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viernes, 24 de julio de 2020

El zar Nicolás II y su familia son fusilados

efeméride


El 18 de julio de 1918, con los tambores de la revolución aún resonando en el país, el zar Nicolás II, su familia (su mujer Alexandra, sus hijas Maria, Olga, Tatiana y Anastasia y su hijo Alexei) y cuatro criados fueron asesinados en el sótano de la Casa Ipatiev, en Ekaterimburgo. 

El zar abdicó del cargo en marzo (febrero según el calendario juliano vigente por aquel entonces en Rusia) de 1917, cuando una revuelta armada de soldados y trabajadores se descontroló. El gobierno del país fue asumido por Alexander Kerensky pero aquello solo había sido un preludio de lo que estaba por venir. Nicolás II y su familia permanecieron en el palacio Alexander, su residencia predilecta cerca de Petrogrado, hasta julio de ese mismo año, cuando fueron trasladados a la región siberiana de Tobolsk para su protección. Allí, aunque no dispusieron de los lujos y las comodidades a las que estaban acostumbrados, fueron bien recibidos y pudieron disfrutar del aire libre mientras se alojaban en la finca del gobernador. Permanecieron allí hasta julio de 1918, cuando los soviéticos ya se habían hecho con el poder y veían a los Romanov como un estorbo. 

En primavera, las autoridades soviéticas trasladaron a la familia imperial a Ekaterimburgo, ciudad profundamente antizarista, donde los encerraron en una casa aislada del mundo exterior y les quitaron todas sus pertenencias de valor, entre ellas sus cámaras fotográficas. El día 14 llamaron a un sacerdote local para que oficiara una misa con los prisioneros y este fue su último contacto con el mundo exterior. En la madrugada del día 17, doce soldados reunieron a los Romanov y a sus sirvientes en el sótano de la casa Ipatiev y les dispararon con armas cortas y a poca distancia. Su misteriosa desaparición fue acallada por las autoridades pero su destino parecía de sobra conocido por el resto del mundo.  

En 1977, coincidiendo con el 60 aniversario de la Revolución Rusa, la casa Ipatiev fue derruida para evitar que se convirtiera en un lugar de peregrinación de personas contrarias al régimen soviético y en 2003, tras el final de la Guerra Fría, se construyó en el solar la iglesia de la Sangre Derramada como recordatorio y homenaje. 

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