El 27 de mayo de 1905 tuvo lugar, en el estrecho de Tsushima que separa Corea de las islas niponas, la batalla naval que marcaría el desenlace en la Guerra ruso-japonesa. La batalla de Tsushima (también conocida como batalla del Mar de Japón) es considerada uno de los enfrentamientos marítimos más grandes e importantes de la historia, equiparable únicamente a la batalla de Trafalgar (1805).
Las tensiones entre ambos países venían de bastante antes. Rusia tenía interés en los territorios de Manchuria y Corea (en manos de Japón) para tener una salida al mar que no se congelase en invierno y consiguió, gracias a la presión internacional, que Japón les cediera Port Arthur. Los nipones vivieron esto como una afrenta y la situación no mejoró cuando Rusia, en vez de retirar a sus tropas de Manchuria tas haber sofocado la rebelión de los Bóxer, empezaba a construir un ferrocarril con fines claramente colonialistas. Las negociaciones que ambos países habían mantenido durante dos años no estaban dando frutos así que Japón se decidió a atacar Por Arthur y sitiarla en febrero de 1904.
Esta acción fue el pistoletazo de salida de una guerra en la que Japón supo imponerse tanto en tierra como en el mar, destacándose derrotas como la del río Yalu, el río Sha-ho o Nanshan. En agosto de 1904 la 1ª Escuadra del Pacífico del Almirante Vitgeft sufrió gravísimos daños en un enfrentamiento contra la escuadra de Tōgō Heihachirō y las fuerzas navales rusas quedaron totalmente diezmadas. Con Japón haciéndose cada día más fuerte y dominando las aguas, Rusia tuvo que formar una nueva escuadra con los buques que tenía en el Mar Negro y en el Báltico. Si los nipones ya habían demostrado su dominio antes, el tiempo en que esta nueva escuadra tardó en formarse y llegar hasta allí les concedió un respiro que aprovecharían para reforzar aún más sus posiciones.
Cuando los rusos quisieron llegar a Port Arthur la ciudad ya había caído así que siguieron viaje hacia Vladivostok, pero en el camino les esperaban los japoneses. La victoria nipona no se debe solo al desequilibrio de fuerzas y el mejor estado de naves y armamento, sino también a la brillante estrategia de Tōgō Heihachirō y la incapacidad de los rusos de reaccionar. La flota japonesa puso a prueba las horas de entrenamiento que había realizado durante esos ocho meses de espera y obligó a los rusos a ponerse a tiro en distintas oleadas que resultaban devastadoras para los eslavos e inofensivas para los nipones. Ese mismo día la flota rusa estaba prácticamente derrotada y la rendición llegó el 28 de mayo. La cifra de muertos (rusos) fue de 4 380 y se tomaron 5 917 prisioneros.
La batalla naval de Tsushima supuso una victoria para Japón que llevaba preparando desde los primeros momentos del conflicto y muchos historiadores consideran que marcó su orgullo nacionalista y promilitarista que veríamos más adelante y su dominio en el sureste asiático. Por su parte, Rusia vivió ese mismo año la primera gran revolución social del siglo XX que obligó al zar Nicolás II a aceptar algunas de las reclamaciones del pueblo y asentó las bases para lo que años más tarde sería la Revolución de octubre.
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