Marie Magdalene Dietrich (Berlín, 27 de diciembre de 1901 - París, 6 de mayo de 1992), mejor conocida como Marlene Dietrich, fue una actriz y cantante alemana que también adoptó la nacionalidad estadounidense. Es considerada como uno de los más eminentes mitos del séptimo Arte, y también como la novena mejor estrella femenina de todos los tiempos según el American Film Institute.
Nació en Alemania, en el barrio de Rote Insel de la localidad de Schöneberg, que en 1920 fue anexionada a Berlín. Su familia era de clase media acomodada. Sus padres fueron Louis Erich Otto Dietrich (1867-1908), teniente de policía, y Wilhelmine Elisabeth Josephine Felsing (1876-1945), quien pertenecía a una saga de joyeros y relojeros. Tuvo una hermana mayor llamada Elisabeth (1900-1973), de quien se distanció en la madurez al saber que había tenido cierto trato con militares y funcionarios del régimen nazi.
Las dos hermanas tuvieron una educación al modo prusiano, esmerada y estricta, que incluía aprender francés. Muerto el padre en 1907, la madre contrajo segundas nupcias nueve años después con un amigo de su difunto marido, Eduard von Losch, un aristócrata y militar; pero éste falleció poco después por heridas sufridas durante la I Guerra Mundial.
La joven Marie Magdalene manifestó interés por la fama y el espectáculo desde la niñez. Con apenas 11 años ya se hacía llamar "Marlene" (fusión de sus dos nombres) y en su adolescencia se interesó por la poesía y el teatro. Aprendió a tocar el violín, pero no pudo dedicarse a ello de manera profesional por una lesión de muñeca. Trabajó en una orquesta que animaba las proyecciones de películas mudas; brevemente, pues fue despedida a las pocas semanas.
Su debut en los escenarios fue como corista en un cabaret en gira por Alemania, y en espectáculos de revista en Berlín. Intentó entrar en la escuela de interpretación de Max Reinhardt en 1922, pero en una audición fue rechazada. A pesar de ello, obtuvo empleos como corista y pequeños papeles en locales que Reinhardt gestionaba.
El Berlín licencioso y efervescente anterior a Hitler, cuajado de locales nocturnos y famoso en Europa por su libertad sexual y el auge del travestismo, marcó el carácter de la joven Marlene y ayuda a explicar su futura androginia en el vestir y una vida íntima desinhibida tanto con hombres como con mujeres.
Dietrich hizo su debut oficial en el cine en 1923, con una fugaz aparición en El pequeño Napoleón, aunque los historiadores insisten en que ella había aparecido como extra en varias películas alemanas desde 1919. Igualmente en 1923 participó en el filme Tragödie der Liebe (Tragedia de amor), en cuyo rodaje conoció a Rudolf Sieber, quien era ayudante del director; se casaron por lo civil en Berlín en mayo de ese mismo año, pero convivieron poco. Cada uno llevó su vida íntima por separado, aunque nunca se divorciaron y mantuvieron cierta amistad. En diciembre de 1924 la pareja tuvo una hija, Maria Elisabeth (ahora más conocida por su nombre de casada, Maria Riva), quien sería la única descendiente de la actriz y fiel acompañante en su madurez.
A lo largo de la década de 1920 Marlene siguió trabajando en escenarios y platós de Berlín y Viena. En teatro tuvo papeles de variable importancia en montajes de Shakespeare y George Bernard Shaw, así como en revistas y musicales, una etapa en la que se familiarizó con la música popular americana. En el cine, obtuvo roles en al menos tres filmes entre 1927 y 1929.
Marlene Dietrich alcanzó el estrellato al coprotagonizar junto al entonces célebre Emil Jannings la primera película europea sonora, El ángel azul (1930), bajo la dirección de Josef von Sternberg. Su atrevido papel como la cabaretera Lola-Lola que lleva a la perdición a un respetable profesor causó sensación internacional; en especial porque cantaba letras insinuantes exhibiendo sus muslos en una época en la que el cine comercial era muy pacato y los filmes más o menos eróticos circulaban sólo de manera clandestina. En 1933 El ángel azul sería prohibido en Alemania por el régimen nazi.
Se dice que Josef von Sternberg construyó en torno a Marlene Dietrich el mito de la diva, ya que le rindió devoción al rodar siete filmes con ella; pero en sus memorias narra con claridad todas las dificultades que tuvo para hacer de ella una gran estrella.
Marlene tuvo que aprender inglés y refinar su apariencia. Transformó su figura robusta en esbelta, para lo cual adelgazó 15 kilos; se depiló las cejas como Greta Garbo y -cuentan- se extrajo las muelas del juicio en pos de un óvalo facial más anguloso. Aprendió trucos de maquillaje y ensayó los gestos que más la favorecían en pantalla. Una vez establecido el mito, Dietrich quedó en parte atada a esa imagen que le daba fama y viviría toda su vida en pos del refinamiento continuo de su apariencia enigmática, a lo que contribuyeron sus papeles exóticos y ambiguos, como sucedería con Sed de mal de su amigo Orson Welles, donde a los 57 años ofreció una icónica interpretación.
Una primera gran descripción de ella la plasmó en un libro (Marlene, 1931) Franz Hessel, quien fue amigo de Walter Benjamin y tradujo con él a Marcel Proust.
1936-39: crisis y no a Hitler
A partir de 1933 Marlene Dietrich empezó a colaborar con otros directores, con desiguales resultados. Rodó The Song of Songs con Rouben Mamoulian, filme que no triunfó, pero sí lo hizo Desire (1936) de Frank Borzage, donde la diva volvió a codearse con Gary Cooper. Este éxito, con todo, no la salvó de posteriores fracasos (al menos por baja rentabilidad) que la hicieron acreedora en 1938 del apodo «veneno para la taquilla»; una etiqueta que los distribuidores de películas le colgaron como a otras estrellas de la talla de Greta Garbo, Mae West, Joan Crawford y Katharine Hepburn.
Este peculiar sambenito para la actriz se debió a tres proyectos de 1936-37. Aceptó coprotagonizar con Charles Boyer un filme que iba a dirigir Henry Hathaway, I Loved a Soldier, pero las discusiones entre ella y el director desembocaron en la suspensión del rodaje. Esta película nunca se completó y actualmente se supone que las escenas rodadas se destruyeron. Marlene y Boyer sí lograron terminar un filme juntos, The Garden of Allah; ella cobró 200.000 dólares por su trabajo y si bien la recaudación no fue mala, los costes habían sido altos. El tercer filme, Knight Without Armour, rodado en el Reino Unido, agravó el descrédito de la actriz pues no resultó muy rentable y ella había cobrado 450.000 dólares.
Durante el rodaje de Knight Without Armour en Londres, pocos meses antes de estallar la guerra, Marlene fue visitada por oficiales nazis que le hicieron suculentas ofertas para trabajar en Alemania como principal estrella del III Reich; pero ella las rechazó y solicitó la ciudadanía estadounidense, que le sería concedida en 1939.
Segunda Guerra Mundial
En 1939 la carrera cinematográfica de Marlene Dietrich parecía estancada, pero recuperó cierta pujanza gracias a dos filmes, Arizona (Destry Rides Again, 1939), comedia del Oeste con James Stewart, donde Marlene desplegó una expresividad más coloquial con notas de humor, y Siete pecadores (1940), con John Wayne.
En 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, Dietrich fue una de las primeras estrellas en recaudar bonos de guerra estadounidenses, además de entretener a las tropas de Estados Unidos en el frente de guerra, y fue muy conocida por sus fuertes convicciones políticas. Fue una firme anti-nazi que despreció las políticas antisemitas de su tiempo. Ya a finales de la década anterior había colaborado con Billy Wilder y otros para reunir un fondo económico que ayudase a judíos y disidentes a huir de Alemania. Incluso grabó varios discos antinazis en alemán, incluyendo «Lili Marleen», un ejemplo curioso de una canción transcendiendo los odios de la guerra. En sus actuaciones, además de cantar, tocaba la sierra musical para entretener a las tropas y cantó para los soldados y oficiales aliados en Argelia, Francia y en Alemania con los generales James M. Gavin y George S. Patton.
Cuando le preguntaron por qué lo había hecho, a pesar del evidente peligro, contestó en alemán: «aus Anstand» («por decencia», en castellano). Pero su posicionamiento tan beligerante a favor de Estados Unidos le trajo consecuencias años después, cuando regresó a Alemania a actuar en 1960; el público de Alemania Occidental la abucheó acusándola de traidora, mientras que el de Alemania Oriental la vitoreó. En 1962 actuó en Israel, recibiendo una buena acogida; incluso interpretó canciones en alemán, lo que suponía romper una especie de tabú.
Marlene Dietrich recibió diversos reconocimientos por su lucha contra el nazismo y a favor de los judíos, como la Medalla Israelí al Valor en 1965; este premio fue un hito en la época pues era la primera vez que se entregaba a una persona de origen alemán y además mujer. Pero en cierta manera, Dietrich no se libró de la mancha del nazismo: en la posguerra, al reencontrarse con su hermana Elisabeth en Alemania, descubrió que ésta y su marido habían gestionado un cine frecuentado por militares y funcionarios del campo de concentración de Bergen-Belsen. Aunque la actriz procuró que la pareja no fuese represaliada por complicidad con el régimen de Hitler, años después cortó el contacto con ellos y llegó a afirmar que no tenía ninguna hermana y que siempre había sido hija única.
A medida que Marlene Dietrich fue adentrándose en la madurez, perdió gancho como reclamo erótico frente al empuje de actrices más jóvenes como Rita Hayworth y Marilyn Monroe; pero amplió su repertorio interpretativo en cintas muy valiosas como: Pánico en la escena (1950) de Alfred Hitchcock, con Jane Wyman y Michael Wilding; Encubridora (1952) de Fritz Lang, con Arthur Kennedy y Mel Ferrer; los filmes de Billy Wilder Berlín Occidente (1948), con Jean Arthur, y Testigo de cargo (1957), con Tyrone Power; así como en Sed de mal (Touch of evil, 1958) de Orson Welles, con Charlton Heston y Janet Leigh; y Vencedores o vencidos sobre los Juicios de Núremberg, rodada en 1961 por Stanley Kramer con un largo plantel que incluyó a Spencer Tracy, Burt Lancaster, Montgomery Clift y Maximilian Schell, quien ganó un Óscar por su papel.
Marlene también hizo filmes más ligeros como The Monte Carlo Story (1957) junto a Vittorio de Sica, y cameos en La vuelta al mundo en 80 días (1956), con Cantinflas, David Niven y Shirley MacLaine, y en Encuentro en París (1964), comedia protagonizada por William Holden y Audrey Hepburn.
Su relación con los directores fue difícil en algunos casos. En sus inicios en Hollywood fue una aprendiz sumisa e incansable con Josef von Sternberg, sometiéndose a una total transformación física y expresiva; y admiraba a Welles de manera incondicional: «La gente debería santiguarse antes de hablar de él». Pero tuvo fricciones con Billy Wilder al discutir sobre la disposición de luces y cámaras, pues quería mostrar su mejor imagen. En cierta ocasión reprochó a un fotógrafo habitual «No me haces fotos tan buenas como antes», a lo cual él diplomáticamente respondió: «Es que soy quince años más viejo».
Debido a su lujoso nivel de vida Marlene Dietrich necesitaba mucho dinero (su hija Maria Riva reveló que «vivía siempre en bancarrota») y ello la obligó a prolongar su carrera musical hasta bien cumplidos los 70. Superó un cáncer de cérvix en 1965 y sufría de mala circulación sanguínea en las piernas, pero siguió dando recitales hasta que dos accidentes en el escenario la forzaron a retirarse.
En 1973 se cayó al foso de la orquesta durante una actuación en Maryland, hiriéndose en el muslo izquierdo; su curación requirió injertos de piel. Otro percance puso fin a su carrera en el espectáculo en 1975: se rompió una pierna en Sydney al caerse justo cuando iba a salir al escenario.
Tras quince años de inactividad en el cine, apareció brevemente en la película Gigoló (Just A Gigolo, 1979), filme sobre la prostitución masculina en el Berlín de los años 20 (época que la propia Marlene conoció) dirigido por David Hemmings y protagonizado por David Bowie, Sydne Rome y Kim Novak. Además, escribió y contribuyó a varios libros en los años 80.
Pasó su última década principalmente en reposo en su apartamento en la avenida Montaigne de París, Francia, tiempo en el cual no fue vista en público; no quería que su figura en la vejez empañase su imagen mítica, pero fue muy aficionada a escribir cartas y llamar por teléfono. Se rumorea que en sus últimos años vivió rachas depresivas y consumía demasiado alcohol, presumible causa de una caída en su cuarto de baño que empeoró su precaria movilidad.
Últimos años y fallecimiento
En su retiro parisino tuvo poco contacto con su hija, Maria Riva, debido a su tensa relación. Maria había acompañado a su madre en las giras musicales trabajando a su servicio; fallecida la diva revelaría sus trucos de vestuario. Posiblemente en su vejez Marlene sentía envidia o frustración por su hija, porque siendo una actriz joven apenas había hecho papeles modestos en televisión, retirándose en los años 50. Dietrich sí mantuvo un contacto habitual con su nieto Peter Riva, uno de los poquísimos allegados que tenía acceso a su piso de París. Su esposo, Rudolf Sieber, siguió viviendo en Estados Unidos y murió de cáncer el 24 de junio de 1976.
En una entrevista para la revista alemana Der Spiegel en noviembre de 2005, su hija y nieto afirmaron que Marlene Dietrich estuvo políticamente "activa" durante esos años; mantuvo contacto telefónico con prominentes gobernantes, gastando más de 3000 dólares mensuales en llamadas telefónicas. Sus contactos incluían a Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov, aunque su influjo sobre ellos se desconoce.
Dietrich murió tranquilamente el 6 de mayo de 1992, a los 90 años, en París. Su ceremonia fúnebre fue realizada en la iglesia de La Madeleine de París ante 3500 dolientes y una multitud fuera del templo. Su cuerpo, cubierto con una bandera de los Estados Unidos, fue enviado a Berlín donde fue enterrada en el cementerio municipal de Berlín-Schöneberg, su lugar de nacimiento. Marlene Dietrich dijo al amigo que le acompañaba en el dormitorio de su lujosa vivienda en París, justo antes de morir: «Lo quisimos todo, y lo conseguimos, ¿no es verdad?».
En 1994, sus documentos y objetos personales fueron vendidos a la Cineteca de la Fundación Alemana, después de que instituciones estadounidenses no mostraran interés en ella, donde fueron el centro de atención de la muestra del Centro Sony de Potsdamer Platz, en Berlín.
Dietrich nunca se integró realmente en la industria de Hollywood, siendo siempre independiente del gusto general en su país de adopción. Su fuerte acento alemán dio un toque extra a sus interpretaciones, pero la etiquetó como «extranjera» a los ojos de los norteamericanos.
Fue además un icono de la moda para los altos diseñadores, así como para las estrellas que la sucedieron. Vistió diseños de Chanel, Balenciaga, Hermès, Christian Dior... Popularizó, entre otras prendas, el uso de pantalones, lo cual, junto con su imagen pública y las insinuaciones de bisexualidad en alguna de sus primeras películas, contribuyó a menudo a crear fuertes rumores, nunca confirmados por ella, sobre su vida sentimental.
Marlene fue famosa por su pulcra apariencia, su compleja y estudiada figura, su buen vestir (impuso la moda del pantalón femenino) y su imagen de femme fatale. Fue icono de la elegancia y el glamour, de modo que siempre apareció como parte del brillo hollywodiense. Ya mayor declaró que lucía vestidos sofisticados únicamente por exigencias de su imagen pública, y que en su vida privada gustaba de vestir de manera informal, incluso pantalón vaquero («de hombre, por supuesto»).
A diferencia de su vida profesional, cuidadosamente manejada y mundialmente conocida, Marlene Dietrich mantuvo su agitada vida personal fuera del ojo público. Ello fue en parte posible porque el Star system de las productoras de Hollywood velaba por la buena imagen de sus estrellas, dosificando la información que llegaba a la prensa, a lo cual contribuía un sector periodístico menos incisivo y tecnificado que el actual.
Se casó en Berlín en 1923, cuando aun era desconocida, con el asistente de director Rudolf Sieber (1897-1976), pero como matrimonio convivieron poco tiempo y se separaron; nunca se divorciaron y mantuvieron cierta amistad. En 1944 ella estuvo pendiente de él por una neumonía, y nuevamente en 1956 por una crisis cardíaca. Sieber residió mayormente en California, donde durante unos años explotó una granja avícola, y allí falleció.
Además de algunas fuentes no confirmadas, los pocos detalles de la vida privada de Marlene provienen de su única hija, Maria Riva (que es su nombre de casada, pues su nombre de pila era Maria Elisabeth Sieber). Maria Riva declaró que, a pesar que la respetaba como figura, nunca quiso a su madre y que Marlene Dietrich vivía para, por y dentro de la imagen que se proyectaba en el espejo. Fue la crítica más punzante del mito que había construido Marlene, y declaró que su madre jamás conoció el verdadero amor; que fue una persona muy solitaria y manipuladora cuya mejor simulación no la hizo en las películas, sino en la vida real.
Marlene Dietrich fue sexualmente muy libre desde sus inicios en Berlín y no dudó en intimar con muchos hombres e igualmente con mujeres; lo cual era vox populi en Hollywood pero no trascendía al gran público. En privado, ella era una de las principales figuras de El círculo de costura, grupo de estrellas femeninas de Hollywood que ocultaban su sexualidad lesbiana o bisexual. Se da por confirmado que la diva tuvo una aventura con la poetisa Mercedes de Acosta, pero resultan más controvertidas las informaciones que la relacionan con Edith Piaf e incluso con Greta Garbo.
Marlene intimó con muchos compañeros de reparto, como James Stewart, John Wayne y Gary Cooper (enfureciendo a la pareja de éste, Lupe Vélez), así como con Errol Flynn, Frank Sinatra, el músico Burt Bacharach, con el político John F. Kennedy y Josef von Sternberg, entre otros. Cumplidos los 50 años congenió con Yul Brynner, en una relación más o menos intermitente que se alargó por una década. Según su hija, a Marlene en realidad el sexo como tal no le gustaba, y lo que más la estimulaba era seducir y sentirse deseada. El gran amor de la actriz según alguna fuente fue el actor y héroe militar francés Jean Gabin, pero según otros el egoísmo la impidió entregarse emocionalmente a nadie.
Cuando Maria Riva dio a luz a un hijo en 1948, Dietrich recibió el apodo de «la abuela más glamourosa del mundo».
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