(Londres, 1939) Diplomático estadounidense que ha ocupado diversos cargos relevantes en la administración de George W. Bush. John Dimitri Negroponte nació en Londres el 21 de julio de 1939. Hijo de un rico armador griego, emigró con su familia a Estados Unidos cuando todavía era un niño. Se licenció en la Universidad de Yale y muy pronto entró en el servicio diplomático estadounidense.
En 1960, con sólo veinte años, se le encargó la primera misión en Hong Kong. Destinado a la ciudad vietnamita de Saigón (actual Hô Chi Minh), donde aprendió rápidamente el idioma, fue incluido por el secretario de Estado, Henry Kissinger, en la delegación que entre 1968 y 1969 negoció en París con Vietnam para intentar alcanzar un acuerdo de paz. Desde 1971 estuvo al frente del Consejo de Seguridad Nacional en Vietnam, bajo la supervisión directa de Kissinger, cargo que abandonó en 1973 al entender que se habían otorgado demasiadas concesiones.
John Negroponte
Durante la década de 1970 ejerció de embajador en Ecuador (1973-1975) y Grecia (1975-1977), antes de regresar a Estados Unidos como ayudante del secretario de Estado. Posteriormente realizaría funciones de asesoramiento en temas relacionados con Asia, fruto de su pasado en Vietnam.
Con la experiencia adquirida durante los años anteriores en países de varios continentes, Negroponte ya era considerado un diplomático al que se le podían dar misiones importantes y un cierto poder. Fue entonces cuando vivió su etapa diplomática más oscura -que marcaría toda su carrera posterior-, en América Latina, bajo la presidencia de Ronald Reagan y dentro del contexto de la lucha anticomunista.
Su papel en Honduras
En noviembre de 1981 fue nombrado embajador en Honduras, país que en aquel momento tenía un papel estratégico para Estados Unidos, preocupado por la evolución del sandinismo en Nicaragua, que había conseguido alcanzar el poder en 1979. Estados Unidos contaba en Honduras -un pequeño país de menos de cuatro millones de habitantes- con 400 funcionarios, la tercera embajada más numerosa de América Latina, lo que incrementaba las sospechas sobre la supuesta formación técnica de personal estadounidense a grupos paramilitares.
Honduras era un país amigo, apoyado económica y militarmente, donde el embajador estadounidense tenía una gran influencia. Negroponte estuvo al frente de la embajada durante casi cuatro años y estaba considerado, junto al general y jefe de las Fuerzas Armadas Gustavo Álvarez y el presidente hondureño, Roberto Suazo Córdoba, como la persona con más poder en el país. El embajador estadounidense tenía su propia explicación sobre el origen de la violencia en la zona: “La causa principal de la violencia, el terrorismo y la guerrilla la podemos encontrar en las cartillas revolucionarias de Lenin y no en los deplorables estados de pobreza y miseria”.
Aunque oficialmente se negó cualquier implicación y conocimiento en la “guerra sucia” contra el régimen sandinista y con los escuadrones de la muerte que operaban en Honduras, siempre planeó la duda sobre la ignorancia de Negroponte respecto a las violaciones de derechos humanos, reconocidas posteriormente por el propio Gobierno hondureño. Un reportaje periodístico ganador del premio Pulitzer publicado en 1995 en The Baltimore Sun concluía que tanto la embajada estadounidense como la CIA debían tener conocimiento de los asesinatos y torturas del batallón 316, grupo surgido durante su época de embajador.
Negroponte siguió negando cualquier conocimiento sobre el tema. El Senado estadounidense llegó a interrogarlo sobre su supuesta participación en la desaparición de informes sobre violaciones de derechos humanos, pero no se pudo demostrar nada. Sin embargo, la sospecha nunca le abandonaría.
Al regresar a Estados Unidos, ocupó los cargos de ayudante del secretario de Estado y ayudante adjunto de Seguridad Nacional, bajo las órdenes de Colin Powell, para quien desde entonces se convertiría en hombre de confianza. Volvió a ser nombrado embajador, en este caso en México en 1989, donde mostró un talante negociador que permitió la ratificación en 1993 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que incluía a Estados Unidos, Canadá y México. Ese mismo año fue enviado a Filipinas, donde estuvo al frente de la embajada hasta 1996. Después de negociar la retirada de las tropas estadounidenses de Panamá, en 1997 decidió retirarse del servicio diplomático.
Embajador ante la ONU
En 1997-2001 trabajó en la empresa privada (fue vicepresidente de la editorial McGraw-Hill), pero volvió al sector público, a propuesta de Colin Powell, para ser el embajador ante la ONU. Su oscuro pasado en Honduras, del que se iban conociendo detalles, abrió una polémica sobre su idoneidad para ocupar el cargo, por lo que su nombramiento se fue retrasando, e incluso en alguna sesión fue atacado abiertamente. Él siguió defendiéndose: “No creo que hubiera escuadrones de la muerte en Honduras”. Los atentados del 11 de septiembre acallaron cualquier discrepancia. Una semana después del ataque terrorista, era nombrado embajador ante la ONU.
En su nuevo cargo, fue la voz de Estados Unidos ante las Naciones Unidas en el difícil periodo de preguerra con Iraq. En 2002 y 2003 presionó al organismo internacional para que se mostrara más firme ante Iraq en el proceso de desarme, aunque defendió la labor de los inspectores y de Hans Blix hasta que la diplomacia se rompió. Entonces se esforzó por convencer al Consejo de Seguridad para que aprobara una resolución definitiva que permitiera el uso de la fuerza. A pesar de que ésta no se dio en los términos deseados, apoyó la decisión del presidente Bush de invadir el país en febrero de 2003 y se mantuvo firme en esa postura durante las reuniones posteriores en el seno de la ONU.
Diplomacia en Iraq
A mediados de 2004, una vez finalizada la etapa de Paul Bremer (administrador nombrado por Estados Unidos) en Iraq, fue elegido para ocupar el puesto de primer embajador tras la caída de Sadam Hussein de Estados Unidos en aquel país, en una situación delicada, debido a los continuos atentados de la insurgencia y a las dudas existentes en la comunidad internacional sobre el verdadero poder del Gobierno provisional iraquí. “Es un hombre de gran experiencia y habilidad. Por eso me siento muy a gusto al pedirle que cumpla con esta difícil tarea”, dijo Bush cuando lo presentó como el nuevo embajador.
Su principal función en esta etapa fue colaborar con el Gobierno iraquí en la preparación de las elecciones que se celebraron en enero de 2005. En general, hubo satisfacción por el proceso electoral y por el trabajo realizado por la embajada.
En febrero de 2005 George W. Bush, lo designó director de la Inteligencia Nacional, cargo creado con la misión de coordinar las 15 agencias de espionaje existentes en el país. La Comisión del 11-S, que investigó los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, había desvelado la descoordinación existente entre los diversos organismos encargados de la seguridad en Estados Unidos. Ante las recomendaciones de la comisión y la presión popular, el presidente decidió crear este nuevo cargo que coordinara todas las agencias de espionaje, entre las cuales se encuentran la CIA, el FBI y la Agencia Nacional de Seguridad.
Dado su perfil, hubo división de opiniones cuando se supo la decisión de Bush de escoger a Negroponte para ponerse al frente de los servicios de espionaje estadounidenses. Algunos lo entendieron como la opción más adecuada, por su capacidad para superar las situaciones difíciles: Honduras, ONU, Iraq… Pero también hubo quien opinaba que se trataba de un perfil demasiado burocrático y diplomático para un puesto que necesitaba de alguien capaz de tomar decisiones radicales. Desde su nuevo cargo, Negroponte debe transmitir diariamente al presidente estadounidense la información secreta más importante, una selección de todos los informes recogidos por las diversas agencias.
Además del inglés, Negroponte habla cuatro idiomas -francés, español, griego y vietnamita-, está casado con una profesora británica de historia y tiene cinco hijos, todos adoptados durante su estancia en Honduras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario