(?, c. 25 d.J.C .- ?, 48) Emperatriz romana, tercera esposa del emperador Claudio, a la que Juvenal y Plinio atribuyeron una vida disoluta. Contrajo matrimonio en el año 38 con Claudio, a quien la guardia pretoriana nombró emperador en el año 41, tras el asesinato de Calígula. El más extremo retrato de su lascivia se halla en Juvenal y en Plinio el Viejo, autores que relataron el desafío de Mesalina a la más célebre prostituta de Roma, del que salió vencedora. En el año 48, durante una ausencia de Claudio, Mesalina se casó con uno de sus amantes, el cónsul Cayo Silio, y pretendió que ocupara el trono imperial. Fue asesinada, con Silio, por el liberto Narciso, a instancias de Claudio.
Mesalina es una de aquellas figuras que ya nacen convertidas en personaje, y cuyo mito es mucho más real que su existencia efectiva. Sus primeros historiógrafos, Tácito (55-120) y Suetonio (siglo I), son ya, respecto a ella, inconscientes novelistas, por cuanto sus rasgos les habían llegado ya transfigurados. Aunque no haya inspirado muchas producciones literarias, Mesalina ha seguido viviendo en aquella literatura no escrita que constituye la cultura patrimonial del pueblo.
Durante mucho tiempo, Mesalina fue una especie de símbolo fisiológico, la encarnación de la feminidad desenfrenada que sólo vive en el sexo y para el sexo: así nos la presentan los Anales de Tácito y Las vidas de los doce Césares de Suetonio. Durante el romanticismo y el postromanticismo, ese fantasma de lujuria se enriqueció con nuevos elementos. En el drama Mesalina, de Pietro Cossa (1830-1881), la emperatriz romana se eleva hasta el amor, un cruel amor que iguala en violencia la sensualidad y en el que el espíritu se manifiesta tan desenfrenado como la carne. Mesalina subvierte los valores morales y funda una ética pasional que cifra el bien supremo en el amor sensual que todo lo justifica.
En una comedia de Alexandre Dumas hijo, La mujer de Claudio, la figura de Mesalina reaparece en formas modernas, como símbolo del desasosiego femenino, de la eterna desilusión, espiritual y sexual a la vez, de la mujer frente al hombre. Incluida entre las Cortesanas célebres del novelista y dramaturgo francés Paul de Kock (1793-1871), Mesalina vive gracias a aquel parnasianismo popular que se complace sobre todo en reunir los nombres de cortesana y emperatriz, y se nos presenta como una orgiástica dominadora de los dos extremos a los que, en la jerarquía social, puede llegar la mujer.
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