Un día como hoy, la Iglesia reconocía oficialmente la inocencia de Galileo Galilei, juzgado y condenado cuatro siglos antes por sostener que la Tierra se mueve alrededor del sol.
El 31 de octubre de 1992, después 359 años, cuatro meses y nueve días, Juan Pablo II rehabilitó a Galileo y canceló su condena, impuesta por la Inquisición al juzgarlo y hallarlo culpable de herejía.
En el año 1633, Galileo fue sentado en el banquillo de los acusados por cuestionar la teoría aristotélica, una herramienta que permitió a la Iglesia mantener el control social, político y religioso durante muchos siglos.
Un año después de ser ungido como papa, en 1979, Juan Pablo II hizo público su deseo de revisar las condenas a la teoría copernicana y a Galileo, condenado por la Inquisición a prisión domiciliaria de por vida.
Durante su juicio, a cambio de no ser ejecutado, Galileo fue obligado a retractarse y abjurar de sus propias ideas, ocasión en la que, según la tradición, cerró su intervención con la célebre frase “eppure si mueve” (“y sin embargo se mueve”).