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domingo, 24 de mayo de 2020

Alemanes se rinden en Stalingrado

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Los oficiales alemanes se rinden en Stalingrado 
El 31 de enero de 1943 el hombre al mando del Sexto Ejército del Tercer Reich, Friedrich Paulus, y otros 22 generales alemanes se entregaron a los soviéticos y aceptaron que la poderosa Alemania había conocido la derrota en Stalingrado. A pesar de que Hitler había dado órdenes estrictas de luchar hasta el último hombre, la situación era insalvable y los oficiales prefirieron salvar cuantas vidas pudieran. El 2 de febrero, lo que quedaba del Cuarto y Sexto Ejércitos alemanes se rindieron y la batalla más sangrienta de la Segunda Guerra Mundial llegó oficialmente a su fin. 

Aunque en los momentos previos al estallido de la Segunda Guerra Mundial y durante su primerísima etapa Alemania y la URSS habían acordado repartirse Polonia y respetarse, Hitler cambió de idea y dio paso a un intento de tomar la URSS que se conocería como Operación Barbarroja. Después de que sus tropas fueran rechazadas antes de llegar a Moscú, Hitler centró su atención en la ciudad de Stalingrado debido a que era un centro industrial desde el que se distribuía gran parte del armamento del Ejército Rojo y por el valor simbólico que la ciudad tenía (compartía nombre con el líder de la URSS, Iósif Stalin). El hombre de acero respondió al desafío planteado por Hitler y preparó la ciudad para una defensa sangriente. 

El 23 de agosto de 1942, los ejércitos de Alemania (Wehrmacht) comenzaron un ataque a gran escala. La población civil no había sido evacuada, sino que se la mantuvo en la ciudad con el fin de motivar a las tropas y de tener soldados y mano de obra de repuesto. Los primeros meses de combate supusieron una masacre de civiles y un enfrentamiento encarnizado y sangriento entre ambos ejércitos en el que los francotiradores jugaron un papel primordial. Las tornas cambiaron con la llegada del duro invierno ruso, para el que los soviéticos sí estaban preparados pero no así los alemanes, y el envío de refuerzos por parte del mando central soviético. Las fuerzas del Eje, ampliamente superadas, rodeadas y sin posibilidad de vencer, no tuvieron otra opción que rendirse. 

La batalla de Stalingrado es considerada una de las más importantes de la Segunda Guerra Mundial porque fue precisamente esta victoria la que afianzó el contrataque soviético y puso contra las cuerdas a Hitler en el frente oriental, teniendo que repartir todavía más sus fuerzas tras el Desembarco de Normandía y el avance aliado por el oeste de Europa. La batalla de Stalingrado cerró la soga en torno al cuello de Adolf Hitler. 

Vicente Blasco Ibáñez

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Nace Vicente Blasco Ibáñez
El 29 de enero de 1867 nació en Valencia el político y escritor Vicente Blasco Ibáñez, uno de los autores más importantes y prolíficos de los últimos años del siglo XIX y primeros del XX en España.

Estudiante de Derecho y políticamente activo desde su juventud, siempre apostó por las ideologías más progresistas y de izquierdas, acercándose al nacionalismo valenciano por una temporada y siendo defensor del republicanismo durante toda su vida, mostrándose muy crítico con los gobiernos del periodo de la Restauración borbónica. Este factor político y de denuncia social se vería en muchas de sus novelas en las que, aun cuando los rasgos naturalistas son claramente perceptibles, su intento por denunciar injusticias sociales aporta un punto de vista siempre cercano a su propia ideología.


Lo polémico de su carácter le llevó al exilio en Francia, donde conocería las corrientes naturalistas que ya se notarían en su novela Arroz y tartana (1894), la primera de una serie dedicada a su Valencia natal. Ejerció como director y redactor del periódico republicano El pueblo y fue elegido diputado en las Cortes en 1898 y durante seis legislaturas, aunque decidió abandonar la vida política en 1908 y probar suerte en Suramérica. Finalmente, regresaría a Europa y viviría en Francia hasta el final de sus días. Allí escribiría la novela que le concedería fama y renombre internacionales, Los cuatro jinetes del Apocalipsis, que contaría con dos adaptaciones al cine (1921 y 1962). Otras de sus obras más conocidas son La barraca (1898), Sangre y arena (1908) o La vuelta al mundo de un escritor (1928), obra que publicó contando sus viajes por Europa, Asia y América.

Vicente Blasco Ibáñez moriría en Menton, en su casa de la Costa Azul francesa, a causa de una bronconeumonía y un día antes de cumplir 61 años.

‘Orgullo y Prejuicio’

Se publica ‘Orgullo y Prejuicio’
El 28 de enero de 1813 se publicó en Inglaterra, en tres tomos, la obra que grabaría el nombre de Jane Austen a fuego en la historia de la literatura: Orgullo y Prejuicio. Los textos de Austen son de los pocos que nunca han sido descatalogados de ninguna editorial desde el momento de su publicación.

La autora escribió sus primeros borradores en la década de 1790, en muchos casos inspirados por los breves viajes que realizaba por Inglaterra y por su día a día en la campiña inglesa en la que tenía la oportunidad de relacionarse con la aristocracia y verse sometida a las normas y costumbres sociales de la época. Orgullo y Prejuicio es, de alguna manera, un reflejo y una crítica de todas estas normas y de cómo Austen las vivía y afrontaba. Precisamente, Orgullo y Prejuicio narra la relación entre una joven casadera y un terrateniente que sufren las presiones sociales y deben superar sus diferencias y aprender a convivir para lograr tener un futuro juntos. Jane Austen otorgó a la novela un tono sarcástico y divertido en el que se puede apreciar un claro trasfondo crítico y un intento de ridiculizar la situación a la que los jóvenes se veían arrastrados ya fuese por su sexo o por el contexto social en el que nacen (“Una verdad universalmente reconocida es que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa”).

La novela fue bien recibida y gustó especialmente por la sutileza con la que Jane Austen plasmaba una realidad tan aislada como era la de la aristocracia inglesa que vivía en la campiña. Su hermoso estilo literario y la solidez de sus personajes (destacándose el de su gran heroína Elizabeth Bennet) la consagraron como un clásico de la literatura que ha recibido numerosas adaptaciones a teatro y cine.

Primeros Juegos Olímpicos de Invierno

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Se celebran los primeros Juegos Olímpicos de Invierno 
El 25 de enero de 1924: en Chamonix (Alpes franceses) tiene lugar la inauguración de los primeros Juegos Olímpicos de Invierno. 

Antes de que los Juegos Olímpicos de Invierno se convirtieran en el espectáculo que es hoy día, en su momento nacieron como un modesto conjunto de atletas en el área de Chamonix, Francia. Así, la nevada comuna francesa fue sede de los primeros juegos de invierno de 1924 en el que participaron hasta 16 naciones. 

Dichos JJOO se organizaron originalmente como la Semana Internacional de Deportes de Invierno, una reunión patrocinada por el Comité Olímpico Internacional (COI), pero sin calidad de evento oficial de los Juegos Olímpicos. El evento tuvo tanto éxito que llevó al COI a modificar su estatuto en 1925, estableciendo los Juegos de Invierno y exponiendo a Chamonix como sede de los primeros Juegos Olímpicos de Invierno. 

Unos 250 atletas de 16 países asistieron a los Juegos y compitieron en 16 categorías diferentes en un total de 6 deportes. Dada la época, el papel de la mujer era casi inexistente. Las 11 atletas femeninas (11 mujeres de 250 personas en total) participaron en la competición de patinaje artístico, el único deporte abierto a las mujeres hasta la incorporación del esquí combinado en los Juegos Olímpicos de 1936 en Garmisch-Partenkirchen, Alemania. 

Las competiciones se celebraron al pie del Mont Blanc entre el 25 de enero y el 5 de febrero de 1924, con la presencia de: Francia, Noruega, Finlandia, Austria, Suiza, Estados Unidos, Gran Bretaña, Suecia, Bélgica, Canadá, Austria, Checoslavaquia, Hungría, Italia, Letonia, Polonia y Yugoslavia como naciones participantes.