El 7 de junio del año 1494, representantes de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (los Reyes Católicos) y de Juan II de Portugal se reunieron en Tordesillas, localidad de Valaldolid, para poner fin a las disputas que se estaban viviendo por el control del Nuevo Mundo.
Desde que el continente que posteriormente se conocería como América fuera redescubierta por Cristóbal Colón en 1492, los grandes reinos de Europa vieron en aquellas lejanas tierras un nuevo frente de riquezas y prosperidad y se lanzaron a la conquista. Esto, lógicamente, hizo que surgieran tensiones y disputas entre las coronas y es por esta razón, el evitar futuros problemas, por lo que España y Portugal llegaron a un acuerdo. El antecedente directo a este documento lo encontramos en el Tratado de Alcaçovas, firmado en 1479, en el que se ponía fin a las disputas entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja y se establecían los derechos de navegación en el Atlántico, el derecho de conquista de Fez y la navegación al sur del paralelo de las Canarias.
El punto más importante de lo acordado en Tordesillas era el reparto de las Américas. Aunque el papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia) había concedido la totalidad del Nuevo Mundo a España, en Tordesillas se estableció una partición a 370 leguas al oeste de Cabo Verde, correspondiendo así a Portugal la conquista de la parte más oriental del continente, lo que actualmente corresponde con Brasil. Además, se garantizaba el respeto de los españoles a no interferir en la ruta del cabo de Buena Esperanza, se delimitaban las zonas pesqueras de ambos países en el norte de África y se repartían las zonas de influencia en el entonces Reino de Fez (actual Marruecos).
El de Tordesillas es considerado el primer tratado moderno de la historia por la presencia de peritos que aconsejaban a los diplomáticos y un antecedente a lo que siglos después se convertiría en una norma: el reparto de territorios por parte de grandes potencias. Muchos historiadores no pueden evitar señalar las semejanzas entre el Tratado de Tordesillas y los acuerdos que se alcanzarían en otros momentos como el Congreso de Viena (1815) o la Conferencia de Yalta (1945).
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