Los oficiales alemanes se rinden en Stalingrado
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El 31 de enero de 1943 el hombre al mando del Sexto Ejército del Tercer Reich, Friedrich Paulus, y otros 22 generales alemanes se entregaron a los soviéticos y aceptaron que la poderosa Alemania había conocido la derrota en Stalingrado. A pesar de que Hitler había dado órdenes estrictas de luchar hasta el último hombre, la situación era insalvable y los oficiales prefirieron salvar cuantas vidas pudieran. El 2 de febrero, lo que quedaba del Cuarto y Sexto Ejércitos alemanes se rindieron y la batalla más sangrienta de la Segunda Guerra Mundial llegó oficialmente a su fin.
Aunque en los momentos previos al estallido de la Segunda Guerra Mundial y durante su primerísima etapa Alemania y la URSS habían acordado repartirse Polonia y respetarse, Hitler cambió de idea y dio paso a un intento de tomar la URSS que se conocería como Operación Barbarroja. Después de que sus tropas fueran rechazadas antes de llegar a Moscú, Hitler centró su atención en la ciudad de Stalingrado debido a que era un centro industrial desde el que se distribuía gran parte del armamento del Ejército Rojo y por el valor simbólico que la ciudad tenía (compartía nombre con el líder de la URSS, Iósif Stalin). El hombre de acero respondió al desafío planteado por Hitler y preparó la ciudad para una defensa sangriente.
El 23 de agosto de 1942, los ejércitos de Alemania (Wehrmacht) comenzaron un ataque a gran escala. La población civil no había sido evacuada, sino que se la mantuvo en la ciudad con el fin de motivar a las tropas y de tener soldados y mano de obra de repuesto. Los primeros meses de combate supusieron una masacre de civiles y un enfrentamiento encarnizado y sangriento entre ambos ejércitos en el que los francotiradores jugaron un papel primordial. Las tornas cambiaron con la llegada del duro invierno ruso, para el que los soviéticos sí estaban preparados pero no así los alemanes, y el envío de refuerzos por parte del mando central soviético. Las fuerzas del Eje, ampliamente superadas, rodeadas y sin posibilidad de vencer, no tuvieron otra opción que rendirse.
La batalla de Stalingrado es considerada una de las más importantes de la Segunda Guerra Mundial porque fue precisamente esta victoria la que afianzó el contrataque soviético y puso contra las cuerdas a Hitler en el frente oriental, teniendo que repartir todavía más sus fuerzas tras el Desembarco de Normandía y el avance aliado por el oeste de Europa. La batalla de Stalingrado cerró la soga en torno al cuello de Adolf Hitler.
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