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martes, 16 de junio de 2020

El abogado Peter Benenson da origen a Amnistía Internacional

El 28 de mayo de 1961 el abogado londinense Peter Beneson dio el primer paso para, probablemente sin saberlo, el nacimiento de una nueva forma de activismo social y la creación de una de las organizaciones internacionales más importantes y conocidas del mundo, Amnistía Internacional.

Aquel día, indignado por la noticia de que seis jóvenes portugueses habían sido encarcelados por el simple hecho de brindar por la libertad de su país (Portugal se encontraba bajo el régimen dictatorial de António de Oliveira Salazar), Beneson publicó un artículo en el diario The Observer titulado The Forgotten Prisoners (Los presos olvidados) en el que hacía un “llamamiento a la amnistía” y animaba a las gentes de todo el mundo a luchar de forma activa contra el encierro a los llamados presos de conciencia y las injusticias en general. El texto arrancaba con unas citas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (ONU, 1945) que contraponía con la realidad que países como España o Hungría estaban viviendo. Beneson animaba a todos aquellos que condenaran las penas de muerte, la prisión por motivos ideológicos o religiosos, las torturas y las carencias de imparcialidad en los procesos judiciales diciendo que “si estas muestras de repulsa en todo el mundo pudieran ser aglutinadas en una acción común, se podría lograr algo realmente efectivo”. La respuesta, tanto dentro de las fronteras británicas como a nivel internacional, no se hizo esperar.

Amnistía Internacional se erigió como una ONG internacional que no dependía del dinero de estado o instituciones y que funcionaba con sedes y acciones coordinadas en los distintos países en los que estuviera presente. Sus objetivos siguen siendo los mismos que defendió Benenson en su publicación: la defensa y liberación de todos aquellos presos encarcelados por motivos políticos, religiosos o de conciencia; la supervisión de los procesos judiciales para asegurar las garantías mínimas de justicia, la condena de la pena de muerte y del uso de la tortura y la crítica contra los gobiernos y organizaciones que violen los principios establecidos en la Declaración Universal de DDHH.
  
Desde su aparición, Amnistía Internacional ha ejercido como observador en el juicio de Nelson Mandela, ha hecho que la pena de muerte sea una práctica en desuso, ha conseguido que las Naciones Unidas promovieran diversas declaraciones condenando la tortura u otras prácticas de carácter inhumano, ha denunciado los encarcelamientos injustos y desapariciones sumarias de todo el mundo (China, Irán, Grecia, Argentina, Chile, etc.), apostó por la creación de la Corte Penal Internacional e incluso ha denunciado a la OTAN por crímenes de guerra tras los bombardeos de Yugoslavia en 1999.

Mientras que personajes como el ayatolá Jomeini, Sadam Husein, Margaret Thatcher o Augusto Pinochet han criticado a la organización, la realidad es que Amnistía Internacional goza de un respeto generalizado a nivel internacional y no son pocas las figuras y organizaciones que han reconocido su labor. En 1977 se le concedió el Premio Nobel de la Paz y al año siguiente fue galardonada con el Premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. 

Arranca la Operación Overlord, el Día D

Arranca la Operación Overlord, el Día D


El 6 de junio de 1944 el comandante de las Fuerzas Expedicionarias Aliadas en la Segunda Guerra Mundial, Dwight D. Eisenhower, da el visto bueno para una invasión masiva de Europa desembarcando en las playas de Normandía, al norte de Francia. Es la llamada Operación Overlord o Día D

Al amanecer del 6 de junio, cerca de 7.000 barcos y embarcaciones estadounidenses y británicas que transportaban cerca de 160.000 tropas desembarcaron en las playas de Normandía, sorprendiendo a los comandantes alemanes, que habían sobrestimado el impacto del clima adverso y también esperaban desembarcos hacia el noreste. 

Las aguas de las playas de desembarco de los EE. UU. (Utah, Omaha) y Gran Bretaña-Canadá (Gold, Juno, Sword) se dividieron en áreas de descarga de transporte, canales y áreas de apoyo contra incendios y carriles para la nave de asalto. Cruceros y acorazados bombardearon fortificaciones costeras enemigas y puntos fuertes, seguidos de ataques aéreos tácticos. En cada una de las olas de ataque iniciales, los LCT (lanchas de desembarco) llevaban tanques anfibios especialmente configurados que debían servir como apoyo de fuego de infantería inmediata una vez en tierra. Los botes patrulleros sirvieron como embarcaciones de control frente a cada playa. Los destructores y otros pequeños combatientes se mantuvieron en espera para brindar apoyo y las embarcaciones de desembarco cargadas avanzaron desde su línea de partida ("línea Dixie") hacia las playas. 

Los desembarcos marcaron el inicio de una larga y costosa campaña en el noroeste de Europa, que finalmente convenció al alto mando alemán de que la derrota era inevitable. 

De hecho, La derrota de Alemania fue reconocida como el principal objetivo de guerra de los Aliados occidentales en diciembre de 1941. Abrir un segundo frente aliviaría la presión sobre la Unión Soviética en el este y la liberación de Francia debilitaría la posición general de Alemania en Europa occidental. La invasión, si tenía éxito, agotaría los recursos alemanes y bloquearía el acceso a sitios militares clave. Asegurar una cabeza de puente en Normandía permitiría a los Aliados establecer una presencia viable en el norte de Europa por primera vez desde la evacuación de los Aliados de Dunkerque en 1940. 

El Día D requería una cooperación sin precedentes entre las fuerzas armadas internacionales. La Fuerza Expedicionaria Aliada del Cuartel General Supremo (SHAEF) era una coalición internacional y, aunque los Aliados estaban unidos contra Alemania, el liderazgo militar responsable de 'Overlord' tuvo que superar las tensiones políticas, culturales y personales. 

Para 1944, más de 2 millones de tropas de más de 12 países estaban en Gran Bretaña preparadas para la invasión. El día D, las fuerzas aliadas estaban formadas principalmente por tropas estadounidenses, británicas y canadienses, pero también con apoyo naval, aéreo o terrestre australiano, belga, checo, holandés, francés, griego, neozelandés, noruego, rodesiano y polaco. 
 
La invasión se llevó a cabo en dos fases principales: un asalto aéreo y aterrizajes anfibios. Poco después de la medianoche del 6 de junio, más de 18,000 paracaidistas aliados fueron arrojados al área de invasión para proporcionar apoyo táctico a las divisiones de infantería en las playas. 


El Día D también dependía del control aliado del Atlántico, que finalmente se logró en 1943 a través de la victoria en la Batalla del Atlántico. La campaña en Italia alejó a las tropas alemanas de los frentes occidental y oriental. La ofensiva bielorrusa soviética, la Operación 'Bagration', se lanzó justo después de 'Overlord' y destruyó todo el Centro del Grupo del Ejército Alemán. También mantuvo a las fuerzas alemanas atadas en el este. Diez semanas después del Día D, los Aliados lanzaron una segunda invasión en la costa sur de Francia y comenzaron un avance simultáneo hacia Alemania. 

La Operación Neptuno, el componente naval de Overlord (barrido de minas, movimiento masivo a través del Canal, fesembarcos anfibios y apoyo logístico y de incendios) y la posterior lucha aliada de los Aliados desde la cabeza de playa de Normandía en la Francia ocupada por los alemanes, prepararon el escenario para el liberación de Europa occidental y victoria final en mayo de 1945.

Se firma el Tratado de Tordesillas

El 7 de junio del año 1494, representantes de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (los Reyes Católicos) y de Juan II de Portugal se reunieron en Tordesillas, localidad de Valaldolid, para poner fin a las disputas que se estaban viviendo por el control del Nuevo Mundo.

Desde que el continente que posteriormente se conocería como América fuera redescubierta por Cristóbal Colón en 1492, los grandes reinos de Europa vieron en aquellas lejanas tierras un nuevo frente de riquezas y prosperidad y se lanzaron a la conquista. Esto, lógicamente, hizo que surgieran tensiones y disputas entre las coronas y es por esta razón, el evitar futuros problemas, por lo que España y Portugal llegaron a un acuerdo. El antecedente directo a este documento lo encontramos en el Tratado de Alcaçovas, firmado en 1479, en el que se ponía fin a las disputas entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja y se establecían los derechos de navegación en el Atlántico, el derecho de conquista de Fez y la navegación al sur del paralelo de las Canarias.

El punto más importante de lo acordado en Tordesillas era el reparto de las Américas. Aunque el papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia) había concedido la totalidad del Nuevo Mundo a España, en Tordesillas se estableció una partición a 370 leguas al oeste de Cabo Verde, correspondiendo así a Portugal la conquista de la parte más oriental del continente, lo que actualmente corresponde con Brasil. Además, se garantizaba el respeto de los españoles a no interferir en la ruta del cabo de Buena Esperanza, se delimitaban las zonas pesqueras de ambos países en el norte de África y se repartían las zonas de influencia en el entonces Reino de Fez (actual Marruecos).
  
El de Tordesillas es considerado el primer tratado moderno de la historia por la presencia de peritos que aconsejaban a los diplomáticos y un antecedente a lo que siglos después se convertiría en una norma: el reparto de territorios por parte de grandes potencias. Muchos historiadores no pueden evitar señalar las semejanzas entre el Tratado de Tordesillas y los acuerdos que se alcanzarían en otros momentos como el Congreso de Viena (1815) o la Conferencia de Yalta (1945).