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domingo, 1 de diciembre de 2019

Amelia Earhart



Esta mujer pionera de la aviación nació en Atchison, Estados Unidos el 24 de julio de 1898, allí pasó gran parte de su infancia junto a sus abuelos, rodeada de todas las comodidades que estos podían proporcionarle.
Desde muy chica hizo notar su singularidad intrépida, disfrutaba patinar en trineo, trepar árboles incluso sacrificaba ratas con rifle, en fin, actividades que supuestamente no eran para una niña, otra de sus actividades favoritas era coleccionar recortes de mujeres que obtenían logros áreas dominadas por los hombres.
Su primer contacto con un aeroplano fue a los 10 años en una feria en Des Moines donde vivía con su familia, su impresión inicial según sus propias palabras “era una cosa hecha de cables oxidados y madera, nada interesante”.
Debido a la inestabilidad de su padre y una serie de circunstancias familiares, su madre decide alejarse de él y se establecen en Chicago donde vivieron un tiempo. Para cuando empezó la segunda guerra mundial Amelia y su hermana prestaron sus servicios como enfermeras voluntarias en Canadá.

EL ENCUENTRO CON SU PASIÓN

Tiempo después en un reencuentro familiar en California, pudo observar un espectáculo aéreo, su curiosidad la llevó a acercarse y logró dar un pequeño paseo en un biplano.
Seguidamente tomó sus primeras clases de aviación con otra pionera llamada Neta Snook, a pesar de algunos percances Amelia pronto se destacaría en este medio, voló a 14000 pies de altura en octubre de 1922 convirtiéndose este en su primer récord, al año siguiente se convirtió en decimosexta fémina en obtener una licencia de la Federación Aeronáutica Internacional.
Unos años después recibió una petición que sería crucial para ella, se le propuso ser la primera mujer en intentar cruzar el Atlántico y por supuesto se embarcó en esta aventura, listos los preparativos, despegó el 3 de junio de 1928 logrando la meta junto a sus compañeros.
Su fama fue en aumento, gracias al trabajo de su publicista Putnam con quien luego contraería matrimonio. Su compromiso con la participación de la mujer en la aviación también se mantuvo vivo, incluso llegó a organizar una carrera femenina de aviación en 1929 y así continuamente estuvo activa ganando otros récords en aviación.
En 1932 cruzó el atlántico sola, proeza solo lograda hasta el momento solo por Lindberg, partió en territorio canadiense y llego luego a Gran Bretaña sumando así no uno sino cuatro records a su lista, lo que le hizo merecedora de varios reconocimientos.

UN VIAJE SIN RETORNO

No conforme con esto en 1934 realizó una travesía más desde Hawái a California atravesando el pacífico, proeza de gran importancia ya que los anteriores pilotos en intentarlo no habían logrado sobrevivir.
Su seguridad y afán de continuar cosechando éxitos le hizo iniciar una nueva ruta, en junio de 1937 se propuso rodear la tierra siguiendo la línea del ecuador, viaje que no podría concluir con éxito debido a que en algún momento el 2 de julio de ese año la nave desapareció y hasta el momento se desconoce el paradero de sus restos.

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