El 19 de agosto de 1991, Mikhail Gorbachov, secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (1985-1991) y presidente de la Unión Soviética (1990-1991), fue expulsado brevemente en un golpe de estado por parte de los comunistas más radicales.
Tanto como secretario general como presidente, Gorbachov apoyó las reformas democráticas. Promulgó políticas de glasnost (‘apertura’) y perestroika (‘reestructuración’), e impulsó el desarme y la desmilitarización en Europa del Este. Las políticas de Gorbachov finalmente llevaron al colapso de la Unión Soviética en 1991.
Gorbachov ayudó a derribar el antiguo telón de acero que separaba a los estados comunistas orientales y los estados no comunistas occidentales. En asuntos exteriores, Gorbachov cultivó relaciones más amigables con los estados no comunistas, incluido y especialmente con los Estados Unidos. Trabajó con el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, para disminuir la tensión política y militar entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Al hacerlo, Gorbachov ayudó a poner fin a la Guerra Fría. En 1990, Gorbachov recibió el Premio Nobel de la Paz por su "papel principal en el proceso de paz" en Europa.
Mikhail Gorbachov renunció a la presidencia de la Unión Soviética el 25 de diciembre de 1991. Ese mismo día, la Unión Soviética dejó de existir. Fue reemplazado por la Comunidad de Estados Independientes (CEI), una asociación libre de estados soberanos fundada por los líderes electos de Rusia, Ucrania y Bielorrusia.
Los radicales comunistas que habían reemplazado a los reformistas en el Gobierno demostraron no ser de fiar, y Gorbachov y su familia fueron detenidos brevemente bajo arresto domiciliario del 19 al 21 de agosto de 1991, durante un golpe de estado de corta duración por parte de los radicales. Después de que el golpe fracasara ante la firme resistencia del presidente ruso Boris Yeltsin y otros reformadores que habían llegado al poder bajo las reformas democráticas, Gorbachov reanudó sus deberes como presidente soviético, pero su posición se había debilitado irremediablemente. Al entrar en una alianza inevitable con Yeltsin, Gorbachov renunció al Partido Comunista, disolvió su Comité Central y apoyó medidas para despojar al partido de su control sobre el KGB y las fuerzas armadas.
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