El 12 de junio, del año 1964, en Sudáfrica, culminaba el denominado Proceso de Rivonia, por el que Nelson Mandela y otros líderes del Congreso Nacional Africano fueron juzgados y sentenciados a cadena perpetua por atentar contra el apartheid.
La cúpula del Congreso Nacional Africano, principal partido político en oposición a la implantación del régimen de segregación racial total en Sudáfrica, había sido proscripta tras la masacre de Sharpeville en 1960.
A partir de entonces, el brazo político se apartó de la lucha clandestina y no violenta, característica de sus orígenes, para convertirse en una organización militar enfocada en la lucha por la liberación.
Vilipendiado por sus actividades políticas, Mandela ya había sido encarcelado en 1962 y fue presentado como un peligroso criminal con facetas terroristas, durante el extenso Proceso de Rivonia.
Tras ser condenado a cadena perpetua, Mandela rechazó sistemáticamente cualquier forma de libertad condicional, manteniendo intactas sus convicciones durante un encarcelamiento que duró casi tres décadas.
Después de ser liberado, en 1991, participó en el restablecimiento de la democracia, lo que puso fin al apartheid y otorgó a los negros el derecho al voto. Más tarde, Mandela se convertirá en el primer presidente negro sudafricano.
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