El 2 de marzo de 1969 tuvo lugar el primer vuelo de un avión comercial supersónico de la historia, el mítico Concorde de Airbus. Este proyecto nació en la década de los 50 como parte del enorme desarrollo tecnológico y la insana competencia que predominaba en los años de la Guerra Fría. Aunque la URSS también se planteó llevar a cabo este proyecto, fueron Francia y Gran Bretaña quienes, empleando el diseño de los británicos y compartiendo costes, materializaron esta idea y dieron lugar al Concorde, el primer avión comercial capaz de superar los 1.234,8 km/h.
El primer vuelo despegó a las 15h 30 min del aeropuerto de Toulouse con el piloto André Turcat a los mandos y tuvo una duración de tan solo 27 minutos, pero se convirtió en un hito que el mundo entero llevaba esperando desde la presentación del avión en 1967. Fueron necesarios siete años de pruebas hasta que, el 21 de enero de 1976, el Concorde se incorporó oficialmente a la flota de British Airlines y Air France ofreciendo una velocidad de crucero de más de 2.000 km/h y la posibilidad de viajar desde París o Londres hasta Nueva York en unas tres horas y media. El avión supersónico fue una auténtica revolución y en los 27 años que estuvo en activo transportó a 2.5 millones de personas, entre las que se destacan celebridades como Elizabeth Taylor o la reina Isabel II de Inglaterra.
Pero todas estas ventajas tenían un gasto enorme tanto de mantenimiento como de reparación o de consumo de combustible. Esto hizo que los márgenes de beneficio que las compañías deseaban solo fueran posibles si el precio de los billetes era muy alto (llegando hasta los 10.000 euros en su máximo y quedándose en 8.000 en su último año funcionando). A esta considerable barrera de entrada que suponía el precio hay que sumar el incidente ocurrido el 25 de julio del 2000, cuando el Concorde 4590 de Air France se estrelló en la ciudad de Gonesse minutos después del despegue y causando más de un centenar de muertos.
La desconfianza de los usuarios cayó en picado (el ataque del 11-S tampoco ayudó) y las compañías decidieron retirar los modelos Concorde de circulación, teniendo lugar el último vuelo el 26 de noviembre de 2003.
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