El 23 de octubre el año 42 aC, en una llanura al oeste de la antigua ciudad macedonia de Filipo, la Segunda Batalla de Filipo tuvo lugar. Fue la batalla decisiva en la Guerra del Segundo Triunvirato, y resultó en la derrota de Bruto y Casio, y el triunfo de Marco Antonio y Octavio. Las raíces del conflicto radica en el dramático asesinato de Julio César en el 40 A.C. Bruto y Casio, conocidos como los Libertadores, fueron dos de los principales conspiradores contra César. Tras el asesinato, huyeron de Roma y se dirigieron hacia el este, donde le arrebató el control del imperio oriental. Bruto no tenía la experiencia del partido de Casio, y estaba dispuesto a esperar refuerzos antes de participar en una segunda batalla. A instancias de sus generales, que temían la deserción en las filas si la batalla se retrasaba, atacaron a las fuerzas combinadas de Marco Antonio y Octavio el 23 de octubre. Después de un violento combate se hizo evidente que Brutus perdería e se retiró con sus legiones restantes. Poco después, al ver que todo estaba perdido, Bruto cayó sobre su propia espada. Como muestra de respeto, cuando Marc Antonio recuperó el cuerpo de Bruto él insistió en que se cubra con un velo púrpura. Se habían convertido en enemigos jurados del campo de batalla, pero a la vez, antes de oponerse unos a otros por el asesinato de César, habían sido amigos y aliados. El asesinato de César, seguido por los acontecimientos en Filipos, y los suicidios heroicos de los Libertadores, representan uno de los episodios más dramáticos de la historia romana. Esto no pasó desapercibido para William Shakespeare, que utilizó los acontecimientos sensacionales como base para su obra Julio César.
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