El ‘pronunciamiento de Braga’ triunfa en Portugal
El 30 de mayo de 1926 los militares portugueses sublevados contra el gobierno de la Primera República lograban sus objetivos e iniciaron un sistema militarista y autoritario en el país luso: la Ditadura Nacional.
Ya desde una década antes el país estaba metido en una espiral de inestabilidad y conflictividad social que poco a poco iba desgastando a la población y animando a los militares a tomar cartas en el asunto. Los constantes cambios de gobierno, las purgas internas y la inoperancia de las instituciones públicas acercó a Portugal al colapso e hizo que se produjeran fallidos golpes de Estado en abril y en julio de 1925. Ese mismo año hubo un nuevo cambio en el gobierno y el poder recayó sobre el Partido Republicano, cuyas luchas internas le impedían tomar las medidas que el país necesitaba para recuperarse. Un variopinto grupo formado por militares, fascistas, gente de derecha, ultracatólicos y monárquicos comenzó a conspirar y encontró en el general Manuel Gomes da Costa al hombre que les lideraría.
El golpe comenzó en la madrugada del 28 de mayo de 1926. Aprovechando un congreso religioso, los sectores conservadores del país se reunieron en Braga y llamaron a la guarnición de la ciudad a rebelarse contra el gobierno de la república, cosa que hicieron. Igual que ocurrió en España durante el golpe de Estado de Primo de Rivera (1923), el ejército actuó de forma casi unánime y no hubo resistencia por parte de ningún sector de la sociedad, ni siquiera los sindicatos y los partidos de izquierda. La revuelta se extendió rápidamente por el país y para esa misma tarde ya había tomado Oporto y Coimbra. El día 29 el militar José Mendes Cabeçadas sublevó a la guarnición de Lisboa y pidió la dimisión del gobierno y del presidente de la república.
El día 30 se disuelve totalmente el gobierno republicano y el levantamiento llega a su fin. El nuevo orden estaría presidido por el propio Cabeçadas, que forma un gabinete con gente de derechas y disuelve el parlamento, dando comienzo a un sistema autoritario que no tardaría ni dos meses en prohibir los partidos políticos y censurar la libertad de prensa. Entre los ministros de Cabeçadas se encontraba Antonio Oliveira Salazar, que asumiría el poder en 1932 y crearía el Estado Novo, que asumiría el poder en 1932 y crearía el Estado Novo, dictadura que aguantaría hasta la Revolución de los Claveles.