La Operación Barbarroja fue un plan de conquista orquestado por Hitler para hacerse con la URSS y sus recursos. Su fracaso aceleró la derrota de Alemania.
El 22 de junio de 1941, exactamente un año después que Francia se rindiera ante la Alemania nazi, Hitler lanzaba una ofensiva a gran escala para conquistar al que hasta entonces había sido algo parecido a un aliado, la poderosa Unión Soviética de Iósif Stalin.
En agosto de 1939, con las fuerzas del Eje disponiendo los últimos preparativos para iniciar su gran expansión, Hitler pensó que era buena idea neutralizar a algunos de sus posibles enemigos sin necesidad de combatir y aprovechó que compartía con Stalin sus ansias de conquista. Ambos países firmaron un pacto de no agresión en el que, además, acordaban el reparto de Polonia entrando unos por el este y otros por el oeste. Durante el primer año de guerra las cosas entre ambas potencias se mantuvieron relativamente estables y sin confrontaciones, pero en junio de 1941 Hitler mostró el resto de sus cartas e inició la invasión de la URSS; una jugada que acabaría costándole la partida entera.
Las fuerzas alemanas compuestas por más de tres millones de soldados, 150 divisiones y tres mil tanques blindados se dividieron en tres grupos e irrumpieron en territorio soviético avanzando por un frente de más de 3200 kilómetros de largo. Los primeros meses supusieron el avance casi constante de los nazis, que entraron al país como conquistadores y cuyo principal objetivo era hacerse con las riquezas, materiales y estructura industrial de los soviéticos. Stalin lanzó una contraofensiva mortal, hizo de la lucha contra Hitler una bandera patriótica y llevó la idea de combatir hasta el último hombre a su extremo, consiguiendo frenar a los alemanes los suficiente como para que el durísimo invierno ruso les pillara por sorpresa.
Las condiciones climatológicas frenaron en seco el avance alemán y sus tropas, que no estaban preparadas para esa situación, sufrieron las consecuencias. Cuando pudieron retomar la campaña ya era demasiado tarde. Los soviéticos aprovecharon la situación y organizaron una serie de contraofensivas muy efectivas que vivieron su cresta en Stalingrado, batalla que marcó el comienzo de la retirada nazi y su repliegue total de vuelta a Alemania.
El plan de Hitler había fracasado. La resistencia de los soviéticos y los problemas durante el invierno hicieron que la conquista se alargara más de lo previsto y acabó encerrando a Alemania entre dos frente abiertos que acabarían por asfixiarla. Casi todos los historiadores señalan que la campaña en la URSS fue la principal causa de la derrota alemana.
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