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jueves, 20 de febrero de 2020

El emperador Li Shih-min o T’ai-tsung


Casa reinante en China entre los años 618 y 907. Se inició con Li Yüan o Kao-tsu (618-26), un oficial de la dinastía Suei, que derrocó a ésta del poder y se proclamó emperador, conquistando la mayor parte de China. Mantuvo el sistema administrativo y fiscal de los Suei, al que añadió una nueva codificación del Derecho penal, revisable periódicamente.
Fue derrocado por su hijo Li Shih-min o T'ai-tsung (626-49), que accedió al poder tras asesinar a sus dos hermanos. Extendió el imperio a costa de los turcos hacia el oeste, imponiendo la hegemonía china en Asia central. Al mismo tiempo fortaleció el poder imperial, extendiendo el sistema de oposiciones para acceder a cargos administrativos (introducido por la dinastía Suei). También inició la compilación de los clásicos chinos, iniciando una época de esplendor cultural y científico.
Le sucedió su hijo, Kao-tsung, Gao Zong o Li Chih (649-83), que extendió el imperio con la anexión de Corea (668). Se casó con una antigua concubina de su padre, Wu Hou o Wu Tse-t'ien (690-705), la cual ejerció una gran influencia sobre el débil Kao-tsung, pasando luego a gobernar en nombre de sus dos hijos hasta que ella misma se proclamó emperatriz en el 690. Su gobierno fue eficaz e inteligente, contribuyendo a apartar a la aristocracia guerrera tradicional en beneficio de una burocracia con formación académica.
Fue destronada por los militares, que repusieron sucesivamente en el Trono a los dos hijos de la emperatriz, Chung tsung (683-84 y 705-10) y Jui-tsung (684-90 y 710-12). Éste cedió el poder a Hsüan-tsung (712-56), con quien llegó a su apogeo la dinastía. Tras librarse de la influencia política que intentaba ejercer su predecesor (713), saneó las finanzas imperiales, reparó los canales, mejoró la comunicación entre las diversas zonas del imperio y dio un gran impulso a la creación cultural. Sin embargo, hacia el final de su reinado se apartó de la gestión personal del gobierno, dejándola en manos de su primer ministro Li Lin-fu y de su favorita Yang Kuei-fei.
Este abandono reflejaba un renacimiento de la influencia aristocrática, que culminó con la rebelión de An Lu-shan en el 755. Este aventurero de origen turco obligó a la familia imperial a huir de la capital y sostener una difícil guerra civil. Después de la abdicación de Hsüan-tsung, sólo la intervención de los uigures del norte permitió que los Tang recuperaran el control y siguieran reinando en China, si bien entraron en una etapa de decadencia, entre guerras, revoluciones y desastres económicos. No obstante, aún se aferraron al poder hasta Ching-tsung o Li Chu Ai-ti (904-07), último soberano Tang, que fue depuesto y ejecutado por el jefe de una banda guerrera cuando sólo tenía 13 años. China se sumió entonces en el caos, dividida en diez reinos gobernados por cinco dinastías.

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