El 12 de junio de 1898, Filipinas, bajo el mando de Emilio Aguinaldo, se declaró independiente de España.
Corría el año 1896 cuando, en agosto, unos frailes españoles descubrieron pruebas de que Katipunan, una sociedad revolucionaria que luchaba contra los hispanos para expulsarlos de las islas Filipinas, estaba organizado una revuelta armada. Descubiertos, los líderes de Katipunan se vieron obligados a actuar antes de lo planeado y las revueltas estallaron en varias provincias alrededor de Manila. Sin embargo, tras meses de lucha, las severas represalias españolas obligaron a los ejércitos revolucionarios a retirarse a las colinas.
En diciembre de 1897 se estableció una tregua entre españoles y revolucionarios. Emilio Aguinaldo, alcalde municipal y líder de los rebeldes, firmó el Pacto de Biac-na-Bató con el gobernador general español, por el cual se comprometía a abandonar Filipinas a condición de recibir una importante suma de dinero de España junto con la promesa de reformas liberales. Aguinaldo se exilió, primero a Hong Kong y luego a Singapur. Allí hizo negocios con los representantes de los consulados americanos para volver a Filipinas y ayudar a los Estados Unidos en la guerra que estaba teniendo lugar contra España.
Mientras, en Filipinas las reformas prometidas por los españoles tardaban en llegar y pequeñas bandas rebeldes, que desconfiaban que estas fueran hacerse realidad en algún momento, mantenían las armas. Los enfrentamientos entre rebeldes y españoles eran cada vez más frecuentes.
La guerra entre Estados Unidos y España había estallado. En mayo de 1898, los americanos vencieron a los españoles en la Batalla de la Bahía de Manila. Fue en ese momento cuando Aguinaldo y sus compañeros aprovecharon para regresar a las islas con la ayuda del almirante George Dewey. Confiando en el apoyo de los Estados Unidos, Aguinaldo reorganizó sus fuerzas y pronto liberó varios pueblos al sur de Manila. La independencia de España fue declarada el 12 de junio, hoy conocido y festejado como Día de la Independencia.
En septiembre se reunió en Malolos, al norte de Manila, un congreso constitucional que elaboró una ley fundamental derivada de los precedentes europeos y latinoamericanos. Sobre la base de esa constitución se formó un gobierno en enero de 1899, con Aguinaldo como presidente del nuevo país, conocido popularmente como la "República de Malolos".
En cuanto al enfrentamiento americano-español, en esas fechas, el ejército estadounidense había desembarcado en Manila y, con importante ayuda filipina, forzó la capitulación en agosto de 1898 del comandante español que allí se encontraba. Los americanos, sin embargo, no permitieron que las fuerzas filipinas entraran en la ciudad. Pronto fue evidente para Aguinaldo y sus compañeros que las anteriores expresiones de simpatía por la independencia filipina por parte de Dewey y los funcionarios consulares de los Estados Unidos en Hong Kong no importaban. Se sintieron traicionados.
El 10 de diciembre de 1898 se firmó el Tratado de París, por el cual España cedía las Filipinas a los Estados Unidos. A estas alturas, las hostilidades entre las fuerzas estadounidenses y filipinas habían estallado. Como los dirigentes filipinos no reconocían la soberanía de los Estados Unidos sobre las islas y los comandantes estadounidenses no daban importancia a las reivindicaciones de independencia de los filipinos, el conflicto fue inevitable. Fueron necesarios dos años de guerra contra la insurgencia y algunas medidas conciliadoras en el ámbito político para acabar con la resistencia nacionalista. Aguinaldo fue capturado en marzo de 1901 y poco después apeló a sus compatriotas para que aceptaran el dominio de los Estados Unidos.
Por tanto, aunque se logró la independencia de España, esta pronto se vio frustrada por la decisión estadounidense de seguir administrando las islas. En cuanto al cambio social, segundo objetivo del movimiento revolucionario filipino, tampoco se produjo pues las tierras de los frailes españolas nacionalizadas por la República de Malolos pasaron a manos de otras instituciones arraigadas, no al pueblo. La población pasó a depender de otro terrateniente. Lo que sí consiguió la sociedad filipina con la proclamación de la república fue ser el primer pueblo asiático que trató de librarse del dominio colonial europeo.
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