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lunes, 18 de mayo de 2020

Eminem

Eminem es el nombre artístico de Marshall Bruce Mathers, nacido en Kansas City el 17 de octubre de 1973. El nombre de Eminem proviene de la unión de ambas iniciales, M&M, pronunciada en inglés. Su infancia no fue fácil. Creció en ausencia del padre, quien abandonó el hogar cuando él tenía seis meses, y al cual rehusó conocer una vez alcanzada la celebridad. Vivió en varios estados con su madre, Deborah Mathers-Briggs, hasta que se instalaron en los suburbios de Detroit (Michigan), cuando él contaba doce años.
Una vida de película
El joven Marshall creció muy apegado a su abuela, Betty Kresin (hoy, habitual comentarista del comportamiento de su nieto en la prensa del corazón estadounidense). La relación con su madre ha sido una constante fuente de conflicto: él la acusa de mentirosa y drogadicta, y achaca sus constantes mudanzas a su incapacidad para encontrar un trabajo estable. Por su parte, Briggs declaró a la BBC que «mimó» a su hijo, quien no se fue de casa hasta los veinticinco años.

Eminem
Eminem, que tiene un hermano quince años menor, Nathan, tuvo su amigo íntimo de la infancia en su tío Ronnie, de su misma edad (su abuela lo tuvo el mismo año en que su madre lo tuvo a él). A principios de los años noventa, Ronnie, de tendencias depresivas, se suicidó. Este episodio provocó la ruptura definitiva de relaciones de Marshall con su madre, cuando ésta lo responsabilizó del suicidio.
A los catorce años de edad, Marshall empezó a salir con Kimberley Anne Scott (que entonces contaba sólo doce), otro personaje central en el mundo de Eminem. La relación de ambos siempre ha sido tormentosa, plagada de peleas y reconciliaciones igualmente aparatosas: se casaron en junio de 1999; Eminem pidió el divorcio en agosto de 2000; se reconciliaron a fines del mismo año, y Kim solicitó el divorcio en marzo de 2001. En 1996 tuvieron a la niña Hailie Jade Mathers, el principal objeto de adoración de Eminem, por cuya custodia ha emprendido agrias batallas legales con Kim.
Todos estos detalles familiares que, en cualquier otro artista, servirían para amenizar su biografía o para hacer un análisis psicológico de su obra, tienen un significado particular en el caso de Eminem: estos detalles «son» su obra. En cada disco, en cada letra, desmenuza sus propias vivencias, desde su infancia hasta el momento en que pisa el estudio de grabación. Muchas de sus canciones tratan, por ejemplo, de la experiencia de ser padre, aunque en otras fantasea con matar a su madre o a Kim (en 97 Bonnie and Clyde mezcla la voz de su hija Hailie con versos en los que habla de asesinar a la madre de ésta). Sin embargo, ha insistido en que muchas de sus letras son humorísticas y no deben entenderse literalmente.

Eminem, un blanco entre raperos negros
Marshall empezó a rapear durante sus años escolares, animado por su inseparable Ronnie. A los catorce años abandonó la escuela e hizo sus pinitos con bandas locales como Basement Productions, The New Jacks o D12. Estrenó su nombre de guerra, Eminem, en el disco Infinite, publicado en 1996 por un sello independiente. Su debut recibió pobres críticas, tachado de mero intento de emular a los nombres de moda en la escena hip hop del momento en Detroit, como Nas o AZ. Sin embargo, no se dejó amedrentar y ganó el primer premio del festival anual de hip hop Wake Up Show, y finalizó segundo en las Olimpiadas del Rap de Los Ángeles, toda una hazaña para un blanco.
Éxito de ventas
En su siguiente disco, The slim shady EP (1997), desarrolló su personal estilo, y en sus letras lanzó furiosos ataques contra la industria discográfica y los detractores de Infinite. El tema Just don’t give a fuck se convirtió en un éxito en las radios alternativas, y Eminem participó como invitado en el éxito Five Star Generals, de MC Shabaam Sahdeq, y en discos de Kid Rock y Missy Elliott.
En The slim shady LP (1999), su primer disco publicado en una gran compañía (Aftermath/Interscope), colaboró por vez primera con el productor estrella Dr. Dre. Fue también su primer gran éxito de ventas, acompañado por el escándalo de la denuncia que le interpuso su madre, que lo acusó de provocarle trastornos emocionales y daño a su reputación por los comentarios ofensivos que le dedicó ante la prensa. Deborah llegó a publicar un CD-single llamado Set the record straight (‘Dejar las cosas claras’), y el caso acabó en arreglo fuera de juicio, cuando Eminem le pagó 25.000 dólares.

Eminem y Kim Basinger en Ocho millas
Su siguiente álbum, The Marshall Mathers LP, debutó en el número uno de ventas de Estados Unidos en mayo de 2000. Pero su vida personal daba mucho más que hablar: a fines de ese año, golpeó con la culata de una pistola a un hombre que, aparentemente, se estaba propasando con Kim. Fue condenado a dos años en libertad condicional, un control estricto de consumo de drogas y la asistencia continuada de un psicólogo.
The Eminem show (2002) debutó en el número 1 de ventas en Estados Unidos y Europa, lanzado por el controvertido videoclip de Without me, en que aparecía disfrazado de Osama bin Laden. La banda sonora de la taquillera película Ocho millas, dirigida por Curtis Hanson (director de L. A. Confidential y Jóvenes prodigiosos), fue otro éxito, y hasta ganó un Oscar a la mejor canción.
Ocho millas narra la historia de un joven blanco que sale adelante como cantante rap, y es en muchos aspectos una autobiografía de Eminem: «8 Mile» es el nombre de la calle que separa los suburbios ricos de los pobres en Detroit, y es donde él vivió. Naturalmente, en la película también tiene un papel preponderante la madre, tiránica e inestable, interpretada por Kim Basinger.

Giuseppe Verdi

(Roncole, actual Italia, 1813 - Milán, 1901) Compositor italiano. Coetáneo de Wagner, y como él un compositor eminentemente dramático, Verdi fue el gran dominador de la escena lírica europea durante la segunda mitad del siglo XIX. Su arte, empero, no fue el de un revolucionario como el del alemán, antes al contrario, para él toda renovación debía buscar su razón en el pasado. En consecuencia, aun sin traicionar los rasgos más característicos de la tradición operística italiana, sobre todo en lo concerniente al tipo de escritura vocal, consiguió dar a su música un sesgo nuevo, más realista y opuesto a toda convención no justificada.

Giuseppe Verdi
Nacido en el seno de una familia muy modesta, tuvo la fortuna de contar desde fecha temprana con la protección de Antonio Barezzi, un comerciante de Busseto aficionado a la música que desde el primer momento creyó en sus dotes. Gracias a su ayuda, el joven Giuseppe Verdi pudo desplazarse a Milán con el propósito de estudiar en el Conservatorio, lo que no logró porque, sorprendentemente, no superó las pruebas de acceso.
Tras estudiar con Vincenzo Lavigna, quien le dio a conocer la música italiana del pasado y la alemana de la época, fue nombrado maestro de música de Busseto en 1836, el mismo año en que contrajo matrimonio con la hija de su protector, Margherita Barezzi. El éxito que en 1839 obtuvo en Milán su primera ópera, Oberto, conte di San Bonifacio, le procuró un contrato con el prestigioso Teatro de la Scala. Sin embargo, el fracaso de su siguiente trabajo, Un giorno di regno, y, sobre todo, la muerte de su esposa y sus dos hijos, lo sumieron en una profunda depresión en la que llegó a plantearse el abandono de la carrera musical.
No lo hizo: la lectura del libreto de Nabucco le devolvió el entusiasmo por la composición. La partitura, estrenada en la Scala en 1842, recibió una acogida triunfal, no sólo por los innegables valores de la música, sino también por sus connotaciones políticas, ya que, en aquella Italia oprimida y dividida de la época, el público se sintió identificado con el conflicto recreado en el drama.
Con este éxito, Verdi no sólo consiguió su consagración como compositor, sino que también se convirtió en un símbolo de la lucha patriótica por la unificación política del país. I lombardi alla prima Crociata y Ernani participaron de las mismas características. Son éstos los que el compositor calificó como sus «años de galeras», en los cuales, por sus compromisos con los empresarios teatrales, se vio obligado a escribir sin pausa una ópera tras otra.
Esta situación empezó a cambiar a partir del estreno, en 1851, de Rigoletto, y, dos años más tarde, de Il Trovatore y La Traviata, sus primeras obras maestras. A partir de este momento compuso sólo aquello que deseaba componer. Su producción decreció en cuanto a número de obras, pero aumentó proporcionalmente en calidad. Y mientras sus primeras composiciones participaban de lleno de la ópera romántica italiana según el modelo llevado a su máxima expresión por Gaetano Donizetti, las escritas en este período se caracterizaron por la búsqueda de la verosimilitud dramática por encima de las convenciones musicales.
Aida (1871) es ilustrativa de esta tendencia, pues en ella desaparecen las cabalette, las arias se hacen más breves y cada vez más integradas en un flujo musical continuo -que no hay que confundir con el tejido sinfónico propio del drama musical wagneriano-, y la instrumentación se hace más cuidada. Prácticamente retirado a partir de este título, aún llegó a componer un par de óperas más, ambas con libretos de Arrigo Boito sobre textos de ShakespeareOtello y Falstaff, esta última una encantadora ópera cómica compuesta cuando el músico frisaba ya los ochenta años. Fue su canto del cisne.

Walt Disney

A pesar de los esfuerzos de sus biógrafos, un fondo de leyenda sigue aún planeando sobre la figura de Walt Disney (1901-1966). Un repetido rumor asegura que Disney era un emigrante europeo, probablemente español, que llegó a los Estados Unidos y que, más tarde, por temor a suspicacias, falseó su origen. También han sido mitificadas las circunstancias de su muerte: muchos creyeron que Disney había sido congelado con modernas técnicas de hibernación.

Walt Disney
Según esta leyenda, su cuerpo aún permanecería así con las constantes vitales suspendidas, a la espera de un futuro en que pudiese despertar y nuevos procedimientos quirúrgicos reparasen su salud. Pero la prosaica realidad es que el cadáver Disney fue incinerado por deseo de sus familiares. No ha de extrañar, sin embargo, toda esta mezcla de realidad y fantasía alrededor de quien pasó a la historia de la cultura occidental como uno de los más prolíficos, contradictorios e influyentes cultivadores de la imaginación infantil.
Walter Elias Disney nació el 5 de diciembre de 1901 en Chicago, Illinois. Cuarto de los cinco hijos que tuvieron Elias y Flora Disney, su infancia transcurrió entre apuros económicos y bajo la severidad de su padre, carpintero de profesión, que probó suerte en toda clase de negocios sin que nunca consiguiera mejorar su maltrecha economía. Eternamente menospreciado por su padre, Walt creció muy unido a su madre, una antigua maestra descendiente de alemanes, y a su hermano Roy, ocho años mayor que él.
En 1906, Elias Disney decidió empezar una nueva vida en una granja cerca del pequeño pueblo de Marceline, Missouri, donde Walt descubrió la naturaleza y los animales. También entonces nació su interés por el dibujo, que compartió con su hermana pequeña, Ruth. Elias Disney hacía trabajar tan duro a sus hijos en el mantenimiento de la granja que los dos mayores, Herbert y Raymond, decidieron dejar el hogar para instalarse por su cuenta otra vez en Chicago.
Los difíciles comienzos
La precaria situación en que quedó la familia con la marcha de los dos jóvenes empeoró en el invierno de 1909, cuando el padre contrajo fiebres tifoideas y la enfermedad le obligó a vender la granja y a trasladarse a Kansas City, Missouri, donde encontró un empleo como repartidor de periódicos, tarea en la que Roy y Walt le ayudaban. Ello supuso un menor rendimiento del pequeño Walt en la escuela, donde nunca fue un alumno aventajado. Pasados un par de años, Walt, que ocasionalmente ganaba algún dinero vendiendo sus caricaturas, se matriculó en el Instituto de Arte de Kansas City, donde aprendió las primeras nociones sobre la técnica del dibujo. En aquellos años de su adolescencia descubrió el cine, un invento que le apasionó desde el primer momento.

Durante la guerra fue conductor de ambulancias
(el dibujo en la lona es del propio Disney)
En 1917, cinco años después de que Roy Disney abandonara también el hogar paterno, Elias Disney se trasladó con su mujer y sus dos hijos pequeños de nuevo a Chicago, donde probó suerte montando una pequeña fábrica de mermelada. En la primavera de 1918, Walt, con sólo diecisiete años, falsificó su partida de nacimiento y se enroló como soldado en la Cruz Roja para combatir en la Primera Guerra Mundial. Llegó a Europa cuando ya había paz, pero estuvo destinado en Francia y Alemania hasta septiembre de 1919. Una vez licenciado, se fue a vivir con su hermano Roy a Kansas City, donde buscó empleo como dibujante.
Su sueño era convertirse en un artista del Kansas City Star, el diario que había repartido en su infancia, pero encontró trabajo como aprendiz en una agencia de publicidad, la Pesmen-Rubin Commercial Art Studio. Con un sueldo de 50 dólares al mes, en aquel empleo conoció a Ub Iwerks, un joven de su misma edad y excepcionalmente dotado para el dibujo, con el que entabló amistad. Cuando los dos se quedaron sin trabajo montaron su propia compañía, la Iwerks-Disney Commercial Artists. La empresa duró apenas un mes, ya que Walt prefirió aceptar un empleo seguro, aunque convenció a sus nuevos jefes para que contrataran a Iwerks. En aquel trabajo ambos aprendieron las técnicas, todavía muy rudimentarias, de la animación cinematográfica.

El incansable Walt Disney en plena labor
Inquieto e innovador por naturaleza, Disney pidió una cámara prestada y montó un modestísimo estudio en el garaje de su casa, en el que con la ayuda de Iwerks y trabajando por las noches, produjeron su primera película de dibujos animados. El filme tuvo aceptación y consiguieron nuevos encargos hasta que Disney, que todavía no había cumplido los veintiún años de edad, convenció a Iwerks para que volvieran a probar suerte como empresarios con una compañía a la que llamaron Laugh-O-Gram Films. Con una producción basada en cuentos tradicionales, las cosas les fueron bien hasta que la quiebra de su principal cliente los arrastró también a la bancarrota.
A Hollywood
En 1923, después de intentar inútilmente remontar el bache, Disney emigró a Hollywood. La floreciente industria cinematográfica había convertido a Hollywood en una tierra de promisión. Disney creyó que con su experiencia como cámara obtendría trabajo de director, pero ningún estudio quiso contar con sus servicios, por lo que decidió volver a montar su propia empresa con su hermano Roy como socio. El 16 de octubre de 1923, la Disney Brothers Studio firmó su primer contrato importante, pero todavía insuficiente para hacer frente a sus dificultades financieras. Ya entonces, Walt puso de manifiesto lo que después sería una constante en su compañía: que era capaz de recurrir a cualquier estratagema para sacar el negocio adelante. En 1924, Ubbe Iwerks se unió a ellos y Walt pudo dejar de trabajar como animador para dedicarse al área para la que siempre estuvo más capacitado: la creación de personajes y argumentos y la dirección.

Walt Disney (al fondo) con un equipo de dibujantes
El 13 de julio de 1925, tres meses después de que su hermano Roy se casara, Disney contrajo matrimonio con Lillian Bounds, una joven empleada de su estudio, con la que tuvo dos hijas: Diane Marie, nacida el 18 de diciembre de 1933 cuando el matrimonio ya descartaba que pudieran tener descendencia, y Sharon Mae, a la que adoptaron en 1936. En la primavera de 1926, y después de haber tenido que cambiar de local porque la compañía crecía, los dos hermanos cambiaron el nombre de su empresa, que pasó a llamarse Walt Disney Studio. Pero el estudio sufrió un importante revés cuando su principal cliente se quedó con los derechos del conejo Oswald, un personaje creado por Disney que había protagonizado diversos cortometrajes.
El triunfo del ratón Mickey
Con la determinación de eliminar en lo sucesivo los intermediarios, Disney concibió (durante un viaje en tren de Hollywood a Nueva York) a Mortimer, un ratoncito rebautizado luego con el nombre de Mickey por sugerencia de su esposa y al que Iwerks dio forma. Así lo contó Disney, pero, en realidad, la paternidad de Mickey Mouse ha sido siempre motivo de polémica, y actualmente tiende a atribuirse el propio Iwerks. En octubre de 1928, cuando Disney buscaba distribuidor para las dos películas que había producido con Mickey Mouse como protagonista, se proyectó el primer filme del cine sonoro. Adelantándose a otros productores que creyeron pasajera aquella innovación, Walt se apresuró a incorporar el sonido a una tercera película de Mickey, Willie en el barco de vapor (1928). Buen imitador de voces y acentos, Disney hizo que el ratoncillo y su novia, Minnie, hablaran con su propia voz para abaratar costes. La película, estrenada el 18 de noviembre de 1928 en un teatro de Nueva York, obtuvo un rotundo éxito de público y crítica.

Fotograma de Willie en el barco de vapor (1928)
En 1929, con su excepcional sexto sentido para los negocios, autorizó que varias compañías reprodujeran en sus productos la imagen de Mickey Mouse, al que incorporaron guantes y zapatos blancos para evitar que manos y pies desaparecieran sobre fondos oscuros. El 13 de enero de 1930 empezó a publicarse una viñeta del popular personaje (con Disney como guionista e Iwerks como dibujante) en varios periódicos de Estados Unidos, y ese mismo año se editó un libro de dibujos de Mickey que fue reeditado en numerosas ocasiones.
Adicto al trabajo, para el que robaba muchas horas de sueño, Disney tuvo una seria crisis de salud que le obligó, a finales de 1931 y cuando el club de Mickey Mouse ya tenía un millón de miembros, a tomarse unas largas vacaciones con su esposa. De vuelta a Hollywood, se apuntó a un club deportivo donde practicaba boxeo, calistenia, lucha libre y golf. Poco después descubrió la hípica y, finalmente, el polo, del que fue un fanático durante el resto de su vida. Una afición que cultivó con tanta pasión como su fascinación por los trenes y las miniaturas.
Con Mickey Mouse como buque insignia de una compañía en alza, Disney creyó que no debía dormirse en los laureles ni aburrirse haciendo sólo películas del famoso ratoncillo, que en 1932 le supuso el primero de los Oscar que recibiría durante su carrera. Respaldado por un equipo de excelentes dibujantes e ilustradores, desplegó todo su espíritu creativo en la primera serie de sus Sinfonías tontas (1932). Realizados en technicolor, los diversos cortometrajes que componían esta producción significaron en su época un experimento sobre el uso expresivo del color. En noviembre de aquel mismo año, el estudio Disney se convirtió en el primero que tuvo su propia escuela de dibujantes y animadores.

Disney en una imagen tomada en 1940
Un año más tarde, el 27 de mayo de 1933, estrenó la sinfonía tonta que hacía el número treinta y seis y que iba a tener un éxito inesperado: Los tres cerditos. Sin pretenderlo, su famosísima canción ¿Quién teme al lobo feroz? se convirtió en un canto de esperanza para millones de norteamericanos que intentaban no ser devorados en la vida real por la Gran Depresión. En 1934, cuando su estudio contaba con 187 personas, nació el pato Donald, un personaje de carácter irascible y perverso, que vino a sumarse a los perros Pluto y Goofy.
Los largometrajes
Cuando ya se había hecho un nombre en la industria de Hollywood, Walt Disney emprendió una iniciativa arriesgada y sin precedentes: producir el primer largometraje de dibujos animados de la historia del cine. Blancanieves y los siete enanitos (1937) demostró no sólo que Disney y su equipo eran unos virtuosos de la animación, sino que los dibujos animados podían ser todo un género cinematográfico. La película recaudó cuatro millones de dólares, todo un récord para la época, pero dejó endeudado a Disney hasta 1961 por culpa de la amortización de los créditos que tuvo que pedir, ya que el presupuesto inicial de 500.000 dólares de la película había acabado triplicándose.

Blancanieves y los siete enanitos (1937)
En Blancanieves y los siete enanitos se utilizó por primera vez la cámara multiplano, capaz de sugerir profundidad de campo gracias a un ingenioso sistema de superposición de cinco láminas filmadas en un mismo plano para simular lejanía, y un nuevo sistema de technicolor. La película fue el primer ejemplo de que el cine de animación de la escuela Disney tenía un sólido procedimiento narrativo, en el que los personajes humanos eran descritos a partir de la «mirada» de los animales humanizados o de los seres fantásticos. También quedó patente en el filme el gusto de Disney por lo tenebroso y su estilo de sugerir más que de mostrar abiertamente el terror.
La década de los cuarenta fue un período de gran actividad en la Disney, caracterizado tanto por la consolidación del estilo iniciado con Blancanieves y los siete enanitos como por la contradicción que Walt sentía entre su tendencia artística a la innovación y al riesgo y la necesidad de atender a un mercado nada dado a las novedades y los experimentos. Reflejo de ello fue la tibia respuesta del público a las siguientes películas salidas de su «factoría» de sueños. Pinocho (1940), considerada como una de las piezas maestras del cine de animación por los críticos y en la que se invirtieron 2.600.000 dólares, fue un desastre comercial.
Lo mismo sucedió con Fantasía (1940), que costó 2.300.000 dólares. En ella dibujantes y animadores combinaron las evoluciones de los personajes de dibujos animados con la música de StravinskiDukasBeethovenRavelBach o Tchaikovsky. Considerada una obra maestra por unos y una insultante caricatura de la música clásica por otros, Fantasía no fue la «obra total» que Walt Disney había imaginado y deseado. Estos fracasos comerciales abrieron una importante brecha económica en la empresa, paliada poco después por los éxitos consecutivos de Dumbo (1941) y Bambi (1942).

Fantasía (1940)
Después del sketch sobre La danza de las horas, de Amilcare Ponchielli, que codirigió con Norman Ferguson en Fantasía utilizando el seudónimo de T. Hee, Walt Disney abandonó el campo de la realización para dedicarse casi en exclusividad a la tarea de dirigir el incipiente imperio cinematográfico en el que se había convertido la empresa que tan modestamente había iniciado quince años antes. El 6 de mayo de 1940 finalizó la construcción de sus nuevos estudios en Burbank, que le granjearon el sobrenombre de «Mago de Burbank».
Diseñados por él mismo con el objetivo de facilitar el trabajo de sus empleados, aquellos estudios contaban con veinte grandes edificios, separados por calles a las que se les puso el nombre de sus personajes. La plantilla de la empresa rondaba los 2.000 empleados, a los que Disney exigía un alto nivel de creatividad y producción a cambio de salarios muy bajos, aunque nunca reparó en gastos a la hora de hacer sus películas y siempre llevó personalmente una vida privada sin lujos ni ostentaciones.
Anticomunista furibundo
El 10 de noviembre de 1940 empezó a colaborar con el FBI, después de que el entonces director de la agencia federal de investigación, J. Edgar Hoover, hubiera intentado en varias ocasiones reclutar al productor cinematográfico como agente para que le facilitase cualquier información o detalle sobre la presencia de elementos subversivos (comunistas, sindicalistas o anarquistas) en Hollywood. Sin embargo, los primeros devaneos políticos de Disney tuvieron un cariz más progresista y se remontaban a 1938, cuando se adhirió a la Society of Independent Motion Picture Producers, asociación de productores y cineastas independientes opuestos al dominio absoluto de los grandes estudios de Hollywood. Desde aquel grupo, que contaba con figuras como Orson Welles o Charlie Chaplin, Disney fue derivando hacia un ideario próximo al partido nazi norteamericano y a un sentimiento fuertemente antimarxista.
En 1941, un sindicato de ilustradores recién creado en su compañía amenazó al «Mago de Burbank» con ir a la huelga en demanda de mejores salarios. Disney pretendió evitar personalmente el conflicto dirigiendo un discurso a sus empleados, pero éstos, para estupor suyo, ya que concebía la empresa como una gran familia, no le dejaron pasar de las primeras frases. El 29 de mayo de aquel año, los estudios Disney quedaron casi paralizados por una huelga en la que participaron la mayoría de los trabajadores y que duró todo un año. El conflicto se saldó cuando la empresa aceptó que los trabajadores pudieran elegir libremente su sindicato, incluido el izquierdista Screen Cartoonists Guild.

Walt Disney en 1941
Los acuerdos que llevaron al final de la huelga fueron firmados por Roy Disney, ya que Walt se encontraba de viaje por diversos países de Sudamérica. De aquel largo viaje salieron varias películas destinadas básicamente al público latinoamericano. Entre ellas, Saludos, amigos (1943) y Los tres caballeros (1945), en las que combinó dibujos animados y actores de carne y hueso. En 1943, buena parte de sus mejores dibujantes le abandonaron para fundar la UPA (United Productions of America), donde nacería, entre otros, el miope personaje de Mister Magoo.
Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, en la que Disney había accedido a filmar para el gobierno estadounidense películas propagandísticas, dejó la presidencia de su compañía, cediéndole el cargo a su hermano Roy, pero sólo mantuvo unos meses aquella decisión y a finales de 1945 volvió a ocupar el sillón presidencial. Nada más volver, despidió a más de 400 empleados, asegurando que la empresa pasaba por una crisis y tenía que cumplir el acuerdo concertado con la Screen Cartoonists Guild de conceder el aumento salarial del 25% a los dibujantes.
Reafirmado en su antimarxismo y colaborador del FBI hasta su muerte, Disney se comprometió a abortar todo elemento que atentara contra la nación norteamericana en la reunión celebrada el 24 y el 25 de noviembre de 1947 en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York, que culminó con la llamada Declaración Waldorf, en la que muchos productores cinematográficos se comprometieron a colaborar con la Comisión de Actividades Antiamericanas en la «caza de brujas».
En agosto de 1948 hizo un viaje con su hija Sharon para filmar imágenes en Alaska, y con el material realizó la serie de cortos titulados Aventuras de la vida real. Su hermano Roy se opuso al proyecto (para entonces estaban ya tan distanciados que sólo se veían después de pedir cita a sus respectivas secretarias) y auguró un incierto destino a este tipo de documentales. Se equivocó, ya que el primero de ellos, titulado La isla de las focas (1948), no sólo resultó rentable, sino que fue premiado con un Oscar en la categoría de cortometrajes.
Prácticamente finalizada la década de los cuarenta, Disney recibió una interesante propuesta de Howard Hughes: un crédito sin intereses de un millón de dólares a cambio de su ayuda en un terreno (el sector cinematográfico) que el multimillonario tejano no conocía y en el que quería invertir. Con aquel dinero, Disney puso en marcha 18 nuevos proyectos, entre ellos Cenicienta (1950), Alicia en el país de las maravillas (1951) y Peter Pan (1953). Tras una costosísima incursión en el cine futurista con 20.000 leguas de viaje submarino (1954), volvió a proyectos más baratos y que sintonizaran con el orgullo de ser norteamericano.
Para entonces, su compañía ya no era la reina de los dibujos animados. La Warner Brothers empezaba a hacerle una seria competencia con la estrella de su serie Looney Tunes, Bugs Bunny. Aquel conejo era el contrapunto del cándido, apolítico y asexuado Mickey Mouse, que a principios de los años cincuenta vivió sus momentos más bajos de popularidad, aunque siguió siendo el personaje preferido de Disney y el emblema de su imperio.
Disneylandia
En 1953, después de ganar un nuevo Oscar al mejor documental con El desierto viviente, inició conversaciones con la cadena televisiva ABC para ceder la emisión de sus películas al nuevo invento. A diferencia de otros productores de Hollywood, que la consideraban una amenaza, Disney creyó que la televisión era un excelente medio de difundir sus productos. Un año después inició la realización de filmes específicamente para televisión, la parte de su producción artística más denostada por los críticos. Críticas que también le lloverían años después con Mary Poppins (1964), su primer largometraje con sólo actores reales. Pero a Disney no le importaron, porque esas películas le daban el dinero que necesitaba para hacer realidad un proyecto que acariciaba desde hacía tiempo: construir un enorme parque de atracciones basado en sus personajes.

Disney y Von Braun (1954)
Adicto al trabajo y perfeccionista, el productor cinematográfico diseñó hasta el último detalle de Disneyland, que abrió sus puertas el 17 de julio de 1955 en Anaheim, California. Este parque, con una extensión de 120 hectáreas, costó 17 millones de dólares, y Main Street USA, su calle principal por donde transitaban cientos de actores disfrazados de personajes, recreaba a la perfección la calle mayor de Marceline, el pueblo donde vivió su infancia Disney, que aquel verano de 1955 ya era abuelo del primero de los diez nietos que tuvo.
Multimillonario y galardonado con veintinueve Oscars, en la década de los sesenta se había consolidado como uno de los personajes más conocidos y queridos de todo el mundo, pero su salud flaqueaba, y todo su imperio entró en una lucha por la sucesión. Fumador empedernido y aficionado al alcohol, murió el 15 de diciembre de 1966 en Los Ángeles, California, víctima de un cáncer de pulmón, después de haber supervisado los esbozos de Disney World, parque temático al estilo de Disneyland pero más enfocado hacia los adultos, que abriría sus puertas en 1971 en Orlando, Florida (en 1983, la compañía inauguró en Japón el Tokio Disneyland y en 1992 abrió sus puertas el Euro Disney de París).
El «Mago de Burbank» había fallecido sin llegar a ver terminado El libro de la selva (1967), la segunda película más comercial de Disney desde los tiempos de Blancanieves y que dirigió Wolfgang Reitherman, quien asumió la producción de los largos de animación disneyanos hasta 1981. Después de años de mucha producción y pocos éxitos destacables, los estudios Disney volvieron a ser los reyes del género de dibujos animados con La bella y la bestia (1991), Aladdin (1992) y El Rey León (1994). Con el fallecimiento de Disney, entraba en la leyenda uno de los nombres fundamentales de la cultura popular del siglo XX. Con variada fortuna, tratarían de sustituirle figuras tan dispares como su hermano Roy O. Disney, su sobrino Roy E. Disney y su yerno Ron Miller. Pero sólo el productor ejecutivo Michael Eisner demostró ser un digno sucesor suyo.

Elton John


Elton John
(Reginald Kenneth Wight, Londres, 1947) Pianista, cantante y compositor británico que alcanzó gran popularidad en los años setenta. Este polémico músico no ha hecho una música transgresora, pero cada aparición en público ha ido acompañada de una indumentaria peculiar y un sombrero distinto. Sería injusto, al hablar de Elton John, olvidar a Bernie Taupin, ya que temas como Crocodile rockDanielCandle in the windI guess that's why they call it the bluesI'm still standing o Nikita, que han hecho mundialmente famoso al cantante, fueron compuestos con su participación. Muchos años después del inicio de popularidad, Elton John continúa aumentando su fama y prestigio y el número de canciones de su repertorio.
Hijo de un oficial del Ejército, Elton John fue un músico precoz. A los cuatro años comenzó a estudiar piano; a los 11 fue becado por la Real Academia de Música de Londres, donde estudió de 1959 a 1963. A los 16 años abandonó la escuela y empezó a tocar por las noches el piano en un hotel. En 1961 entró a formar parte de la banda Bluesology, entre cuyos integrantes se encontraban el pionero del blues británico Long John Baldry (voz y guitarra) y el saxofonista Elton Dean, por quienes tomaría su nombre artístico, Elton John.
En marzo de 1968 publicó su primer sencillo, I've been loving you too long. Ese mismo año conoció al letrista Bernie Taupin, con quien compuso lo más brillante de su producción y con el que formó uno de los dúos más prolíficos del mundo de la música pop. Ambos consiguieron que quince de sus canciones ocuparan el primer puesto en las listas de éxitos norteamericanas: Your songSorry seems to be the hardest word o Nikita son algunas de ellas. En 1969 editó su primer LP, Empty Sky, al que siguió Elton John, en el que tocaba rock con el lirismo de las grandes sinfonías, gracias a sus conocimientos de música clásica. En los años siguientes publicó un total de once discos.
En 1974 firmó un contrato valorado en ocho millones de dólares con MCA y escribió junto a John Lennon Whatever gets you through the night, que además cantó junto al ex líder de The Beatles en el Madison Square Garden de Nueva York. A finales de los 70 rompió con su colaborador Bernie Taupin, con quien sin embargo volvería a trabajar en 1980. El bache que supuso esta ruptura y los problemas con las drogas lo llevaron a un intento de suicidio. En 1987 fue operado de las cuerdas vocales en Sydney, Australia, y en 1988 reapareció con Reg strikes back.
En 1992 fundó la Elton John AIDS Foundation, una de las mayores organizaciones no lucrativas para la erradicación del sida, a la que dedica parte de los beneficios de la venta de sus discos. Para entonces ya había manifestado su homosexualidad, mucho después de que, a mediados de los sesenta, se declarara bisexual. En 1993 publicó el álbum The one, con el que ganó un doble disco de platino. En 1994 compuso la banda sonora de una de las más brillantes producciones del estudio que fundara Walt DisneyEl Rey León, con la que ganó un Grammy, un Globo de Oro y el Oscar a la mejor canción original por Can you feel the love tonight, compartido con Tom Rice, autor de la letra.
Con Made in England (1995) celebró su 25 aniversario en el mundo de la música. El asesinato de su amigo Gianni Versace y la muerte de la princesa Diana de Gales, en 1997, le supusieron dos duros golpes. En el funeral de Lady Di cantó una nueva versión de Candle in the wind, escrita originalmente en recuerdo de Marilyn Monroe. Este homenaje a su amiga Lady Di batió todos los records de ventas, convirtiéndose en el single más vendido de la historia de la música, con 33 millones de copias en todo el mundo en sólo tres meses. Elton John cedió los beneficios del disco a las ONGs en las que Diana colaboró. Por esta canción obtuvo en 1998 el Grammy al mejor cantante masculino de pop.
En septiembre de 1997 lanzó The big picture, en homenaje a Gianni Versace, y en 1999, junto a Tim Rice, grabó Elton John and Tim Rice's Aida, una versión pop de la ópera de Giuseppe Verdi que se estrenó en Broadway en marzo de 2000 y por la que recibió en 2001 el Grammy al mejor musical. Compuso también las canciones del musical Billy Elliot, espectáculo basado en la película homónima y estrenado en noviembre de 2004. En 2005 participó con Bernie Taupin en la creación del musical Lestat, basado en las Crónicas del Vampiro de la escritora Anne Rice.
Al año siguiente publicó Captain and the kid, su álbum número 44, en el que a modo de cuento hizo un repaso autobiográfico y que complementó, como una segunda parte, el clásico de 1975 Captain Fantastic and the Brown Dirt Cowboy. En 2007, con motivo de su 60 cumpleaños y 40 de carrera artística, editó un DVD especial con su actuación en directo, el 25 de marzo, en el Madison Square Garden, el mismo día de su cumpleaños. El 10 de abril de 2008 ofreció en un concierto en Nueva York en el que recaudó donaciones por valor de 2,5 millones de dólares para Hillary Clinton, entonces todavía candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos. Este mismo mes editó un disco especial con mezclas de sus grandes éxitos, interpretados junto al cantante Eminem y titulado Eminelton.
Caballero del Imperio británico, con el título de sir, desde el 30 de diciembre de 1997, ha recibido innumerables distinciones y premios. Además de músico, Elton John es un gran aficionado al fútbol. En 1976 compró el equipo londinense del Watford, del que fue presidente hasta 1990, año en que vendió parte de sus acciones, aunque continuó como presidente honorario hasta 1991. Después fue director del consejo de administración hasta que dimitió en enero de 1993. Tres años después regresó al equipo hasta que en 2002 volvió a dejar la presidencia. El 14 de febrero de 1984 se casó en Australia con la técnica de sonido alemana Renata Blauel, de la que se divorciaría en 1988. Desde 1993 está unido sentimentalmente al cineasta canadiense David Furnish, con quien contrajo matrimonio el 21 de diciembre de 2005 en el Ayuntamiento de Windsor.