En el decenio de 1990, y hasta que cayó ante las fuerzas militares invasoras de los Estados Unidos el 9 de abril de 2003, Bagdad sufrió, como el resto del país, las sanciones que le impusieron las Naciones Unidas tras la invasión de Kuwait y la guerra del Golfo.
Los Estados Unidos y las fuerzas aliadas bombardearon sin descanso Iraq, incluida Bagdad, su capital, durante cuarenta y tres días tras la invasión de Kuwait en 1991. El bombardeo, en palabras de un informe de las Naciones Unidas, empujó al país a una era preindustrial. El gobierno iraquí reparó y restauró algunas de las instalaciones destruidas y dañadas, pero no pudo devolverlas a los niveles anteriores a la guerra debido a las sanciones que limitaron la capacidad de Iraq para vender su petróleo e importar repuestos. La electricidad, el agua potable, los medicamentos y los alimentos escaseaban. Los documentos de las Naciones Unidas informaron de que más de un millón de iraquíes murieron como consecuencia de las sanciones.
La primera guerra del Golfo concluyó el 28 de febrero cuando George Bush padre, anunció en un mensaje a la nación estadounidense el fin de las operaciones militares en el golfo Pérsico y la liberación de Kuwait por la fuerza multinacional.
La segunda guerra del Golfo se inició en 2003 por la sospecha de Estados Unidos de que el presidente de Iraq, Sadam Hussein, disponía de armas de destrucción masiva (armas químicas, biológicas y nucleares), lo que suponía una amenaza para la región y además violaba las condiciones de la cesación del fuego acordada en 1991.
El 9 de abril de 2003 Bagdad se rindió a las fuerzas armadas de los Estados Unidos e Iraq fue ocupada. Durante la invasión, Bagdad fue implacablemente atacada por las fuerzas estadounidenses, que bombardearon la ciudad diariamente durante tres semanas, destruyendo muchos edificios gubernamentales importantes con una excepción: el ministerio del petróleo.
Tras la caída de Bagdad, que duró más de una semana, se produjeron saqueos y algunos incendios, que las fuerzas americanas no hicieron por evitar. La ciudad sufrió escasez de electricidad, agua limpia y otros suministros esenciales. También careció de seguridad y se convirtió en un importante centro de resistencia contra las fuerzas de ocupación de EE.UU.
Los residentes de al-Thawra o Ciudad Saddam decidieron cambiar el nombre de su ciudad por el de Ciudad Sadr, para conmemorar al Ayatollah Sadiq al-Sadr, un destacado clérigo chií iraquí que fue asesinado, presumiblemente por el régimen de Sadam Husein en 1999.
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