El acorazado Potemkin se convertiría, con el tiempo, en un icono del descontento social ruso y un símbolo para las aspiraciones bolcheviques.
El 27 de junio de 1905 la tripulación del Potemkin, un monstruoso acorazado que formaba parte de la flota rusa en el Mar Negro, se amotinó en protesta por las malas condiciones a las que estaban sometidos. Comenzó así una travesía que ha pasado a la historia como una leyenda.
La Rusia de comienzos del siglo XX era un polvorín en toda regla. La pobreza y la desigualdad social se extendían por todo un país que reclamaba cambios y cuyos dirigentes, los Romanov, le negaban. La aristocracia más cercana al zar y su esposa, tajantemente opuesta a cualquier reforma que supusiera una pérdida de privilegios, vivía en un mundo de bailes de salón y almohadones de seda y plumas de ganso mientras las clases medias y bajas veían no solo cómo no eran recompensados por su trabajo, sino la cada vez mayor limitación, si es que cabe, de sus derechos y el empeoramiento de sus condiciones de vida. El 22 de enero (según el calendario juliano) de 1905, una muchedumbre pacífica se acercó hasta el Palacio de Invierno de San Petersburgo, portando cruces y retratos de Nicolás II, para pedir al zar mejores sueldos y una lucha activa contra el hambre y la pobreza; pero todo lo que encontraron fueron los fusiles de la guardia. El día terminó con más de 200 muertos.
Unos meses después, a finales de junio, agentes de grupos clandestinos integrados en el ejército ruso mostraron a la ya de por sí descontenta tripulación del Potemkin la calidad del rancho que recibían: carne tan putrefacta que estaba plagada de gusanos. Este descubrimiento llevó a la tripulación a amotinarse, negarse a comer esa carne y exigir una mejora en las condiciones del barco. La respuesta de los oficiales fue ordenar su fusilamiento inmediato, lo que provocó una respuesta violenta, el asesinato de los oficiales zaristas, la muerte del líder amotinado Grigori Vakunlinchuk y la toma del acorazado por la tripulación. El Potemkin navegó entonces hasta Odesa, ciudad en la que se estaba viviendo una huelga general duramente reprimida por el ejército zarista. La población recibió con entusiasmo a los marineros rebeldes y el funeral de Vakunlinchuk se convirtió en una especie de llamamiento político que alteró todavía más los ánimos y llevó a la tripulación a abrir fuego contra un teatro desde el que los militares estaban coordinándose.
La respuesta del gobierno no se hizo esperar. Nicolás II mandó dos escuadrones contra el Potemkin bajo las órdenes de conseguir su rendición o hundirlo. Lo que no se esperaba el zar ni tampoco sus oficiales era que, cuando el Potemkin avanzó hacia las escuadras con intención de dejarlas atrás, la tripulación del resto de naves se negó a abrir fuego contra los que consideraban sus hermanos. El acorazado llegó a Feodosia, en Crimea, pero el gobernador solo aceptó darles algo de comer pero no provisiones para continuar su viaje. Veintidós de los treinta marineros fueron emboscados y asesinados cuando intentaban robar carbón de barcazas y los supervivientes no tuvieron más remedio que rendirse. El 7 de julio llegaron al puerto de Constanza y se entregaron, no sin antes abrir las válvulas del barco para que se hundiera y no volviera a las manos del gobierno.
En 1925 el gobierno soviético encargó al brillante cineasta Sergéi Eisenstein que dirigiera una película narrando la épica historia del Potemkin. Los soviéticos pretendían apropiarse de la historia del acorazado y utilizarla como un símbolo propagandístico pero lo cierto es que 'El acorazado Potemkin', película muda de poco más de una hora, es considerada un clásico del cine universal y una de las mejores películas de la historia, homenajeada por grandes directores como Francis Ford Coppola.
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