe supremo. Durante las operaciones que siguieron al Día D, se mantuvo fiel a su estilo y utilizó sus fuerzas con cautela, de manera que las bajas fuesen lo más reducidas posible. A pesar de todo, su papel en la campaña de Normandía fue brillante: obligó a los alemanes a desgastar sus reservas para frenar sus ataques, siempre lanzados cuando no tenía nada que perder, de manera que cuando se produjo la ofensiva final, la operación Cobra, la ruptura del frente fue total.
Tras perseguir a los alemanes en su repliegue por toda Francia, decidió terminar la guerra antes del invierno mediante un audaz asalto aerotransportado de los puentes del Rin; la operación, conocida en clave como Market Garden, resultó un fracaso; fue la primera derrota importante de Montgomery.
Durante el contraataque alemán de las Ardenas, en diciembre de 1944, destacó sus fuerzas para contener el flanco de la penetración, lo que le valió las críticas de los estadounidenses, quienes hubiesen preferido una actitud más agresiva; en esta situación se enfrentó a Eisenhower, su superior, lo que estuvo a punto de costarle la destitución. En la invasión de Alemania de 1945, cruzó el Rin con sus tropas y alcanzó Hamburgo. Ennoblecido con el título de vizconde de El Alamein, de 1951 a 1958 fue comandante en jefe adjunto de las fuerzas de la OTAN en Europa.

Erwin Rommel

(Erwin Johannes Rommel, llamado el Zorro del Desierto; Heidenheim del Brenz, Alemania, 1891 - Ulm, id., 1944) Militar alemán. Participó en la Primera Guerra Mundial con el grado de alférez, y durante la contienda ascendió a teniente; destacó en el frente occidental y sobre todo en los Alpes, donde llevó a cabo acciones meritorias durante la batalla de Caporetto, y más tarde en la toma de Longarone.

Rommel
En todas estas acciones demostró gran habilidad para la infiltración y las maniobras sorpresivas. Sus actuaciones le valieron la Cruz de Hierro de Primera Clase y la Medalla al Mérito Militar. Acabada la guerra, continuó en el reducido ejército alemán al mando de un batallón.
El ascenso al poder del nazismo y la política hitleriana de rearme dieron un giro crucial a su carrera. Ya con el rango de general, formó parte del cuartel general de Hitler desde el principio de la Segunda Guerra Mundial. En la campaña de Francia, al mando de la VII División Acorazada, tuvo un papel relevante en la ruptura de las líneas aliadas en el Mosa y la posterior penetración que condujo a la victoria alemana. Por su rapidez de movimientos, su unidad fue conocida como «la División Fantasma».
En 1941 fue enviado a Libia con el Afrika Korps para apoyar a los italianos en la guerra del desierto. Allí, su habilidad se puso de manifiesto al infligir una derrota tras otra a los británicos, pese a contar con medios muy inferiores. Finalmente, escaso de material y combustible, fue vencido en El Alamein por el VIII Ejército Británico, al mando de Bernard Montgomery, y hubo de retirarse.
En 1943 se hizo cargo de las defensas del Muro del Atlántico en Francia y del grupo de Ejércitos B, por lo que estuvo al mando de las fuerzas encargadas de repeler el desembarco de Normandía en junio de 1944. En julio fue herido en un ataque aéreo y, aún convaleciente, fue acusado de haber formado parte del complot para matar a Hitler. Para evitar un juicio público, decidió aceptar la opción de suicidarse que le ofreció el propio Füher.

Georgi Zhúkov

(Georgi o Gueorgui Konstantinovich Zhúkov; Strelkovka, actual Rusia, 1896 - Moscú, 1974) Militar soviético. Hijo de humildes labradores, el general Georgi Zhúkov se convirtió, con toda justicia, en un héroe de la Unión Soviética. En agosto de 1939 fue el artífice de la mayor derrota japonesa en la frontera de Manchuria, y, tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), de la decisiva victoria en la batalla de Stalingrado (2 de febrero de 1943).

Georgi Zhúkov
En 1941 Stalin, necesitado de militares capaces, lo llamó para reorganizar la defensa de Moscú, amenazado por el avance alemán. Sus brillantes maniobras y la pronta llegada de refuerzos procedentes de Siberia, que dejó al descubierto las defensas orientales de Rusia, consiguieron rechazar al ejército alemán a las puertas de la ciudad.
A finales de 1942, Georgi Zhúkov se hizo cargo del frente de Stalingrado, escenario de una de las más sangrientas batallas de la guerra, donde planeó la espectacular contraofensiva del Ejército Rojo que consiguió cercar al VI Ejército alemán, al mando del mariscal Friedrich von Paulus, en el interior de la propia ciudad, y lo obligó a rendirse.
Las victorias de Zhúkov supusieron un punto de inflexión en el desarrollo de la guerra, ya que infligieron una de las primeras derrotas a las fuerzas alemanas, cuyo avance hasta el momento había sido casi imparable. Bajo su mando, los rusos consiguieron detener el último gran asalto alemán en Kursk, momento a partir del cual la marcha del Ejército Rojo sobre Alemania adquirió un ímpetu irresistible.
En el tramo final de la guerra, Georgi Zhúkov mandó el ejército ruso que tomó la capital de la Alemania nazi. En los últimos años del gobierno de Stalin fue relegado a un segundo plano, pero tras la muerte del dictador su figura se vio rehabilitada y fue reconocido el hecho de que jamás sufriera una derrota a lo largo de su dilatada carrera militar.

Konstantín Rokossovski

(Konstantín Konstantínovich Rokossovsky o Rokossovski; Varsovia, 1896 - Moscú, 1968) Mariscal soviético. Polaco de nacimiento, se trasladó junto con su familia a Rusia. En 1914 fue reclutado para el ejército zarista. Participó en la Primera Guerra Mundial como soldado del regimiento de caballería y en 1918 se pasó al ejército bolchevique. Al año siguiente se afilió al Partido Comunista y más tarde terminó sus estudios en la Academia Militar de Frunce.

Konstantín Rokossovski
En 1937, cuando tuvieron lugar en Rusia las purgas llevadas a cabo por Stalin, mediante las cuales el dirigente soviético se deshizo de numerosos generales de su ejército contrarios a sus intereses, Rokossovski fue arrestado y confinado en un campo de concentración situado en el Ártico. Condenado a diez años de prisión, sólo cumplió tres, ya que fue liberado cuando los alemanes invadieron la Unión Soviética. Recibió entonces el encargo de reorganizar el ejército soviético, en el que sirvió durante la Segunda Guerra Mundial; se distinguió especialmente en las batallas de Moscú y Stalingrado.
En 1943 fue ascendido a general, y al año siguiente fue nombrado mariscal; como tal condujo a las tropas soviéticas a través de Ucrania y Bielorrusia, hasta que llegaron victoriosas a Polonia y Alemania. Tras la guerra se trasladó a Polonia para organizar el ejército en este país. En 1949, a petición del gobierno de Polonia, el Presidium del Soviet Supremo de la Unión Soviética cesó a Rokossovski de sus funciones en el ejército ruso.
Fue designado entonces jefe de las Fuerzas Armadas polacas y ministro de Defensa. También entró a formar parte del Politburó del Partido Obrero Polaco. En 1952 ocupó el cargo de vicepresidente del Consejo de Ministros de Polonia, y tres años más tarde fue nombrado comandante en jefe de las fuerzas del Pacto de Varsovia. Su vuelta a la Unión Soviética se produjo en 1956, cuando, debido a unos desacuerdos con el secretario general del Partido Comunista polaco, Wladyslaw Gomulka, se marchó de Polonia y fue nombrado viceministro de defensa. Éste fue el último cargo político que ocupó.

Benito Mussolini

(Dovia di Predappio, Italia, 1883 - Giulino de Mezzegra, id., 1945) Líder político italiano que instauró el régimen fascista en Italia (1922-1943).

Benito Mussolini
Después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la crisis de las democracias liberales, agravada por el crac económico de 1929, favoreció un fenómeno que caracterizaría a la Europa de entreguerras: el auge de los totalitarismos. Su primera manifestación fue el fascismo, denominación que procede de los fasci di combattimento creados en 1919 por Benito Mussolini, quien se hizo con el poder en 1922 e impuso una dictadura de partido único. El régimen fascista italiano se convertiría en el principal aliado de Adolf Hitler en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), y corrió su misma suerte tras la derrota.
Biografía
Hijo de una familia humilde (su padre era herrero y su madre maestra de escuela), Benito Mussolini cursó estudios de magisterio, a cuyo término fue profesor durante períodos nunca demasiado largos, pues combinaba la actividad docente con continuos viajes. Pronto tuvo problemas con las autoridades: fue expulsado de Suiza y Austria, donde había iniciado contactos con sectores próximos al movimiento irredentista.
En su primera afiliación política, sin embargo, Mussolini se acercó al Partido Socialista Italiano, atraído por su ala más radical. Del socialismo, más que sus postulados reformadores, le sedujo la vertiente revolucionaria. En 1910 fue nombrado secretario de la federación provincial de Forlì y poco después se convirtió en editor del semanario La Lotta di Classe (La lucha de clases). La victoria del ala radical sobre la reformista en el congreso socialista de Reggio nell'Emilia, celebrado en 1912, le proporcionó mayor protagonismo en el seno de la formación política, que aprovechó para hacerse cargo del periódico milanés Avanti, órgano oficial del partido. Aun así, sus opiniones acerca de los enfrentamientos armados de la «semana roja» de 1914 motivaron cierta inquietud entre sus compañeros de filas, atemorizados por su radicalismo.
La división entre Mussolini y los socialistas se acrecentó con la proclama de neutralidad que lanzó el partido contra la entrada de Italia en la Primera Guerra Mundial en agosto de 1914. Mussolini, que había sido uno de los opositores más radicales a la guerra de Libia y a la participación de Italia en la Gran Guerra, cambió súbitamente de opinión y defendió abiertamente una postura belicista, lo que le valió la expulsión del Partido Socialista. En noviembre del mismo año fundó el periódico Il Popolo d'Italia, de tendencia ultranacionalista. Sobre la vacilaciones del parlamento italiano respecto a la entrada en la guerra, llegó a escribir que "hubiera sido necesario fusilar a una media docena de diputados" para dar un ejemplo "saludable" a los demás. En septiembre de 1915 se enroló voluntariamente, y sirvió en el ejército hasta que fue herido en combate en febrero de 1917.
Los fasci di combattimento y la Marcha sobre Roma
Finalizada la contienda, y pese a formar parte de la alianza vencedora, Italia se vio relegada a la irrelevancia en las negociaciones de los tratados de paz, que no otorgaron al país los territorios reclamados al Imperio austrohúngaro. Benito Mussolini quiso capitalizar el sentimiento de insatisfacción que se apoderó de la sociedad italiana haciendo un llamamiento a la lucha contra los partidos de izquierdas, a los que señaló como culpables de tal descalabro. En 1919 creó los fasci di combattimento, escuadras o grupos armados de agitación que actuaban casi con total impunidad contra militantes de izquierda y que fueron el germen del futuro Partido Nacional Fascista, fundado por el mismo Mussolini en noviembre de 1921.
En un contexto marcado por la frustración colectiva tras los inútiles sacrificios de la Gran Guerra, por el descrédito general del régimen parlamentario, por la crisis económica y la elevada conflictividad social (el creciente desarrollo del movimiento obrero y campesino, con ocupaciones de fábricas y tierras, inquietaba a las clases acomodadas, temerosas de la revolución social), los fascistas alzaron la voz contra la democracia y la lucha de clases, que a su juicio debilitaban y dividían a la nación. Opuestos frontalmente al liberalismo y al marxismo, propugnaron la solidaridad nacional y la acción colectiva en torno a la figura de un líder carismático, y se presentaron como defensores de los valores de la patria, la ley y el orden, enfrentándose violentamente a la izquierda italiana.

Mussolini en la Marcha sobre Roma (1922)
Mussolini consiguió ganarse el favor de los grandes propietarios y salir elegido diputado en las elecciones de mayo de 1921, si bien su partido obtuvo tan sólo treinta y cinco de los quinientos escaños que conformaban la cámara. La impotencia del gobierno para reconducir la situación en que se encontraba el país y la disolución del Parlamento allanaron el camino para la denominada Marcha sobre Roma, iniciada el 22 de octubre de 1922. El 28 de octubre de 1922, en una acción coordinada, cuarenta mil fascistas confluyeron sobre la capital desde diferentes puntos de Italia. El primer ministro, Luigi Facta, declaró el estadio de sitio para hacer frente a la amenaza que se cernía sobre la capital, y ante la negativa del rey Víctor Manuel III a firmar el decreto, presentó la dimisión.
El 29 de octubre, presionado por los acontecimientos, el rey hubo de firmar el nombramiento de Benito Mussolini como primer ministro. El líder fascista, que desde hacía algún tiempo había renunciado a su feroz republicanismo, reconociendo el papel de la monarquía, formó un gobierno de coalición el 30 de octubre, el mismo día en que los camisas negras, como eran llamados los fascistas por el color de su uniforme, hacían su entrada triunfal en Roma. Amparándose en una calculada imagen de moderación, Mussolini consiguió el apoyo parlamentario de una débil cámara que el 25 de noviembre le otorgó, de forma provisional, poderes de emergencia con el objeto de restaurar el orden, obteniendo a cambio el fingido compromiso de Mussolini de respetar el sistema parlamentario.
Mussolini en el poder
El fascismo había llegado al poder con el apoyo de los ambientes conservadores, principalmente del latifundismo agrícola, y se reforzó gracias a su capacidad de presentarse como el núcleo central de un bloque de orden conservador, capaz de defender a la burguesía nacional de los peligros democráticos representados, sobre todo, por los socialistas, con su facción comunista. Con la reunión, por primera vez en diciembre de 1922, del Gran Consejo Fascista, se inició el fortalecimiento del partido, que pronto dejaría atrás su extremo anticlericalismo con gestos de acercamiento hacia el catolicismo y la Santa Sede, al mismo tiempo que aumentaba la represión política.
El nuevo gobierno encontró en los "escuadristas" (las Milicias Voluntarias para la Seguridad Nacional) una fuerza que impuso por la violencia y el terrorismo sus posiciones en la campaña para las elecciones de abril de 1924, en las que el Partido Nacional Fascista obtuvo el 69 por ciento de los votos emitidos. A partir de ese momento, la violencia política fue en aumento, y gradualmente (aunque con mayor ímpetu tras el asesinato del diputado socialista Giacomo Matteotti en 1924) Benito Mussolini se erigió como único poder, aniquiló cualquier forma de oposición y acabó por transformar su gobierno en un régimen dictatorial; tras ser ilegalizadas en 1925 todas las fuerzas políticas a excepción del Partido Nacional Fascista, el proceso de fascistización del Estado culminó con las leyes de Defensa de noviembre de 1926.
A falta de una ideología coherente, el fascismo desarrolló una retórica que insistía en una serie de motivos: el nacionalismo y el culto al poder, a la jerarquía y a la personalidad del Duce ('Líder' o 'Jefe', título adoptado por Mussolini en 1924); el militarismo y el expansionismo colonialista (con más de un siglo de retraso); la xenofobia y la exaltación de un pasado glorioso remontado al Imperio romano y a la romanidad como idea civilizadora.

El Duce en actos propagandísticos
(Milán, 1930, y Roma, 1936, tras la conquista de Abisinia)
Suprimidos el derecho de huelga y los sindicatos y patronales, patronos y obreros hubieron de incorporarse a las organizaciones corporativas creadas por el gobierno. El régimen impuso una estructura social de corporaciones que anulaba los derechos individuales y que otorgaba al Estado todo el control; trabajo, vida económica y ocio estaban regulados por el gobierno, a lo que se unía la paramilitarización de la sociedad, los actos propagandísticos de masas, el control de los medios de comunicación y la educación de los niños bajo un credo fascista. Pero tampoco en el tejido productivo se dieron cambios de fondo; el poder económico se mantuvo en manos de quienes ya lo poseían antes de la Primera Guerra Mundial, y el corporativismo quedó reducido a una ideología de fachada.
Apoyado por un amplio sector de la población y con la baza a su favor de aquel eficaz aparato propagandístico, el régimen fascista realizó fuertes inversiones en infraestructuras. Pero en líneas generales el fascismo, matizado en lo económico por un fuerte intervencionismo estatal y una tendencia a la autarquía que se acentuó tras el crac del 29, fue incapaz de proporcionar a lo largo de las décadas de 1920 y 1930 el pretendido y proclamado progreso material, en aras del cual demandaba a los italianos el sacrifico de la libertad individual.
Sí supo, en cambio, sustituirlo por una generalizada euforia psicológica, en la que el pueblo italiano se vio imbuido por la convicción de que su país experimentaba un nuevo resurgir nacional. En apoyo de tal sentimiento, y tratando de aportar triunfos sensacionales en política exterior con los que magnetizar a los italianos, Benito Mussolini recuperó viejos proyectos expansionistas, como la conquista de Abisinia (1935-1936) y la anexión de Albania (1939). Abisinia (la actual Etiopía) era considerada por el Duce como una zona natural de expansión y nexo lógico entre las colonias italianas de Eritrea y Somalia; la pasividad de Francia e Inglaterra ante la invasión creó un mal precedente.
La Segunda Guerra Mundial
Tras la llegada al poder de Adolf Hitler en Alemania, Mussolini fue acercándose al nazismo; de hecho, el dirigente nazi se había inspirado en sus ideas, y ambos líderes se admiraban mutuamente. Tras un primer tratado de amistad en 1936, la alianza entre Roma y Berlín quedó firmemente establecida en el Pacto de Acero (1939). Hitler y Mussolini brindaron abiertamente apoyo militar al general Francisco Franco en la Guerra Civil Española (1936-1939), preludio de la conflagración mundial. La agresiva política expansionista de Hitler provocó finalmente la reacción de franceses y británicos, que declararon la guerra a Alemania tras la ocupación de Polonia.

Mussolini y Hitler (Múnich, 1940)
Estallaba así la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), y tras las primeras victorias alemanas, que juzgó definitivas, Mussolini validó su pacto con Hitler y declaró la guerra a los aliados (junio de 1940). Sin embargo, el fracaso del poco preparado ejército italiano en Grecia, Libia y África oriental, así como el posterior avance de las tropas aliadas (que el 10 de julio de 1943 habían iniciado un imparable desembarco en la isla de Sicilia, con el propósito de invadir Italia), llevaron al Gran Consejo Fascista a destituir a Mussolini (25 de julio de 1943). Al día siguiente Víctor Manuel III ordenó su detención y encarcelamiento. Dos meses después el nuevo primer ministro, Pietro Badoglio, firmaba un armisticio con los aliados.
Liberado por paracaidistas alemanes (12 de septiembre de 1943), todavía creó Mussolini una república fascista en los territorios controlados por Alemania en el norte de Italia (la República de Salò, así llamada por la ciudad en que el gobierno tenía su sede). En los juicios de Verona, Mussolini hizo condenar y ejecutar a aquellos miembros del Gran Consejo Fascista que habían promovido su destitución, entre ellos su propio yerno, Galeazzo Ciano. El avance final de los aliados le obligó a emprender la huida hacia Suiza; intentó cruzar la frontera disfrazado de oficial alemán, pero fue descubierto en Dongo por miembros de la Resistencia (27 de abril de 1945), y al día siguiente fue fusilado con su compañera Clara Petacci; sus cadáveres fueron expuestos para escarnio público en la plaza Loreto de Milán.